Capítulo 14.

La rubia alisaba a un lado su copiosa melena, sus manos difícilmente podían sostener el cepillo de tan temblorosas que estaban.

Veía su reflejo en aquel espejo y no percibía nada de lo que era antes de conocer a Derek, su pelo bermejo estaba opaco, estropeado, ya no podía usar ropa desabrigada, las marcas de Derek estaban grabadas en su piel, cada día más pronunciadas, aunque nadie parecía prestarle atención, para todos tan solo eran alergias, incluso su padre se había persuadido en aquello. Derek lo había convencido, era muy bueno en eso.

Ya era frecuente en ella sentir un pavoroso abatimiento cada vez que Derek la profanaba sexualmente, se conseguía decir que la dolencia física ya se había cansado de juguetear con ella, de utilizarle como si esta fuese plastilina, ahora el dolor se había situado a su alma, desperdigando gotas silenciosas, mudas como el propio veneno, matándola

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