Mientras Hadriel se inclinaba sobre Hellen, su rostro comenzó a acercarse al de ella sin que lo notara. Era como si una fuerza invisible lo empujara, atraído por el imán que ella representaba. Sus ojos no se apartaban de los suyos, y cada centímetro que los separaba parecía desvanecerse en un suspiro. Podía sentir su respiración, cálida y suave, mezclándose con la suya. Todo su ser clamaba por ella, por sentirla aún más cerca, por dejarse llevar por ese impulso tan poderoso como incontrolable.Su corazón latía con una intensidad tan feroz que sentía que iba a romperse en mil pedazos. Cada pensamiento racional era arrasado por la marea de emociones que lo inundaba. "Solo un poco más...", se dijo, su mente nublada por el deseo, por la necesidad de estar aún más cerca de Hellen. Sus labios, temblorosos, casi rozaron los de ella cuando, de repente, un destello de conciencia lo atravesó como un rayo.De manera abrupta, Hadriel se detuvo, como si hubiera sido jalado de vuelta a la realidad.
Las cosas entre Hellen y Hadriel se volvieron tensas, aunque no de la manera que ella hubiera esperado. Cada vez que estaban juntos, una corriente de energía parecía recorrer el espacio entre ellos, haciéndolo vibrar con una intensidad que ninguno de los dos podía ignorar. Hellen notaba cómo ambos evitaban encontrarse a solas, cómo sus conversaciones se volvían más formales, y cómo ninguno de los dos se atrevía a sostener la mirada del otro por mucho tiempo. Era como si ambos hubieran llegado a un acuerdo tácito de no cruzar una línea que ambos sabían existía, pero que ninguno deseaba nombrar.En su mente, Hellen repasaba una y otra vez lo que había sucedido, lo que casi había sucedido, y lo que probablemente nunca sucedería. Aunque intentaba convencerse de que esta distancia era lo mejor, no podía evitar sentirse atrapada entre dos deseos opuestos: el anhelo de estar cerca de Hadriel, de sentir la calidez de su presencia, y el miedo a lo que podría significar si ese anhelo se convert
En otro momento, Hadriel abrió la puerta del cuarto con prisa, buscando su tableta tecnológica para revisar algunos informes urgentes. Sin embargo, al entrar, lo que encontró lo dejó inmóvil, como si el tiempo se hubiese detenido de repente. Allí estaba Hellen, de pie, recién salida de la ducha, con solo su ropa interior cubriendo su cuerpo. Su piel aún húmeda brillaba bajo la suave luz del cuarto, y su cabello castaño, algo húmedo, caía en suaves ondas sobre sus hombros.Por un instante, Hadriel quedó completamente embelesado. La imagen de Hellen, tan natural y desprovista de cualquier pretensión, se grabó en su retina con una intensidad que nunca había experimentado. Su corazón comenzó a latir más rápido, como si intentara compensar el repentino silencio que había caído sobre él.En su mente, intentaba reunir la compostura, recordar que su relación con Hellen era meramente contractual, pero esa lógica parecía desvanecerse ante la visión que tenía frente a él. Cada curva de su cuerpo
Hadriel sabía que debía mantener el control, que no podía dejarse llevar por esas emociones. Pero, a medida que se alejaba, cada paso lo llevaba más lejos de la tranquilidad que había conocido antes de conocer a Hellen. Era como si ella, con su sola existencia, hubiera desatado algo dentro de él, algo que no sabía cómo manejar. Y lo que más lo perturbaba era la certeza de que, por más que intentara resistir, cada día se sentía más atraído hacia ella, incapaz de evitarlo, incapaz de luchar contra ello.En el fondo, Hadriel sabía que su vida nunca volvería a ser la misma. Hellen había dejado una huella en él, una que no desaparecería con el tiempo, sino que probablemente se haría más profunda. Y aunque la razón le decía que debía mantenerse distante, su corazón y su cuerpo comenzaban a traicionarlo, acercándolo cada vez más a la mujer que, irónicamente, lo hacía sentir más vulnerable que nunca.Al dormir, los dos lo hacían en la misma cama con los bebés en sus cunas en el cuarto contigu
