Sofía (alias Isabel). Lo miré como si estuviera loco, pero cuando me deposito en suelo frente a mi enorme ducha de cristal, apenas pude reaccionar, cuando me vi pegara contra su cuerpo, de repente, mojándole su ropa con la mía, mientras el enorme albornos cedía, cayendo al suelo. -“¿Qué…?”- fui a quejarme pero mis labios fueron silenciados por los suyos, mientras era empujada e introducida en la enorme ducha, caminando hacia atrás, mientras el pegaba su cuerpo la mío. Sólo me detuve cuando sentí a mi espalda el frio de a unas de su paredes laterales de la acristaladas ducha. No podía resistirme, desde que sentí sus labios, su sabor, su aliento, las ganas de abrazarme a él, de sentirlo, me golpearon de las misma manera que me había golpeado la ira momentos anteriores. Había oído el dicho de que el deseo y la ira se retroalimentaban, pero jamás lo había experimentado, hasta ahora, cuando me vi, dentro de aquella enorme estructura de metal y cristal, mientras nuestras manos ayudaban
Vermont. Me desperté antes del amanecer sintiendo a mi lado el calor de esa mujer, no pude evitar que a mi memoria regresaran los sentimientos, las sensaciones y los recuerdos de la noche que habíamos pasado. Su calor, su fuego, esa sensación de que tenía que hacerla mía para poder seguir respirando, en un principio pensé que sólo la volvería loca de deseo, para que acabar estallando de placer, algo físico, algo que no implicaría sentimientos, lo que fuera para sacarla de ese estado de shock en el que se encontraba, pero se me fue de control. En el momento que la tuve desnuda y en mis brazos, en el momento que toqué su piel y sus labios, todo, pero todo cobró otro sentido para mí, me volví loco por ella, se me metió bajo la piel, y me llego muy a dentro. Pero eso, en un hombre que tiene las cosas tan claras como yo, es algo que no me debo permitirme. Durante unos minutos, luché contra estos sentimientos, que me arrasaban, que me impedían que me alejara de ella. Deseaba, para mi p
Sofía (alias Isabel). Ni se me pasó por la cabeza que ambos o que uno de nosotros tuviera que ceder en nuestras expectativas, por tener un futuro juntos, reajustándonos, perdiendo parte de nuestros sueños, pero para eso, no sólo el sentimiento debía ser mutuo, también la voluntad y el sacrificio. Y ahí estaba el problema, por la reacción que me trasmitió el policía, mientras estaba despierto a mi lado, en la cama, antes de levantarse, supe con seguridad, que él los sentimientos de ambos podían no ser compartidos, y si lo eran, él, como yo, teníamos primeros nuestros sueños, por los que llevamos años luchando. - “Para ser justo, yo tampoco tengo la seguridad de dar ese paso, no cuando mi parte del sacrificio significaba renunciar a mi principal sueño, viajar por él mundo.”- dije en alto, mientras oía la ducha donde seguro ahora mismo el hombre que me había robado el pensamiento y probablemente el corazón, se estaba duchando. - “Además ¿quién me asegura que él siente lo mismo?, lo
Vermont. - “Última vez que te lo advierto, Smile, o paras de reíste, o tu mujer pasara mucho tiempo sin que puedas besarla, aviso.”- le dije a Bacon. Llevábamos una hora encerrados en nuestro despacho, después de haber desayunado, buenos más bien desayunado ellos, porque tanto Jessica Rabbit, como yo, lo único que habíamos hecho era tragar comida de manera mecánica, para que aquello acabara pronto, y menos mal que no teníamos hablar, porque ayer entre tanto ajetreo, nos habíamos saltado la cena, y por lo menos yo tenía un hambre atroz, además de que después de la forma en que habíamos terminado los dos cuando salimos de la habitación, mejor era que en un tiempo no habláramos, o terminaríamos agarrados al cuello el uno al otro. - “Maldita sea la malcriada y déspota de Jessica Rabbit. ¿Que soy su única opción, por ahora?, ¡si claro! por eso gimió, como gimió ayer, y durante toda la noche, que ni el sistema de insonorización de la habitación puedo soportarlo”- pensé aun enfadado, mi
