Aquella noche: (1/2)
Desde un vistazo fugaz, ignaro y poco reflexivo a ellos, los Woods eran esa familia adinerada y estereotipada, típica de aquellas series de televisión en las que todos los que llevaran tras sí aquel apellido tendrían la vida más esplendente por haber y solo unos pocos, los quedaban excluidos de la fortuna tendrían una vida oscura y miserable.
Pero aquello nunca fue así, los secretos se escondían incluso bajo los tapices.
Una vez apagadas las luces y los flases que envolvían su éxito y fortuna, había una cegadora negrura que corrompía corazones y almas con la más profunda crueldad.
La mayoría de las generaciones jóvenes Wood, no solían relacionarse entre sí, parecía ser una especie de horrenda y repetitiva maldición: los primos no solían dialogar mucho, siempre había un problema entre ellos, hermanos seguían caminos distintos o incluso huían de casa para no relacionarse más con los padres, a veces huían porque escondían lo
Aquella noche: (2/2)Entre las disposiciones de Dominick se encontraba mucho antes la de ofrendar su alma a la de requerir dinero de su padre, tampoco, nunca de hecho, había deambulado siquiera cerca de sus pensamientos la infamante idea de pedirle dinero a aquella «puta» que su padre había llevado a casa.Aquella mujer que su progenitor había buscado para sustituir, infructuosamente válgase decir, a su madre; pese a no sentirse agradado con la nueva figura femenina en casa, Dominick jamás había manifestado animadversión o tirria alguna hacia la antedicha, tampoco ningún tipo de afecto o interés en siquiera verle a los ojos, lo que reflejaba su mirada cuando esta iba en una caminata hacia «Sam», mote dado por su padre a la mujer con la que había formado una relación sentimental, era el más genuino desinterés y siempre sería el m&
El cielo estaba velado por hermosas estrellas, distribuidas en gran cantidad; algo muy fuera de lo común en esos tiempos, usualmente la apariencia de este era una muy oscura y vacía, casi cruzando a la línea de lo sombrío, como si cada estrella hubiese, repentinamente muerto.El estado de silencio en el que se hallaba la habitación en aquellos instantes era tal, que se podía con facilidad escuchar el andar de una hormiga.Las manos de Derek acariciaban con numerosa delicadeza los suaves cabellos de Adalia, quien se encontraba dormida a causa de las drogas que este mismo le había suministrado.Era necesario dormirla con drogas, era la única manera de mantenerla quieta y de asegurarse de que ella dormiría en realidad.Los largos dedos de Derek iban caminando del cabello de ella hacia su delicado rostro, en donde aún permanecían moretones de la golpiza de hace cinco días. Eran perfectamente visibles, como si la a
Besaba sus labios con mucho entusiasmo, sostenía sus finas manos para evitar que ella las moviera de alguna forma, succionaba su labio inferior como si jamás tendría la oportunidad de volver a hacerlo, la besaba mientras la masturbaba, el cuerpo de ella palpitaba constantemente ante el estímulo, él observaba el rostro que Adalia esbozaba ante cada estimulo que daba a su cuerpo, ella quería que él se detuviera, a Derek le resultaba bastante graciosa la situación, la muchacha intentaba mover sus manos para impedir que él la siguiera tocando, tenía ya unos cuantos minutos en eso; pese a esto la seguía masturbando, ahora con más rapidez, con cada vez más rapidez causando que las palpitaciones de ella se apresuraran.Adalia no conseguía ni siquiera formular la palabra: «detente», pero su cuerpo se retorcía, chillándolas de manera desesperada; él movía sus dedos cada vez más rápido, la observaba con burla, porque pese a todo por lo que la había hecho pasar, ella
