Así, luego ocurrió algo que la hizo meditar. Hellen se encontraba sentada en el pequeño balcón de su apartamento en Alemania, viendo cómo los últimos rayos del sol teñían el cielo de tonos anaranjados y rosados. A pesar de su apariencia tranquila y de que sostenía una taza de té en sus manos, enfrentaba una encrucijada de emociones y pensamientos contradictorios. La noticia de que su madre, Dahlia, deseaba regresar a su país natal había caído sobre ella como una piedra, removiendo sentimientos que creía haber enterrado profundamente. Al viajar a otro país, no solo se sintió aliviada para curar a su madre, también porque estaba huyendo de lo que había sucedido allí. Su experiencia como mariposa, como dama de compañía.El sonido de las risas de sus hijos jugando en la sala llegó hasta ella, arrancándole una pequeña sonrisa. Harvey y Hadriel habían crecido tanto en estos cuatro años; sus risas eran su melodía favorita y su presencia, su mayor consuelo. Sin embargo, el deseo creciente de
A pesar de los años que habían pasado, cada vez más distanciado de Hellen y sus hijos, Hadriel aún conservaba esos sentimientos profundos por ellos. Era consciente de que su vida estaba incompleta sin ellos, pero también sabía que era él quien había decidido poner la distancia, priorizando su trabajo y responsabilidades. Ahora, frente a las gemelas, no podía evitar sentir que algo muy importante se le estaba escapando.La reunión terminó, y Hadriel estrechó la mano de la CEO, pero su mente seguía anclada en esos pensamientos. Mientras salía de la sala, una sensación de vacío se apoderó de él. Sabía que, a pesar de todos sus logros, de las riquezas y del poder que había acumulado, había algo que nunca podría reemplazar: la familia que, aunque nunca fue completamente suya, él había amado como si lo fuera. Luego se dirigió a un restaurante, para su almuerzo.Allí había alguien importante, Helena Hanger, una empresaria conocida por su astucia en el mundo de los negocios, entró al restaura
Hadriel asintió, manteniendo la formalidad.—Será un honor recibirla en nuestras instalaciones. Podríamos coordinar una visita. Estoy seguro de que nuestros ingenieros y gerentes estarán más que dispuestos a mostrarle el corazón de Sísifo.—Perfecto —respondió Helena con su sonrisa ampliándose—. Estoy ansiosa por verlo todo de cercaLa reunión concluyó con ambos acordando los detalles de la visita. Hadriel se levantó para despedirse, su mente aun analizando cada palabra y gesto de Helena. Mientras estrechaban las manos una vez más, una ligera sospecha se asentó en su interior. Sabía que en el mundo de los negocios, nada era tan simple como parecía, y aunque Helena había presentado una propuesta convincente, no podía evitar sentir que había algo más en juego.Al salir del despacho, su mente ya se movía hacia la planificación de la visita, pero una parte de él permanecía alerta. Helena Hanger no era una mujer común.Hadriel, mientras revisaba los detalles del acuerdo con Helena Hanger,
Hellen sintió cómo su corazón se encogía al escuchar esas palabras. Era una pregunta que había anticipado, pero para la que nunca se había sentido completamente preparada. Tragó saliva, tratando de mantener la compostura mientras sus ojos se encontraban con los de su hijo. Harvey tenía la misma expresión seria y curiosa que Hadriel solía mostrar cuando quería entender algo a fondo. Sabía que no podía simplemente desviar la conversación.—Sí, mami, queremos ver a papá —añadió Hadriel, el menor, su voz cargada de esa dulzura que siempre lograba desarmarla.Hellen respiró hondo y dejó los papeles a un lado, centrándose en sus hijos. Se arrodilló para quedar a su altura, mirándolos a ambos con ternura.—Papá los ama mucho, y sé que él también quiere verlos —comenzó, tratando de elegir cuidadosamente sus palabras—. Pero ahora él está muy ocupado con su trabajo, y a veces, cuando los adultos tienen muchas responsabilidades, no pueden estar siempre donde desean.Harvey frunció el ceño, clara
