Al salir del quirófano, Katya estaba exhausta. Entre salvarle la vida a un paciente, lidiar con Egan y las miradas de las enfermeras, gracias al espectáculo de Egan y el hecho de que ella había sido la rechazada para el trabajo, la habían agotado a niveles estelares. Todo ello teniendo en cuenta que los últimos días, desde que había decidido atender a Egan, no había descansado nada ni había comido demasiado bien.Y estaba Egan, pensó Katya cuando volvía a entrar al pasillo donde lo había dejado, siempre estaría él de ahora en más. En especial si ella quería su clínica y él tuviese el dinero para financiarla.Katya buscó por todo el pasillo a Egan o a sus hombres, los cuales serían imposibles de esconderse o perderse entre las personas. Pero ella no los encontró, ni rastros de ellos. Todo parecía al día que los militares los atacaron...¿Y si habían vuelto? Las alarmas se dispararon de inmediato. Si la fuerza armada había vuelto y ellos habían tenido que irse dejándola atrás, era verda
Las paredes blancas, un ventanal cubierto con una cortina gris y un olor a incienso de vainilla y productos de limpieza. Había calidez, no había dolor, tenía sueño. Mucho sueño. Egan volvió a cerrar sus ojos, sumiéndose en la negrura del sueño una vez más. Escuchaba una dulce voz, tarareando una suave melodía que no conocía. Sentía algunas delicadas caricias recorrerle los brazos, un aire frío soplarle el rostro. Sentía las gotas bajar desde su cabello hasta su mandíbula y cuello, la humedad en su frente que pegaba su cabello a su rostro.Estaba durmiendo, eso lo sabía Egan. Y cuando la pesadilla perenne de sus recuerdos se materializó frente a él, quiso llorar, quiso gritar, quiso patalear como un niño al que se le es arrebatado el tesoro más grande que su frágil cuerpo puede poseer: su madre.Usualmente él era un hombre frío, calmado, pero cuando aquella pesadilla lo atormentaba noche tras noche, él sentía que volvía a ser el niño que vio a su madre morir frente a sus ojos, cuyo pad
Egan asintió, evitando al máximo demostrar cualquier asombro en su rostro.– Bien hecho –Katya escondió una sonrisa de orgullo–. Parece que se te da bien la autoridad.Katya se encogió de hombros.– Las cirugías e intervenciones en el hospital me dieron experiencia; ser la doctora de cabecera es algo muy similar: dar órdenes, dirigir, tomar decisiones importantes en lapsos cortos de tiempo. Solamente que en ese caso tienes la vida de un paciente en tus manos, y en el tuyo, tu heridas, propiedades, dinero –Katya se inclinó en la camilla, susurrando para que los hombres de Egan, que los cuidaban desde el otro lado de la puerta, no escucharan–. ¿Sabes que tuve el dominio de entregarte a las autoridades y destruirte con mis manos por casi 10 horas? –A Egan escuchar aquello no le agradó en lo absoluto–. Y aún así no lo hice. No significa en lo absoluto que tenga lealtad hacia ti, o que sienta que te debo algo y tenga la necesidad de pagarte. Estamos a mano.Egan sintió tanta ira en su inter
Después de que Katya se resignara a tener que estar junto a Egan, decidieron que ambos debían irse a casa. Ya que Egan tenía mucha picazón y un cabestrillo que le imposibilitaba conducir, y Argus iba en un auto aparte, a Katya le tocó conducir hasta Sacra Corona. No le hacía feliz hacerlo, pero siempre había conseguido algo de libertad al manejar, pese a que el único auto que poseyó en su vida lo tuvo que vender cuando decidió mudarse del país junto a Ivan.Katya condujo siguiendo las indicaciones de Egan para llegar a casa, iba mirando cada cartel del camino, mirando cada punto de referencia que pudiese memorizar para guiarse cuando tuviera que ir al trabajo. Egan le dijo que no tendría por qué hacerlo, pues apenas llegaran, él le asignaría un par de guardaespaldas quienes la podrían llevar hasta el trabajo. Katya no se negó a tenerlos, pero si peleó unos minutos con Egan por poder conducir por sí misma.Katya no podía mirar a los ojos a Egan, pese a que él constantemente la miraba f
