—¿Qué piensas? —Aura le preguntó expectante. Ambas estaban sentadas en la sala frente a una laptop.
—Están bien... —respondió dudosa—. Bueno... Podrías sombrear esta parte, para que resalte —dijo señalando la imagen. Aura obedeció y brincó de la emoción.
—¡Es genial! —celebró dando palmadas—. ¡Eres grandiosa, Anny!
—En realidad, la grandiosa eres tú —contestó con una sonrisa—, es tu diseño.
—Y tú la mejor diseñadora que conozco, aparte de publicista —le devolvió la sonrisa—. Oye... conocí unos chicos que viven cerca de aquí, y me invitaron a una fogata en la playa. Les dije que invitaría a unos amigos y aceptaron.
—¿Qué
La mañana estaba brillante al igual que el humor de Anny. Hacía tanto tiempo que no se sentía así. Recordó cuando ellos eran novios y cuando se casaron. Como él se opuso a su familia para poder estar con ella, puesto que ellos nunca la aceptaron. Los primeros años fueron hermosos, claro, algunos que otros problemas, pues Álex siempre había sido reservado y poco expresivo. A veces ella no sabía cuáles eran sus sentimientos o pensamientos en ciertas situaciones. Nunca recordaba nada y no era muy detallista. Pero, escuchar tantos detalles del día en que se conocieron despertó esa ternura dormida en su corazón. Jamás se hubiese imaginado escuchar aquello de su boca. ¡Estaba feliz!—Mi amor, no seas así —reclamó su madre en la mesa, mientras desayunaban—. Carmela necesita un empleo para subsistir. No puedes neg
—No estoy muy seguro de esto —Álex refunfuñó y Aura lo fulminó con la mirada.—Es solo una fogata con amigos. Guillermo y Pedro tocan muy bien la guitarra, por lo que se reúnen a cantar y contar anécdotas —ella explicó.—¿Y es que hacen fogatas todos los días?—No todos los días, pero casi —ella lo miró con una sonrisita, más él observó a su esposa y sonrió. Le agradecía a Aura por convencerla de usar ese vestidito playero blanco. Era cortito y sensual, tapaba su hombro derecho y parte del brazo, dejando el izquierdo completamente descubierto. Su cabello largo y rubio estaba suelto con hermosas ondas y llevaba unas sandalias color crema. Aura vestía unos shorts negros y una blusa ancha y corta con su cabello corto suelto.Llegaron a la playa don
“Esos detalles... simples pero importantes. Esos detalles: ¿Pueden enamorarme?”. Llegó al trabajo radiante y emanando felicidad. El fin de semana que creería sería el mismísimo infierno, terminó siendo el mejor que había tenido en mucho tiempo. La complicidad, la pasión y el romanticismo encendieron su relación y esta vez, no permitiría que nada ni nadie la apagara.Se sentó en su silla y se sorprendió al ver un cupcake de vainilla con mermelada de piña sobre su escritorio. Miró a su alrededor, pero todos estaban concentrados en su trabajo, al parecer nadie vio quien lo puso allí, porque ninguno la abordó para comentar sobre el chisme. Siguió con su trabajo y media hora después, sintió el abrazo de alguien sobre su espalda. Se distanci&oacut
Los días en el trabajo eran más divertidos con Alan, las horas se iban rápido con su compañía.—¡Adiós! —Anny movió la mano en forma de despedida y subió al taxi.Alan se quedó mirando el auto partir embelesado.—No tienes oportunidad con ella —una joven pequeña y rellenita Io sacó de su ensoñación.—Así es—una señora delgada de rizos rubios le secundó—. Ella nunca dejaría al papasito de esposo que tiene por ti, querido Alan. No es que tú estés mal, porque la verdad es que estas para comerte enterito y sin dejar desperdicios —mordió sus labios con lujuria y la otra compañera, más dos mujeres que se acababan de unir, estallaron en carcajadas.—No sé de qué hablan —la
Álex y Anny empezaron a hacer los planes para la tan anhelada empresa de publicidad. Ella siempre soñó con tener su propio negocio y Álex le había prometido ayudarla, aunque tenían el pequeño percance de que siempre ocurría un evento que se los impedía.—¡Vaya! Me alegro por ti, Anny. Espero que me contrates cuando empieces —Alan comentó emocionado.—Claro que sí. Serás el jefe de los diseñadores y yo seré muy afortunada en tener a un diseñador tan bueno y creativo como tú —sonrió.—Y a mí me encantará tener una jefa tan hermosa como tú —dijo seductor y Anny se sonrojó....Anny llegó emocionada a su casa, pues esa tarde verían varios edificios para escoger el que sería la instalaci&o
—No entiendo. Se supone que tenían todo casi listo, ¿por qué lo pararon de repente? —Alan cuestionó preocupado. Ambos estaban en la misma cafetería adonde él la había llevado antes.—Álex tiene mejores cosas que hacer —espetó molesta—. Es un paro temporal hasta que él termine con la empresa de su socia que, al parecer, es más importante.—No entiendo a tu esposo —Alan frunció el cejo—. ¿Cómo puede darle prioridad al trabajo de otra persona? Se supone que ese es su gran proyecto de vida, debería entregarse por completo. No mereces lo que te está haciendo, si fuera yo nunca te trataría de esa forma.—Pero no eres tú, Alan —ella refutó con incomodidad.—No sé por qué estás con ese hombre, es obv
—¡Felicidades, Álex! —el presidente de la empresa lo saludó con fervor—. Hiciste un trabajo espectacular con Paula Ponce. Estamos agradecidos de tu esfuerzo, sé que no te correspondía hacerlo y eso es algo que realmente apreciamos.—No tiene que agradecerme, fue un placer, señor —dijo mientras sostenía la mano de su jefe.—Álex, tenemos una oferta para ti, es una oportunidad que no debes dejar pasar —el vicepresidente, quien estaba junto al presidente, espetó con una sonrisa de oreja a oreja.—Paula Ponce va a expandir una de sus empresas en el extranjero y necesita a alguien como tú que le ayude y asesore. Ella quedó encantada con tu trabajo y nos hizo la oferta, no solo serías un asesor, ella te dará acciones y serás socio de su empresa; también nosotros recibiremos una tajada
Anny estaba en la cocina con su taza de café en manos, cuando él pasó con las maletas.—¿Quieres café? —fue lo único que se le ocurrió decir para retenerlo un poco más. Quería abrazarlo y pedirle que se quedara con ella, pero eso sería muy egoísta de su parte.—Claro —respondió inexpresivo y ella le pasó una taza con el líquido cafeinado. Ambos se miraban en silencio y ninguno se atrevía a mencionar palabras. Los minutos parecían lacónicos, pues ellos querían alargarlos más; tal vez no estaban listo para distanciarse por tanto tiempo y menos sin haber arreglado las cosas entre ellos. Álex miró su reloj y entendió que era hora de irse. Ya se había despedido de su pequeña en la noche, pues no tenía el valor de hacerlo con ella despierta.