Capítulo 26

Dylan regresa a su forma humana y camina despacio en dirección al río, donde la pelirroja llora desconsolada.

Verla tan frágil y triste es una punzada que le atraviesa el corazón y lo hace odiarse a sí mismo. Ella no debería sufrir más ni dudar que es la única mujer a quien anhela a su lado. Ella debe sentir que es el amor de su vida y su razón de ser.

—No llores, mi amor —dice él con la voz temblorosa.

Legna lo mira por instinto. Sus ojos mieles brillan debido a las lágrimas, asimismo, su nariz y mejillas se han tornado más rojas de lo habitual.

—¿Qué haces aquí? Deberías estar con tu amada Clara —profiere con tono sarcástico y hace un mohín.

—Mi amada eres tú, así que debo estar donde quiera que tú vayas. Legna, ¿cómo te hago sentir que te amo? Ya que no logras entenderlo, por lo menos quiero que lo sientas en cada célula de tu ser. Te amo a ti; sólo a ti, mi vida.

Él se acerca a ella y la besa en la frente.

—¿Qué hacía esa en tu casa? —escupe rencorosa. Ni siquiera desea mencionar
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