Un desayuno para dos

Egan, por su parte, había dormido apenas unos minutos antes de sentir a Katya ablandarse en su agarre. La escuchó roncar suavemente un momento después y él tuvo que contener una risa. Ella y su madre compartían muchas características físicas, si Egan creyera en eso podría decir que una es la obvia reencarnación de la otra. Pero ahora le sorprendía el hecho de que también compartían el mismo temperamento terrible y la inteligencia sobrehumana. Egan no podía decir que amaba a Katya, llegó a amar (y amaba aún) a su madre, pero Katya era una persona que había que quererla mucho para soportarla.

Y él estaba aprendiendo a soportarla lentamente.

Él se inclinó sobre el cabello rubio de Katya y le dejó un suave besos entre sus hebras. Katya murmuró algo incomprensible entre sueños, arrugando su rostro en medio de un gemido. Egan la tranquilizó acariciando muy suavemente su rostro y permitió que ella volviera a acomodarse entre sus brazos hasta que estuviese cómoda. Cuando lo hizo, Katya consig
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