Capítulo 28

Cuando Dylan y Legna llegan a la casa, ya no hay nadie allí. El sol empieza a ponerse, por lo que el cielo toma un tono violeta que se difumina con el azul oscuro.

—Tengo hambre —comenta Dylan cuando entran a la sala. Legna mira la canasta que se encuentra sobre la isla de la cocina y empieza a hurgar en ella, entonces descubre las rosquillas que Clara le llevó a su compañero—. ¡Están deliciosas! —exclama, tras morder una.

—¿Te las comerás? Creí que me pedirías que las tirara a la basura. —Él se acerca y agarra una también, y la devora al instante—. Ummm...

—¿Por qué tiraría la comida? —Ella vuelve a morder el postre.

—Porque así de celosas son ustedes las mujeres.

—¿Nosotras las mujeres? Lo dice quien casi mata a Titán por coquetearme. —Legna enarca una ceja.

—Él se lo buscó... —gruñe—. Ya le tenía ganas...

—¿Por qué?

—Porque te miraba con lujuria desde el primer día que pisaste la universidad. Te atreviste a tomarte un café con ese idiota. —Él aplasta la nueva rosquilla que está en
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