Las manos de Derek temblaron como jamás lo habían hecho, en los ojos del hombre se vio algo que su padre muy pocas veces —o tal vez jamás— había visto: un genuino pavor, un miedo explosivo, una vulnerabilidad absoluta e indescriptible; frente a todos los espectadores de aquella trágica escena, Adalia recibió el disparo que iba direccionado hacia Dominick, la suerte nunca había estado de su lado, y tal vez nunca lo estaría, la bala pudo haberse incrustado en sus brazos por la posición en la que había intentado salvar a Hillary, pero un movimiento, un simple movimiento, había ocasionado que la bala se incrustara en su estómago, y que su delgado y herido cuerpo, cayera de lado sobre los brazos de Dominick, quien la sostuvo, mirándole, incluso desde su estado, reaccionaba a lo que había sucedido, y aunque no sentía por Adalia, demasiada lástima, no quería verla morir. La apretó con suavidad por las manos, viendo como esta se tocaba la herida de bala, los ojos azules de Adalia se conectaro