Capítulo 31
Legna sale de la tienda junto a Dylan con varias bolsas pequeñas en la mano y un entusiasmo que hace sonreír a su mate.

—¡Están todas hermosas! —exclama ella, alegre—. Los chicos son muy buenos con el ámbar. Y tú eres un dulce, mi lobo; pero te gastaste una fortuna, Dyl.

—Te mereces eso y más, mi loba traviesa. Ya quiero verte esas joyas puestas mientras me las modelas desnuda... —responde con un tono seductor, acto seguido, le muerde el lóbulo de la oreja.

—¿Por qué desnuda? ¡Qué pervertido eres! Por cierto, ¿dónde se metió el tonto de Ryan? —Ella mira a su alrededor como si lo pudiera encontrar por allí.

—Ni idea. Puede que haya regresado a la casa —contesta Dylan mientras se encoge de hombros. Para él es magnífico que su cuñado se haya ido, puesto que podrá estar más tiempo a solas con Legna.

—Bueno... Supongo que ya no es necesario que ande detrás mío como si fuera mi cola. Ventaja de independizarme y tener pareja.

Dylan sonríe malicioso.

—Eso significa que nos podemos dar una esca
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