Capítulo 44.

Un fuerte puñetazo manchó su rostro de escarlata. 

Luego otro puñetazo más consiguió destrozar su labio inferior causando la aparición de una hilera delgada de sangre.

La retuvo por el cuello y la arrojó con tanta impulsividad y furia hacia la pared que Adalia sintió el oxígeno huyendo atemorizado de sus pulmones.

Su espalda se golpeó con fuerza contra la pared y luego cayó bruscamente con su rostro apuntando al suelo. 

Sintió tanta inexactitud de aire que un ardor doloroso embistió todo su pecho y sintió su garganta no competente para musitar palabra o súplica alguna.

Él la alzó por el cuello.

Y la arrojó nuevamente a la pared, esta vez, con todas sus fuerzas.

Adalia lanzó un chillido cuando su espalda colisionó con salvajismo contra el duro material, para después s

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