Hellen se despertó sobresaltada, su cuerpo todavía estremecido por el intenso sueño que acababa de experimentar. Su respiración era rápida y entrecortada, mientras un calor abrasador recorría cada rincón de su ser. Sentía la humedad en su piel, el pulso acelerado y el cosquilleo en sus piernas, la evidencia de lo vívido que había sido ese sueño, tan real que la dejó temblando. Su mirada se deslizó hacia Hadriel, quien estaba a su lado, dormido y tranquilo, completamente ajeno a la tormenta emocional que la azotaba.Con un nudo en la garganta, Hellen tragó saliva, tratando de calmarse, pero el deseo latente que aún la envolvía hacía imposible que su cuerpo se relajara. Sin embargo, en medio de esa agitación, un sentimiento más profundo, más verdadero, emergió desde lo más hondo de su alma. Con una suavidad casi reverente, acarició la mejilla de Hadriel, sintiendo bajo sus dedos la calidez de su piel. Cada detalle de su rostro le resultaba fascinante, desde las líneas fuertes de su mand
Tras la noche de su silenciosa confesión, algo cambió entre Hellen y Hadriel. La incomodidad que había existido entre ellos se desvaneció, y comenzaron a compartir más momentos juntos, dedicándose al cuidado de sus gemelos como una pareja de padres amorosos.Hellen experimentaba una combinación de emociones cada vez que veía a Hadriel cargar a uno de los bebés o al inclinarse para cambiarles los pañales. Su corazón se llenaba de una calidez indescriptible, una sensación que mezclaba amor y gratitud, pero también un profundo sentimiento de indignidad. Se sentía indigna de compartir esos momentos con Hadriel, recordando su pasado que la manchaba.Cuando bañaban a los gemelos juntos, Hellen no podía evitar observar la atención y ternura con la que Hadriel los trataba, y aunque sonreía, en su interior luchaba con la idea de que no merecía formar parte de esa familia. Cada vez que alimentaban a los pequeños, o cuando los sacaban a pasear en el cochecito, Hellen se concentraba en el present
Hadriel se giró ligeramente para ver a Hellen. La luz suave de la lámpara resaltaba sus rasgos, y sus ojos celestes brillaban con un reflejo cálido. No pudo evitar sonreír levemente. Todo en ella, desde la manera en que se movía hasta la forma en que lo miraba, le hacía sentir que estaba exactamente donde debía estar. Se preguntaba cómo era posible que una persona tuviera tanto poder sobre sus emociones, cómo Hellen, con su presencia tranquila y afectuosa, había logrado entrar en lo más profundo de su corazón.Hadriel se dio cuenta de que no quería que esto terminara. La felicidad que sentía al estar con Hellen y su familia era algo que nunca había experimentado antes. No se trataba solo de cumplir con un contrato o con las expectativas que había sobre él; se trataba de vivir momentos que llenaban su alma, de experimentar un tipo de amor y conexión que nunca antes había conocido.Mientras seguía mirando a Hellen, embelesado, Hadriel entendió que ella había logrado lo que nadie más hab
Hadriel se acercó a ella, sus pasos seguros pero su corazón latiendo un poco más rápido de lo normal. Hellen levantó la mirada y le dedicó una sonrisa que hizo que todo en su interior se reafirmara.—Hellen, ¿puedo hablar contigo un momento? —dijo Hadriel, con su voz tranquila, pero con un matiz de seriedad que captó la atención de Hellen.Ella asintió. Al pasar por la sala de estar Hellan y Howard los vieron y sonrieron con complicidad. Hadriel la llevó a su despacho, donde podrían hablar en privado. Una vez allí, tomó un momento para reunir sus pensamientos antes de continuar.—Quisiera pedirte algo —comenzó Hadriel, manteniendo su mirada fija en la de ella-—Sí, dime.—¿Quieres cenar? ¿Solo nosotros dos?Hellen parpadeó, sorprendida por la propuesta. Aunque habían compartido muchas comidas juntos, esta invitación tenía un tono distinto, uno que no podían ignorar.—¿A cenar? —preguntó ella, como si necesitara confirmar lo que había escuchado.—Sí. —Hadriel asintió.El corazón de Hel