LXXX Resignación

Resignación, esa era la clave de todo. Y la resignación para alguien como Vlad Sarkov, acostumbrado a salirse con la suya, tenía un sabor amargo. Confiaba en la ciencia médica, pero en su fuero más interno albergaba la secreta esperanza de que el sexo detectado para su segundo bebé estuviera errado y naciera un niño.

Tal vez Caín, parado a su lado frente a la sala de maternidad y con una expresión de condenado a muerte similar a la suya, pensara lo mismo. Era demasiado cínico como para admitirlo, de eso Vlad estaba seguro.

—Otro niño... qué orgullo —dijo, con fingido orgullo.

—Si no fueras experto en hacer niños salvajes y estúpidos podríamos haberlos intercambiado.

Los bebés habían nacido casi al mismo tiempo y eran igual de pequeños y feos, nadie habría notado la diferencia.

—No puedes estar hablando en serio, Vlad.

—Claro que sí. Sam ya le había puesto nombre, pero la habría convencido de cambiarlo. "Los médicos se equivocaron, amor, es un niño. Llamémoslo Camilo". El crimen perfec
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