Al llegar a su apartamento, el lugar que solía ser su refugio ahora se sentía grande, vacío, como si la calidez que Hadriel había traído consigo se hubiera desvanecido. Sin embargo, cuando cruzó la puerta, el sonido suave y rítmico de la respiración de sus gemelos la recibió. Esa melodía calmó un poco el caos que se arremolinaba en su interior. Hellen se dirigió al cuarto de los niños, y al entrar, una oleada de amor y ternura la envolvió. Sus dos pequeños estaban allí, en su cuna, durmiendo pacíficamente, ajenos a la tormenta emocional que sacudía el mundo de su madre.Hellen se acercó con cuidado, temiendo despertarlos, pero necesitaba sentir su cercanía. Con delicadeza, levantó primero a uno y luego al otro, sosteniéndolos contra su pecho. Sentir el calor de sus cuerpos, el peso de sus diminutos seres en sus brazos, le trajo una sensación de paz que hacía mucho no experimentaba. En ese momento, recordó que, a pesar de todo lo que había perdido, también había ganado algo invaluable:
El regreso a su mansión marcaba un nuevo capítulo en su vida, uno en el que tendría que aprender a vivir sin la mujer que había llegado a amar y sin los hijos que había soñado criar. Sabía que tenía que seguir adelante, que tenía responsabilidades que cumplir y un legado que mantener, pero en ese momento, sentado en el silencio de su hogar, solo podía pensar en lo que había dejado atrás.Mientras guardaba las fotografías restantes, sintió una extraña mezcla de paz y tristeza. Había amado y perdido, pero al menos tenía esos recuerdos para aferrarse. Aunque su vida no había salido como lo había planeado, sabía que siempre llevaría consigo la experiencia de haber amado profundamente, algo que, hasta Hellen, nunca había creído posible. Y con ese pensamiento, Hadriel se preparó para enfrentar lo que viniera, sabiendo que, aunque la vida lo había endurecido, también le había enseñado a sentir.Hadriel se sumergió de inmediato en sus responsabilidades, revisando meticulosamente cada uno de l
A pesar de todo, Hadriel estaba en su mente constantemente. Se preguntaba qué estaría haciendo, cómo estaría manejando su regreso al trabajo, si también la extrañaba tanto como ella a él. Era un pensamiento recurrente, uno que la acompañaba en los momentos más inesperados: al preparar el desayuno, al cambiar un pañal, al mecer a uno de los gemelos para que se durmiera. Había una esperanza silenciosa en su corazón, una expectativa latente de que, algún día, el destino los reuniría nuevamente. No sabía cuándo ni cómo, pero esa esperanza la mantenía en pie.El apartamento que compartía con sus hijos y su madre se sentía incompleto sin Hadriel, pero Hellen se esforzaba por llenarlo de amor y calidez. Sabía que tenía que ser fuerte, no solo por ella misma, sino por sus hijos. Quería que crecieran en un ambiente lleno de amor, sin importar las circunstancias. Pero en las noches, cuando el silencio se apoderaba del hogar y los niños dormían, Hellen se permitía sentir la ausencia de Hadriel d
—Meses atrás todos votaron para elegirme como CEO… Temporal —dijo Arthur, haciendo énfasis en lo último—. Todos aquí queremos saber lo mismo—. ¿Cuándo Hadriel volverá a retomar el cargo en la compañía? La verdad, he experimentado esta distinción, pero no de la manera que hubiera deseado. Si así lo desean, proponga que Hadriel vuelva a ocupar el cargo de CEO… Por todos nosotros y en memoria del fallecido señor Harvey Drews.Arthur hizo una reverencia. Hadriel, la verdad estaba tan sorprendido, como debió estarlo Arthur cuando lo propuso como director temporal. Era sabido que lo odiaba y hasta había intentado derrocar. No entendía nada y no se imaginaba que entregaría el puesto de esa manera; él había hecho un buen trabajo, por lo que cumpliría su palabra de apoyarlo en su lucha por el trono.Los demás ejecutivos se colocaron de pie.—No hay ninguna objeción —dijeron ellos de forma unánime y en coro—. Votamos a favor de que Hadriel Drews se restablezca como CEO, luego de ausentarse por
