Sintió como si le cayera un balde de agua fría de repente. ¡Tanto sacrificio para nada! ¡Dos años de ahorros se fueron por la borda! Sabía que no debía prestarle ese dinero al primo de su esposo, pero como siempre, sería juzgada por su familia. Por lo regular, era lo mismo con ese primo vago que acostumbraba a pedir prestado y malgastaba el dinero.
—¿Por qué no me habías dicho antes? —interpeló con lágrimas en los ojos.—¿Me estás culpando? —él reclamó. Siempre era así; en vez de buscar soluciones se culpaban uno con el otro. ¿Será esa la razón de su fracaso? Todo empezó muy bien. Compartían y hacían las cosas en equipo los primeros años, pero luego todo cambió. El desánimo, el cansancio, el egoísmo y los malos entendidos acabaron con lo que juntos empezaron a construir.
¿Acaso ellos ya no eran compatibles? ¿Será que su relación ya no resultaría como antes? Un frío intenso acarició su corazón.
—¿Es que ya no hay remedio? —ella balbuceó.
—¿Qué? —él preguntó sin entender lo que ella había pensado en voz alta. Anny lo miró con tristeza.
—Estoy cansada —respondió—. Olvidemos este asunto, con discutir no vamos a recuperar el dinero. ¡Eso sí, Alex! Jamás le vuelvo a prestar a tu familia —él asintió.
Anny aún estaba triste, no solo era la pérdida del dinero, más bien la pérdida del compañerismo. La pérdida de las caricias, de las risas, de las muestras de afecto, de la pasión...¡Cuánto lo extrañaba! ¡Cuánto ansiaba sus brazos! Necesitaba aferrarse a él y apoyarse en su consuelo. Él siempre estuvo para ella; en sus momentos más duros e insoportables, él fue su sostén y ayuda. ¿Qué había cambiado? ¿Por qué tanta frialdad y distancia? No pudo apartar su mirada de él, de su cuerpo firme y varonil, lo observaba como si fuera inalcanzable y aunque lo había visto desvestirse cientos de veces, esta vez volvió a percatarse de cuan atractivo era.
Él tomó su toalla y entró al baño cerrando la puerta tras sí. ¿Por qué se sentía tan cálida por dentro? A pesar de esa difícil situación, sus deseos le reclamaban cariño. ¿Cuándo fue la última vez? Ni siquiera pudo recordarlo, pero hacía mucho tiempo no pasaba nada más que discusión y temas de asuntos que resolver entre ellos.
Saltó de la cama y se sentó frente al espejo, sin percatarse estaba peinando su cabello largo y lacio, ¿podría ser que esa noche todo se arreglaría? ¿Habría alguna posibilidad de que él la mirara como antes? La puerta empezó a abrirse y ella saltó a la cama otra vez. Se acostó subiendo en poco se diminuta bata. Minutos después él ya estaba dentro de su pijama; ella se sentó y lo miró fijamente.—¿Crees que estoy gorda? ¿O vieja?
—¿Por qué preguntas tonterías? Siempre has sido hermosa y joven —ella sonrió.
—Y... ¿Aún te gusto?
—¡Por supuesto! —respondió.
—Entonces... ¿Por qué...? —no se atrevió a terminar la frase.
—¿Qué dices? —preguntó confundido. —Nada... —se retractó—. Solo estoy sensible hoy, no me pongas asunto —respondió apenada, se recostó y ocultó su rostro entre las sábanas. Él sonrió; ella se veía tan inmadura, pero linda a la vez. Álex se acercó y quitó la sábana de su rostro, y le dio un beso tierno y cálido en los labios.Sus manos recorrieron su cuerpo con ternura y un poco de timidez, por lo que ella sentía que el corazón le saldría del pecho en cualquier momento. Los recuerdos de su primera vez con él la invadieron de repente, la misma sensación de timidez y temor recorrían su piel, puesto que tenían mucho tiempo sin acción. El beso se hizo más intenso y las caricias menos tímidas y más atrevidas. El momento era chispeante y delicioso. De repente se oyeron sonidos en la puerta.—¡Mami, ábreme! Tengo miedo —era su pequeña niña, siempre que veía una película de terror tenía pesadillas. Álex saltó de la cama y abrió la puerta, entonces cargó a la pequeña con delicadeza.—¿Otra vez viendo películas de terror? Kathy no entiende que eres muy pequeña para ese tipo de pel&iacut
¿Cómo debería ser el amor? Complicado... simple... sencillo... ¿Debería haber un patrón? ¿Un modelo a seguir? ¿Debería ser tan obvio y predecible? ¿Debería seguir una rutina, un proceso...? ¿Un método? ¿Cómo debería ser el amor? La mañana era brillante y prometedora; un día hermoso para hacer algo fuera de la rutina. Se levantó de buen humor y se duchó cantando. Fue a la cocina a preparar un exquisito desayuno. De repente una personita rodeó sus piernas con sus pequeñ
Todos notaron el cambio en su estado de ánimo. Su rostro emanaba luz y sus ojos brillaban como las estrellas. En ocasiones se le escuchaba tararear en voz baja.—"Definitivamente algo le pasó" —todos murmuraban mirándola como si fuera un alíen. Alan, el compañero de trabajo guapo que siempre la molestaba, la observaba con recelo. Se le acercó con cara de querer descubrir algo.—¡Hey! —gritó en su oído, a esto ella respondió con un grito.—¡Alan, por Dios, me asustaste! ¿Qué no tienes trabajo que hacer que andas con tus niñerías todo el tiempo? —preguntó molesta.Él acercó su cara rara de detective y le apuntó con el dedo. —¡Tú!—¿Acaso te volviste loco? —le golpeó el hombro para que se alejara.