El regreso a la casa fue silencioso, ni Egan ni Katya volvieron a hablarse en el camino para nada más que fuera algo referente al camino. Cuando se bajaron del auto, Katya temió que la volverían a llevar hasta el calabozo subterráneo de Egan, pero cuando él le pidió que la siguiera de nuevo hacia la casa ella sintió un enorme alivio en su interior. Cuando Katya entró en la casa y Lana la vio, ella pareció sentir también el mismo alivio al verla viva. Aquello intrigó a Katya pero no hizo preguntas cuando Egan le pidió a la mucama que la guiara hasta la habitación donde ella había estado antes para que se refrescara y descansara. Katya agradeció internamente finalmente poder descansar algo en tanto tiempo, pero una duda llegó a su cabeza al mismo tiempo.– Egan –murmuró Katya, cuando él se giró para verla antes de desaparecer nuevamente en su oficina, ella recordó el relato que le había dado en el auto. Él era solo un niño que había perdido a sus padres y le había tocado salir a trabaja
Egan, por su parte, había dormido apenas unos minutos antes de sentir a Katya ablandarse en su agarre. La escuchó roncar suavemente un momento después y él tuvo que contener una risa. Ella y su madre compartían muchas características físicas, si Egan creyera en eso podría decir que una es la obvia reencarnación de la otra. Pero ahora le sorprendía el hecho de que también compartían el mismo temperamento terrible y la inteligencia sobrehumana. Egan no podía decir que amaba a Katya, llegó a amar (y amaba aún) a su madre, pero Katya era una persona que había que quererla mucho para soportarla.Y él estaba aprendiendo a soportarla lentamente.Él se inclinó sobre el cabello rubio de Katya y le dejó un suave besos entre sus hebras. Katya murmuró algo incomprensible entre sueños, arrugando su rostro en medio de un gemido. Egan la tranquilizó acariciando muy suavemente su rostro y permitió que ella volviera a acomodarse entre sus brazos hasta que estuviese cómoda. Cuando lo hizo, Katya consig
Después de lo que fueron probablemente la hora y media de protestas y peleas más acalorada entre los dos en las últimas 48 horas, finalmente Katya estaba en camino hacia su clínica, acompañada por un Egan que no hacía más que atender llamadas en su manos libres. Mientras tanto, Boris conducía y Francesca iba en el asiento del copiloto, pendiente a todo lo que el otro guardaespaldas le decía sobre cómo cuidarían de Katya. Obviamente, aquello no le gustaba en absolutamente ningún aspecto a la mencionada, pero no quería iniciar otra pelea con Egan por algo que él ya le había advertido que sucedería. El punto es que Boris efectivamente le había traído toda su ropa, diciéndole a Ivan que ella había conseguido su propia casa dónde quedarse como excusa ante su ausencia. Aquello último, cabe destacar, no fue idea de nadie más que de Egan. Él también le había dado un celular nuevo a Katya, uno que lucía altamente costoso y novedoso, y uno donde solamente estaba el número de Egan y el de la mad
Cuando Katya se fue, Egan soltó el teléfono y se encaminó con zancadas decididas hacia el mostrador, donde Ivan estaba sentado cómodamente. Él no lo golpearía, con el cabestrillo no es como que pudiese, pero se había prometido a sí mismo que no haría nada para estresar más de lo que ya estaba a Katya.– ¿Qué crees que haces aquí, Ivashkov?Ivan lució sorprendido.– ¿Ya te sabes mi apellido?, no puedo creer que en serio me investigaste. Te debes sentir muy intimidado para averiguar quién soy. Quizás solamente querías saber qué relación tengo con Katya.Egan sintió la rabia efervecer en él, tuvo que apretar sus puños para evitar hacer algo de lo que pudiese arrepentirse.– Acabo de terminar la llamada con mi investigador privado. –Egan se jactó, Ivan rio de la impresión.– Y no encontraste nada, ¡qué sorpresa debió ser para ti!– No me interesa si eres un maldito ángel del cielo, no te quiero cerca de mi esposa –a Ivan se le fue el color del rostro. A Egan le fascinó ver aquella reacció