Después de la llamada, Hadriel se dirigió a su empresa, Sísifo. Allí, fue recibido como una verdadera divinidad. Los empleados lo saludaban con respeto y admiración; su presencia infundía una mezcla de temor y reverencia. Había solicitado una reunión ejecutiva urgente, consciente de que había asuntos pendientes que requerían su atención inmediata.Al entrar en la sala de reuniones, fue recibido por Arthur Walker, su mayor rival, cuyo tono cínico no pasó desapercibido. Arthur siempre había sido una espina en su costado, un adversario que no dudaba en utilizar tácticas desleales para intentar derrocarlo. Detrás de Arthur estaba Dylan Lewis, su más fiel secuaz, un hombre conocido por su falta de escrúpulos.—Pero miren a quien tenemos aquí, su majestad Hadriel. El hijo pródigo por fin vuelve a casa —dijo Arthur con una sonrisa venenosa.Hadriel mantuvo la compostura, su rostro tranquilo y su mirada firme. No era la primera vez que enfrentaba a Arthur, y sabía que el cinismo de su rival e
—A favor —dijo el señor Walker y lo siguieron sus aliados.—A favor —comentó Hadriel, haciendo que sus allegados también votaran de forma positiva—. La decisión ha sido tomada de forma unánime. Felicito al nuevo CEO de la compañía —. Extendió su mano hacia Arthur y luego hacia Dylan, que todavía estaban asimilando la noticia—. Lidera a la empresa hacia el éxito… Gracias por haber venido —comentó, dirigiéndose a los ejecutivos.Hadriel cerró la puerta de su oficina tras él, y el eco de sus pasos resonó en la amplia sala mientras Jareth lo seguía en silencio. La tensión en el aire era palpable, como una niebla densa que se cernía sobre ambos. Hadriel, siempre imperturbable, se dirigió hacia su escritorio y tomó asiento, invitando a Jareth a hacer lo mismo con un leve gesto de la mano.—Confío en ti, Jareth. Serás el único que sepa esto —comenzó Hadriel, su voz tranquila pero cargada de gravedad—. Mi padre tiene cáncer terminal y no le queda mucho tiempo… Apenas unos meses.Jareth, aunqu
Alemania lo esperaba, al igual que Hellen, su esposa por contrato, y con ella, todas las complejidades que la situación conllevaba. Sabía que su regreso no sería solo para retomar sus negocios, sino para enfrentar los desafíos emocionales que este matrimonio de conveniencia había traído a su vida. Jareth, sentado a su lado, respetó el silencio de su jefe, comprendiendo que Hadriel estaba sumido en sus pensamientos.El avión atravesaba las nubes, y Hadriel, por un momento, cerró los ojos, tratando de ordenar el torbellino en su mente. Tenía que mantenerse firme, como siempre lo había hecho. Su vida había sido construida sobre la base de la disciplina, el control y la determinación. Ahora, más que nunca, esas cualidades serían necesarias para enfrentar el futuro incierto que lo aguardaba al otro lado del Atlántico.Cuando Hadriel y Jareth llegaron al aeropuerto de Alemania, una caravana de vehículos ya los esperaba. Había organizado todo con antelación para asegurarse de que su regreso
Hellen estaba en la sala de estar del apartamento. Desde que Hadriel se había ido, había estado de mal humor y sin ganadas de hacer nada. Aunque hablaban por teléfono, ya se había acostumbrado a estar con él, casi todo el día. Al escuchar el timbre, pensó que era su hermana Hellan, por lo que abrió sin ver a través del mirador y sin mucho entusiasmo. Sin embargo, Al abrir la puerta, el mundo de Hellen pareció detenerse por un instante. No era su hermana Hellan quien estaba allí, sino Hadriel. La sorpresa hizo que su corazón diera un vuelco y comenzara a latir con fuerza, cada latido resonando en su pecho como si quisiera salir. El mal humor que había sentido durante todo el día desapareció en un instante, reemplazado por una mezcla de alegría y alivio.Sus párpados se abrieron ampliamente, reflejando la incredulidad que sentía. No esperaba verlo tan pronto, no después de haberse acostumbrado a su ausencia y de resignarse a la distancia que ahora los separaba. Pero ahí estaba, frente a