Sofía (alias Isabel). Mientras me había reunido, en la terraza con Samary y Vale, descubrí que, en mi móvil, mi madre, el día anterior, me había dejado varios mensajes, según ella tenía la sensación de que algo me pasaba. Lo dicho mi madre tiene un sexto sentido, sino no entiendo a miles de kilómetros de mí, estuviera tan preocupada por una sensación. Encima yo no le había respondido de inmediato, eso era aún peor, esa mujer no habría dormido en toda la noche. Mi conciencia de hija culpable se activó, porque mientras mi madre pasaba horas imaginándose no sé qué locuras sobre su hija, yo estaba teniendo la mejor experiencia sexual de mi vida. Yo esperaba que mi madre no fuera evidente, bruja o lo que fuera, o habría muchas posibilidades que María Martínez, me rastreara por todo el globo terráqueo, y tras localizarme, se presentara ante mí, para que yo recibiera el castigo que me merecía. O peor, me esperaban años de chantaje psicológico, ese que una madre sabe hacer tan bien. Segu
Narrador. En esas reuniones, de las tres parejas, que habían hecho durante estos dos días antes al evento, se hicieron muchos avances para concretar el plan de esa noche, y todo gracias a la información que se extraída de los textos que Samary Nikolaus le había dado a Sofía Wilson para que las tradujera. En esos textos, en su mayoría, eran en apariencia simples poemas, o extractos del Corán, pero gracias a los estudios de historia de la mexicana, y a uno de los ancianos de su barrio donde que solía vivir mientras estudiaba en la universidad, que le enseñaba le árabe, además de hablarle de la historia de su país, Siria, supo que estos textos estaban cifrados, y tenían su propio Código. El anciano había sido cartógrafo, historiador, y un simbolista muy famoso en Siria, pero por motivos de desavenencias políticas, y por haber colaborado con el ejercito norte americanos en la guerra en ese país, había tenido que huir, bajo amenaza de muerte, pidiendo asilo político, para tanto él, co
Sofía (alías Isabel). Nuestros tres maridos se estaba encargando de llevar a cabo la planificación con todas autoridades que se iba a realizar, para evitar que nada se le escapara al gran plan que muy pronto se desarrollaría, para atrapar a todos, sin dejarse a ninguno, de esos malditos. - “Tranquila, y escúchame, para que podamos ayudarte.”- me dijo Vermont cogiéndome por los hombros para que lo mirara la cara, y a esos atractivos ojos negros que trataba de olvidar, porque me alteraban el pulso. - “Sabemos que ninguno de ellos te ha reconocido, porque ya sabrían quién eres, ósea que no saben cómo es físicamente Sofía Martínez. Sólo debemos hablar con tu madre para que alguien se haga pasar por ti, allí en Hidalgo como si nunca hubieras salido, pero ya regresaste, para que tu madre conociera a su marido. Tiene que ser alguien que físicamente se parezca a ti, y que nunca haya pisado Cleveland, en las fechas que murió Viki. Además, nos ayudaran ambos a proteger a mi suegra, y a tu a
Sofía (alias Isabel). - “¡Desde luego Sofía!, como te vea tu marido con ese vestido, y ese aspecto, tendrás otra noche de sonidos interesantes en tu habitación.”- me dijo burlona Vale, mientras yo salía de mi habitación para reunirme con ellas en el salón del primer piso. Inevitablemente y como siempre me pasaba ante cualquier comentario del abierta Vale, el rubor me subió hasta la raíz del cabello. Era muy normal, que la exmodelo me sacará los colores. - “¡Déjala ya! que siempre estás buscándola. Además ¿te has mirado en el espejo? Vas a conseguir que, “el pervertido”, no te deje salir de la mansión te va a tener encerrada en tu habitación hasta que le des un hijo varón.”- dijo Samary protegiéndome, haciéndome sonreír. - “¿El pervertido?”- pregunté sorprendida, pensé que me había equivocado cuando había oído esa palabra. - “Es una historia muy larga, Sofí, ya te la contaré algún día”- me dijo Vale con una sonrisa enigmática. - “Mejor que no te la cuente tiene muchas X en el rel