Así, con los ojos brillantes por las lágrimas que se negaban a caer, Hellen guardó el teléfono en su bolso y se levantó de la silla. Su cuerpo temblaba, pero con una última mirada hacia Hadriel, decidió que no lo molestaría. No interrumpiría su vida perfecta, no le causaría más complicaciones. En su lugar, se giró lentamente y comenzó a caminar hacia la salida, tratando de convencerse de que esta era la decisión correcta, aunque cada paso le doliera más que el anterior.Salió del edificio, sus pasos ligeros y casi imperceptibles en el bullicio de la ciudad, pero cada uno de ellos pesaba en su corazón como si estuviera cargando el mundo entero sobre sus hombros. El aire fresco de la mañana rozaba su piel, pero no lograba calmar el incendio que ardía en su pecho. Su mente era un torbellino de emociones contradictorias: dolor, arrepentimiento, tristeza, pero, sobre todo, un amor profundo y desesperado que no podía manifestarse como ella deseaba.Mientras caminaba por las calles de la ciu
Hadriel comenzó a caminar por la recepción, al principio con paso lento, tratando de mantener la compostura. Pero a medida que la incertidumbre y la urgencia se apoderaban de él, aceleró el paso. Su mente estaba inundada de recuerdos: la última vez que la vio, el dolor de la despedida, los momentos compartidos con sus gemelos. ¿Por qué habría venido ahora, después de tanto tiempo? ¿Qué era lo que quería decirle? Sacó su celular con manos temblorosas y le marcó, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Cada tono que sonaba en el teléfono aumentaba su ansiedad. El hecho de que no respondiera lo llenó de inquietud. ¿Qué significaba esto? ¿Por qué no contestaba?Miraba alrededor, tratando de vislumbrar cualquier señal de ella entre las personas que pasaban por la calle. La posibilidad de haberla perdido de nuevo, justo cuando había una pequeña oportunidad de reencontrarse, lo desesperaba. La mezcla de emociones lo abrumaba: miedo de que ella no quisiera verlo, esperanza de que todavía
Al contemplarlo frente a ella, Hellen bajó el celular de su oreja, y en ese momento, el mundo a su alrededor desapareció. Solo estaban ellos dos, en medio de una ciudad ruidosa, pero envueltos en un silencio abrumador. El tiempo pareció detenerse mientras ella lo miraba, intentando descifrar las emociones que se reflejaban en su rostro, sintiendo el peso de sus propios sentimientos luchar por salir a la superficie.El amor que siempre había sentido por él seguía ahí, tan fuerte como el primer día, pero ahora mezclado con una profunda tristeza y una amargura que no podía ignorar. ¿Cómo podría explicarle todo lo que había pasado, todas las razones por las cuales había decidido alejarse, por las cuales no había entrado a su oficina para saludarlo? El miedo a ser rechazada, a ser considerada indigna, la asfixiaba, pero al mismo tiempo, la sola presencia de Hadriel encendía en ella una chispa de esperanza que había creído extinguida.En ese instante, mientras lo contemplaba, Hellen sintió
A medida que conversaban, Hadriel notaba cómo Hellen seguía siendo tan accesible y amable como siempre. Su risa suave y melodiosa, su manera de inclinarse ligeramente hacia adelante cuando estaba interesada en lo que él decía, su capacidad de hacer que cualquier conversación, por trivial que fuera, se sintiera significativa—todo en ella lo hacía sentirse como si estuviera en casa. Habían pasado dos años, pero Hellen seguía siendo la misma mujer que había capturado su corazón desde el principio, y esa realización lo llenaba de una extraña mezcla de alegría y melancolía.Mientras hablaban sobre lo que habían hecho en esos años, Hadriel no pudo evitar sentirse un poco nostálgico. Aunque disfrutaba del presente, no podía dejar de pensar en lo que podría haber sido si las cosas hubieran sido diferentes. Cada palabra que Hellen decía, cada le recordaba el tiempo perdido, las oportunidades que habían dejado escapar. Pero, al mismo tiempo, había una sensación de gratitud por el simple hecho d
