95. La visita

Hadriel la miró, y aunque su expresión seguía siendo controlada, sus ojos reflejaban un alivio genuino. Sin decir una palabra, se acercó a Hellen y la envolvió en un abrazo, siendo este uno de esos raros momentos en los que dejaba que sus emociones se mostraran, aunque fuera en silencio.

—Eso es maravilloso, Hellen —dijo en un tono bajo, pero lleno de sinceridad—. Sabía que lo lograría.

Los dos dejaron a los bebés en las cunas y se dieron un fuerte abrazo, en el cada uno pudo sentirse en paz y en tranquilidad.

El ambiente en la casa cambió casi de inmediato. La noticia de la remisión de Dahlia fue como una ráfaga de aire fresco que barrió con la tristeza que había pesado sobre ellos durante tanto tiempo. Hellen sentía que podía respirar de nuevo, sin la constante preocupación por la salud de su madre nublando cada momento de felicidad.

Cuando los médicos le dieron la noticia de que su madre había vencido al cáncer, Hellen sintió una oleada de alivio y gratitud tan intensa que casi no
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