Capítulo 19.

Sus ojos empezaron a abrirse pesadamente.

Sus largas pestañas parecían estar adheridas entre sí.

Sentía húmedo.

Todo a su alrededor se sentía acuoso.

El agua se impregnaba a su débil cuerpo, cada gota aguijoneaba su piel.

Alguien estaba tocando su cuerpo con suavidad.

Restregándolo.

La inconciencia no quería soltarla por completo, y de cierta manera ella tampoco quería volver a la desolada realidad que estaba engulléndola.

Pero tarde o temprano lo haría.

Aquello era inevitable.

Sus pupilas se dilataron cuando fueron apaleadas por la luz de aquella bombilla que estaba a lo alto de aquel ostentoso y enorme baño.

Empezó a pestañear reiteradamente y observó todo a su alrededor.

Cerámicas abrigando la pared, color blanco simiente, un olor

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