El primer trimestre del embarazo de Hellen fue una etapa de descubrimientos, cambios y emociones intensas que la tomaron por sorpresa. Su vida, ya transformada por su matrimonio con Hadriel, experimentó una nueva dimensión de complejidad y asombro.Una mezcla de emociones la envolvió. Aun asimilaba que iba a ser madre, y más aún, madre de gemelos, le pareció un sueño irreal. Se sentía abrumada por la responsabilidad que implicaba traer dos vidas al mundo, pero también llena de una emoción inexplicable, como si de repente su propósito en la vida se hubiera revelado. Era una mezcla de temor y esperanza, de ansiedad y dicha, que la mantenía en un constante vaivén emocional. Comenzó a experimentar cambios sutiles pero innegables. Sus senos se volvieron más sensibles y aumentaron de tamaño, un recordatorio constante de la vida que crecía dentro de ella. Las náuseas matutinas, que la atacaban en cualquier momento del día, la dejaban debilitada y a veces incapaz de disfrutar de las comidas q
Hadriel y Hellen vivían juntos, compartían momentos y rutinas, pero al final del día, cada uno se retiraba a su habitación separada, y Hellen se encontraba sola con sus pensamientos, anhelando algo que sentía no merecer. Cada vez que veía la ternura en los ojos de Hadriel o sentía su mano en la suya durante los momentos difíciles, su corazón se encogía con un dolor dulce y amargo. Sabía que estaba enamorándose irremediablemente de él, pero la sombra de su pasado y el muro del contrato la mantenían atrapada en su propio dilema, incapaz de confesar lo que realmente sentía.En el segundo trimestre del embarazo, Hellen comenzó a notar cambios más significativos en su cuerpo. Su vientre, que antes mostraba solo una pequeña curva, ahora se había expandido notablemente, un recordatorio constante de las dos vidas que crecía dentro de ella. Sus caderas se ensancharon y sus brazos y piernas comenzaron a mostrar un ligero pero perceptible aumento de volumen. Era como si todo su cuerpo se estuvie
Al llegar a la habitación de Dahlia, la madre de Hellen, fue Hadriel quien tomó la iniciativa de dar la noticia. Con su voz firme y serena, le contó a Dahlia sobre los gemelos que estaban en camino. La reacción de la madre fue de pura dicha; sus ojos se llenaron de lágrimas mientras miraba a su hija con una sonrisa de orgullo y amor. Para Dahlia, era un rayo de luz en medio de su enfermedad, una razón más para luchar y aferrarse a la vida.Después, se dirigieron a la habitación de Harvey, el padre de Hadriel. A pesar de su estado delicado, el señor Harvey se iluminó al escuchar la noticia. Sus manos, ya debilitadas, estrecharon las de su hijo con una fuerza inesperada, como si en ese gesto concentrara todo el amor y la esperanza que tenía para los gemelos. Miró a Hellen con una ternura que solo un abuelo que espera con ansias a sus nietos podría expresar.A pesar de la naturaleza de su matrimonio, en esos momentos de alegría compartida, Hellen y Hadriel parecían ser más que dos person
En el último trimestre, pasaron de dormir en cuartos separados, a estar en la misma habitación, pero en lechos distintos.Hellen se movía y se giraba en la cama, sin hallar comodidad, debido a su gran vientre.—¿Qué ocurre? —preguntó Hadriel, encendiendo la lámpara.—Nada, duerme tranquilo —respondió Hellen, para no hacerlo pasar mala noche.Hadriel tensó la mandíbula y se puso de pie. Arregló las almohadas y cojines para ella, pero tampoco le resultaba agradable. Así, tuvo la idea de acostarse en la misma cama. Extendió su brazo derecho, haciendo que ella se apoyara y le subiera una de las piernas en él.—¿Mejor? —pregunto Hadriel.—Sí —respondió Hellen con voz tímida.Hadriel, siempre tan sereno y controlado, sintió cómo su calma habitual comenzaba a desmoronarse en el momento en que se acostó junto a Hellen. La cercanía era desconcertante. Su corazón, que normalmente latía con un ritmo firme y predecible, se aceleró con cada segundo que pasaba sintiendo el calor del cuerpo de Helle