Así, con los ojos brillantes por las lágrimas que se negaban a caer, Hellen guardó el teléfono en su bolso y se levantó de la silla. Su cuerpo temblaba, pero con una última mirada hacia Hadriel, decidió que no lo molestaría. No interrumpiría su vida perfecta, no le causaría más complicaciones. En su lugar, se giró lentamente y comenzó a caminar hacia la salida, tratando de convencerse de que esta era la decisión correcta, aunque cada paso le doliera más que el anterior.Salió del edificio, sus pasos ligeros y casi imperceptibles en el bullicio de la ciudad, pero cada uno de ellos pesaba en su corazón como si estuviera cargando el mundo entero sobre sus hombros. El aire fresco de la mañana rozaba su piel, pero no lograba calmar el incendio que ardía en su pecho. Su mente era un torbellino de emociones contradictorias: dolor, arrepentimiento, tristeza, pero, sobre todo, un amor profundo y desesperado que no podía manifestarse como ella deseaba.Mientras caminaba por las calles de la ciu
Hadriel comenzó a caminar por la recepción, al principio con paso lento, tratando de mantener la compostura. Pero a medida que la incertidumbre y la urgencia se apoderaban de él, aceleró el paso. Su mente estaba inundada de recuerdos: la última vez que la vio, el dolor de la despedida, los momentos compartidos con sus gemelos. ¿Por qué habría venido ahora, después de tanto tiempo? ¿Qué era lo que quería decirle? Sacó su celular con manos temblorosas y le marcó, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Cada tono que sonaba en el teléfono aumentaba su ansiedad. El hecho de que no respondiera lo llenó de inquietud. ¿Qué significaba esto? ¿Por qué no contestaba?Miraba alrededor, tratando de vislumbrar cualquier señal de ella entre las personas que pasaban por la calle. La posibilidad de haberla perdido de nuevo, justo cuando había una pequeña oportunidad de reencontrarse, lo desesperaba. La mezcla de emociones lo abrumaba: miedo de que ella no quisiera verlo, esperanza de que todavía
Al contemplarlo frente a ella, Hellen bajó el celular de su oreja, y en ese momento, el mundo a su alrededor desapareció. Solo estaban ellos dos, en medio de una ciudad ruidosa, pero envueltos en un silencio abrumador. El tiempo pareció detenerse mientras ella lo miraba, intentando descifrar las emociones que se reflejaban en su rostro, sintiendo el peso de sus propios sentimientos luchar por salir a la superficie.El amor que siempre había sentido por él seguía ahí, tan fuerte como el primer día, pero ahora mezclado con una profunda tristeza y una amargura que no podía ignorar. ¿Cómo podría explicarle todo lo que había pasado, todas las razones por las cuales había decidido alejarse, por las cuales no había entrado a su oficina para saludarlo? El miedo a ser rechazada, a ser considerada indigna, la asfixiaba, pero al mismo tiempo, la sola presencia de Hadriel encendía en ella una chispa de esperanza que había creído extinguida.En ese instante, mientras lo contemplaba, Hellen sintió
A medida que conversaban, Hadriel notaba cómo Hellen seguía siendo tan accesible y amable como siempre. Su risa suave y melodiosa, su manera de inclinarse ligeramente hacia adelante cuando estaba interesada en lo que él decía, su capacidad de hacer que cualquier conversación, por trivial que fuera, se sintiera significativa—todo en ella lo hacía sentirse como si estuviera en casa. Habían pasado dos años, pero Hellen seguía siendo la misma mujer que había capturado su corazón desde el principio, y esa realización lo llenaba de una extraña mezcla de alegría y melancolía.Mientras hablaban sobre lo que habían hecho en esos años, Hadriel no pudo evitar sentirse un poco nostálgico. Aunque disfrutaba del presente, no podía dejar de pensar en lo que podría haber sido si las cosas hubieran sido diferentes. Cada palabra que Hellen decía, cada le recordaba el tiempo perdido, las oportunidades que habían dejado escapar. Pero, al mismo tiempo, había una sensación de gratitud por el simple hecho d