La mañana emanaba buena vibra, definitivamente era un domingo para quedarse en casa y cocinar algo delicioso. Ese era el único día que le inspiraba estar en la cocina, ya que lo tenía completamente libre. Aunque los sábados casi nunca iba a trabajar, siempre había algo que terminar o editar; por lo tanto, le era costumbre dedicarle unas horas al trabajo ese día. El timbre sonó y la vibra cambió de radiante a oscuro, un frío insoportable llenó su interior. ¡Esa voz!—Alex, querido. ¡Tu madre está feliz! —desde que él abrió la puerta, la voz chillona de aquella señora inundó el lugar.—Me alegro mucho, Ma. En... —él no terminó la frase cuando ya ella había irrumpido.—¿Dónde está mi nieta hermosa? —la señora pre
Su torso desnudo la hizo sonrojar. Un mar de sensaciones la inundaron y empezó a acariciarlo con ternura. Él se volteó quedando boca abajo. ¡Estaba rendido! Llegó tan cansado que se dio un baño, se puso el pantalón pijama y se echó a dormir. Sin embargo, Anny no podía pegar el ojo. Tenía tanto deseo de sentir sus caricias, sus besos..., no podía dormir sin que él apagara su sed. Empezó a besar su espalda descubierta y él se removió incómodo.—Tengo sueño... —susurró soñoliento, pero ella insistió con sus caricias—. De verdad, amor, estoy muy cansado —él balbuceó y se durmió. ..El olor a café la despertó con una sonrisa, luego recordó la decepción de l
Fuego abrazador que destruye todo a su alrededor y domina la lógica y la razón, que ciega el pensamiento sobrio. Celos... Sus cuerpos desnudos estaban entrelazados entre sí. La noche anterior había sido muy revuelta y sus ropas estaban tiradas por doquier. Era viernes, último día de completa privacidad para ellos. La niña estaba con su abuela en la casa de la playa y la pareja pasarían el fin de semana allá.—No quiero ir a trabajar... —Anny murmuró mientras acariciaba la mejilla de Alex, quien la miraba a los ojos con ternura.—Resiste —sonrió—, mañana nos vamos a divertir en la playa —Anny hizo una mueca. Estar en la playa era emocionante, pero estar en la playa con la familia de él, era desquiciante.—No pongas esa cara —be
“Tu pasividad alimenta esas inseguridades que me atrapan y me hacen cobarde y entonces, me convierto en una perdedora”.El viaje a la casa de la playa fue más rápido de lo que Anny esperaba; pese al incómodo silencio que habitaba en el vehículo, prefería eso antes que llegar. Lo único que la alentaba era el hecho de que vería a su pequeña, después de una larga semana separada de ella. Salieron del auto con el mismo silencio, Anny tomó su bolso y Alex sacó la valija del baúl. El lugar no estaba mal. Era una casa lujosa, rodeada de palmeras, con una entrada decorada con piedras y pequeñas plantas. Desde el frente se podía apreciar la hermosa playa que quedaba atrás de la casa. Entraron recibidos por el personal y subieron a una habitación dirigidos por una de las muchachas del servicio. A
—¿Qué piensas? —Aura le preguntó expectante. Ambas estaban sentadas en la sala frente a una laptop.—Están bien... —respondió dudosa—. Bueno... Podrías sombrear esta parte, para que resalte —dijo señalando la imagen. Aura obedeció y brincó de la emoción.—¡Es genial! —celebró dando palmadas—. ¡Eres grandiosa, Anny!—En realidad, la grandiosa eres tú —contestó con una sonrisa—, es tu diseño.—Y tú la mejor diseñadora que conozco, aparte de publicista —le devolvió la sonrisa—. Oye... conocí unos chicos que viven cerca de aquí, y me invitaron a una fogata en la playa. Les dije que invitaría a unos amigos y aceptaron.—¿Qué