Y allí estaba él. Su cabello, tan sedoso que incluso desde la distancia se podía apreciar su sublime textura, lo había cortado unos pocos centímetros, ya no rozaba hasta el final de su cuello, ahora apenas tocaba su nariz y lo había teñido de negro por completo, estaba mucho más delgado que hace un par de meses, aunque no se notaba demacrado, solo delgado, no obstante, de manera irónica se veía musculoso al mismo tiempo, complicado describirlo a un simple y corto vistazo. Y estaba ahí... él estaba ahí, parado en la ventana, indicándole a Adalia que se acercara... el solo verlo desató en la muchacha una lluvia de sensaciones que no se creía capaz de describir, algunas eran incluso nuevas.Ella sintió un nerviosismo desconcertante asaltando cada una de sus extremidades, dispersándose con gran premura. Se sujetó de las escaleras, pues en ese momento no fue dueña de sí misma y creyó que iba a caer de un horroroso nerviosismo que la agarrotó de manera imprevista
Él solo dejó salir un suspiro. Reflexionó por unos segundos, causando que su rostro se contorsionara, pero pronto volvió a la normalidad.—Oh... —Chaddiel sonrió con falsedad y peinó hacia atrás un mechón de su cabello. —Y... ¿supongo no está en casa? Digo, creo que me dijiste que estabas sola o algo, no lo recuerdo bien.—No... él salió... al... al trabajo, él trabaja en una... empresa —su palabras estaban llenas de un considerable e inexplicable nerviosismo, hablar de él la ponía tan nerviosa y menos si él no estaba, lo cual no solía ocurrir con mucha asiduidad, de hecho en aquellos meses no había hablado con otra persona que no fuese con Derek, él la mantenía en completo encierro, un encierro que casi cruzaba el límite de lo físico, ni con la sirvienta le permit&iac
Adalia subió las escaleras corriendo, el dolor en todo su cuerpo de manera evidente no le permitió correr a una gran velocidad durante mucho tiempo.Cuando iba a terminar de subir el ultimo escalón sufrió un desliz del cual trató de incorporarse lo más rápido que toda la situación se lo permitió.Su rostro estaba empezando a inflamarse, síntoma evidente de lágrimas, mordía sus labios mientras corría, al mismo tiempo temblaba como una pequeña niña asustada, creyó caerse, al menos unos cuatro veces en aquella corta trayectoria, finalmente llegó a la puerta de la habitación, sus manos resbalosas a causa del sudor fueron a parar al picaporte el cual intentaba abrir con desesperación, su batalla por abrir el picaporte se complicaba a causa de las lágrimas que nublaban por completo su vista, pero finalmente logró hacerlo.Una vez el paso disponible, ella ingresó a la habitación y cerró la puerta de un gran empujón que resonó, se sentía sofocada, de todas las ventan
Dóciles, blandos como pluma de ángel, así eran los labios de ella, salpicados de aquel fascinante e hipnotizante matiz rosado que parecía calcar perfectamente la naturaleza de la más rosácea y húmeda flor. Sus labios eran deliciosos, placenteros, era grato para él poder besarlos, dulces como el más particular chocolate, una vez Chad se adhirió a estos, dudó en aquel instante tener la fuerza de voluntad que se requería para dejarlos ir. Ella cargaba sobre sus hombros un peso masivo, la tensión parecía estar estrangulando su delgado cuello, pero aquel beso logró marchitar poco a poco la tensión de su mente, aquel beso logró entre todos sus traumáticos recuerdos, apaciguar su miedo. Los dedos de Chad, se sentían como suaves plumas acariciando el cabello color mazorca de la muchacha, masajearon su cráneo con una lentitud placentera, relajándo
La muchacha rubia mordió su labio inferior, formando un hilarante aspaviento con estos. Su cadera dolía, no era un dolor garrafal hasta el punto en el que resultaba inaguantable, pero si le aguijoneaba de vez en cuando: se había alejado de una manera en exceso violenta de él, se había golpeado a sí misma, había sido imprevisto, incluso para ella; él la observaba raro, con un sabor de duda reposando sobre su mirada, ella podía casi apostar que, de no tratarse de Chad, de tratarse de otra persona, la hubiese estado mirando como si ella fuese una enferma mental o algo similar, pues Adalia no podía negarse que estaba avergonzada de sus propios actos. Pese a esto, no era capaz de doblegarlos, los traumas tenían mucho más peso que ella. Los traumas pesaban mucho más que sus insuficientes recuerdos felices.—¿Estás... segura de qué estás bien? —ins