Hadriel sintió una mezcla compleja de emociones. Había una especie de alivio al saber que, al menos por un tiempo, las cosas habían vuelto a la normalidad. Pero también había una renovada determinación. Arthur seguía siendo un rival formidable, y aunque ahora estaban en paz, esa paz era temporal. Respetaba a Arthur, quizá más que antes, pero también sabía que no podía bajar la guardia. Esta rivalidad era lo que mantenía afilados sus instintos, lo que lo impulsaba a ser mejor, a no conformarse.En el fondo, Hadriel también sentía una gratitud silenciosa hacia Arthur. Había manejado la empresa en su ausencia, había tomado decisiones difíciles y, al final, había demostrado un nivel de honor que Hadriel no podía ignorar. Pero esa gratitud no mitigaba la realidad de que, eventualmente, volverían a estar en lados opuestos. La competencia entre ellos era inevitable, pero también era una de las cosas que definía su relación.Al terminar la conversación, Hadriel se sintió más centrado que nunc
En las temporadas festivas, especialmente en Navidad, Hadriel se encontraba en una encrucijada emocional. Por un lado, sentía una alegría genuina al ver a los gemelos crecer. Cada vez que llegaba, notaba lo mucho que habían cambiado, cómo sus personalidades comenzaban a desarrollarse, cómo sus risas llenaban la casa. Verlos le daba una satisfacción profunda, un sentimiento de orgullo que no podía explicar del todo. Harvey y Hadriel eran una extensión de él mismo, llevaban su apellido y, aunque su matrimonio con Hellen había terminado, sentía una responsabilidad inmensa por su bienestar.Sin embargo, cada vez que intentaba acercarse a Hellen, sentía la barrera invisible entre ellos. Habían pasado de compartir la misma cama y cuidar a sus hijos juntos, a intercambiar palabras corteses y gestos medidos. Hadriel sabía que esa formalidad era necesaria, que era la manera en que ambos podían seguir adelante sin reabrir viejas heridas, pero eso no hacía que fuera menos doloroso. A veces, mien
Hadriel se preguntaba si Hellen también pensaba en él, si alguna vez se arrepentía de haberlo rechazado, o si, por el contrario, estaba aliviada de que él se hubiera alejado. No sabía si su decisión de mantenerse ocupado con la compañía había sido una forma de evitar enfrentar el dolor de la separación, o si simplemente era su manera de lidiar con una realidad que no podía cambiar. Lo que sí sabía era que, a pesar de todo, seguía queriendo lo mejor para ella y los gemelos, aunque no estuviera allí para presenciarlo.Las emociones de Hadriel se tornaron más complejas y difíciles de manejar con el tiempo. Había momentos en los que se sentía consumido por la melancolía, preguntándose cómo habría sido su vida si Hellen hubiera aceptado su amor, si hubieran formado una familia unida. Pero también había momentos en los que se sentía resentido, aunque jamás lo admitiera. Resentido por haber dejado todo, por haberlo dado todo, solo para ser rechazado. Sin embargo, incluso en esos momentos osc
Así, luego ocurrió algo que la hizo meditar. Hellen se encontraba sentada en el pequeño balcón de su apartamento en Alemania, viendo cómo los últimos rayos del sol teñían el cielo de tonos anaranjados y rosados. A pesar de su apariencia tranquila y de que sostenía una taza de té en sus manos, enfrentaba una encrucijada de emociones y pensamientos contradictorios. La noticia de que su madre, Dahlia, deseaba regresar a su país natal había caído sobre ella como una piedra, removiendo sentimientos que creía haber enterrado profundamente. Al viajar a otro país, no solo se sintió aliviada para curar a su madre, también porque estaba huyendo de lo que había sucedido allí. Su experiencia como mariposa, como dama de compañía.El sonido de las risas de sus hijos jugando en la sala llegó hasta ella, arrancándole una pequeña sonrisa. Harvey y Hadriel habían crecido tanto en estos cuatro años; sus risas eran su melodía favorita y su presencia, su mayor consuelo. Sin embargo, el deseo creciente de