Hellen dejó el edificio el restaurante con el corazón latiendo con fuerza, pero también con una extraña paz en su interior. Había hablado con Hadriel después de tanto tiempo, y aunque la reunión fue inesperada y cargada de emociones, había logrado mencionarle lo más importante: los gemelos querían verlo. La respuesta de Hadriel fue más que positiva, y juntos habían acordado darles una sorpresa.El trayecto de regreso al apartamento fue un contraste de emociones. Hellen se sentía nerviosa por lo que vendría, pero también emocionada al pensar en la reacción de sus hijos. Sabía cuánto deseaban ver a su padre, y la idea de sorprenderlos llenaba su corazón de una dulce anticipación. Sin embargo, en el fondo, no podía evitar sentir una ligera aprensión por cómo se desarrollaría todo. Después de tantos años de distancia y con tantas cosas sin resolver, no podía prever cómo se sentirían los gemelos al ver a su padre en persona.Cuando Hellen llegó al apartamento, encontró a los gemelos actuan
—Hadriel… —dijo Hellen, antes de hacer una pausa para reunir el valor necesario para continuar—. Sé que las cosas no son como solían ser. Han pasado años, y aunque ya no estamos juntos. Quisiera pedirte un favor.—Te escucho, Hellen.Hellen se tomó un momento para observarlo, estudiando cada detalle de su rostro, la seriedad de sus rasgos, y la forma en que su mirada, aunque tranquila, parecía esconder una marea de emociones. Sentía un profundo dolor en su pecho, la angustia de saber que lo amaba más de lo que nunca admitiría en voz alta, pero también el miedo del rechazo de Hadriel.—Los gemelos quieren verte —dijo Hellen, dejando salir las palabras con una mezcla de alivio y tristeza—. Han estado esperando este momento durante tanto tiempo. No sé si tengas libre algún día.Hadriel la observó en silencio, comprendiendo el peso de lo que ella estaba diciendo. Sentía la misma responsabilidad hacia los gemelos, pero también la complejidad de su relación con Hellen. A pesar de todo, el v
—Si, ¿qué necesitan? —preguntó la recepcionista por formalidad.—Si, queremos ver al señor Hadriel Drews.Hadriel, aunque no hablaba, observaba todo con detenimiento. El entorno era intimidante, y las miradas curiosas que recibían de algunos adultos le hacían sentirse más pequeño. Pero ver a Harvey manejando la situación con tanta seguridad le daba el coraje que necesitaba. En su mente, su papá estaba justo al otro lado de esa conversación, y con cada palabra que su hermano decía, sentía que se acercaban más y más a él.Ambos niños sabían que eran un equipo. Las similitudes entre ellos no solo eran físicas, sino también en el vínculo inquebrantable que compartían. En ese momento, la presencia de Harvey era todo lo que Hadriel necesitaba para mantenerse firme. Por su parte, Harvey sentía que estaba protegiendo a su hermano, liderando la misión con la certeza de que estaban destinados a un encuentro feliz con su papá.El ambiente alrededor de ellos, con sus brillantes luces y el bullici
Hadriel y Hellen salieron del restaurante hacia el salón que habían reservado para su encuentro con los gemelos. Mientras Hadriel y Hellen caminaban juntos por las calles de la ciudad, ambos sentían una mezcla de emociones que oscilaban entre la nostalgia y una renovada esperanza. El aire fresco acariciaba sus rostros, llevándose consigo las tensiones acumuladas de los últimos años. La brisa, suave y refrescante, parecía limpiar cualquier rastro de formalidad entre ellos, dejando espacio para algo más auténtico, algo que ambos anhelaban, aunque no lo dijeran en voz alta.Hadriel, con cada paso, sentía una calidez creciente en su pecho. No podía evitar mirar de reojo a Hellen, admirando su serenidad y la gracia con la que caminaba a su lado. Sus ojos celestes brillaban con la luz del día, reflejando una paz que él había añorado profundamente. En ese momento, la vida se le antojaba menos complicada, como si el simple hecho de estar junto a ella volviera todo más sencillo, más claro. Los