Vermont. - “¡Cálmate Vermont!, tienes que centrarte.”- era la maldita frase que me llevaba repitiendo, desde que vi a Jessica Rabbit, bajando por esas escaleras. Se suponía que después de la noche es que estuvimos juntos, la atracción entre nosotros debía de haber disminuido, que la tensión sexual sería menor, o eso suelen decir los psicólogos y terapeutas de estas cosas. Que una vez que te obsesionas con algo, cuando lo consigues, el interés disminuye. Claramente en este caso, estos profesionales no tienen ni idea. Porque para ser sinceros, por la causa que sea, ya sea porque, por desgracia, esta mujer despierta sentimientos en mí, que no son los más adecuados en este momento, o bien porque, esta maldita mujer me ha creado una adicción y una necesidad, que no tenía hasta que la conocí. Todo esto ha provocado que, en vez de disminuir mi interés por ella, cada día crezca más. Y si encima añadimos que aparece ante mí, como una un ángel tentador descendido de los cielos, para volver
Sofía (alias Isabel). - “¡No!, ¿Entiendes? Es la peor idea que has tenido, ¡no!, y no pienso ceder en esto.”- me decía un enérgico Vermont delante de mí, después de bajarme, con cara muy seria, del atrio donde estaba subida, tras yo comunicarle a todos, por el dispositivo de escucha que compartíamos, mi genial plan. - “Pienso igual que Cop, eso es muy arriesgado.”- oí como decía Dante. - “Yo me uno a ese pensamiento, ahí te la juegas.”- se terminó solidarizando con el frente masculino, Smile. Yo malhumorada esperaba la opinión de mis dos amigas, y las buscadoras de aventuras, Samary y Vale, y como me imaginé, no me defraudaron. - “Pues yo no lo veo tan peligroso, al contrario, intentar colarnos en sus habitaciones privadas, es mucho más, además podemos mejorar esa idea, haciendo que Sofía no vaya sola.” Dijo la inteligente exmodelo. Mi idea se había basado en que yo de forma despistada me acercara a Andrew, y de alguna forma, tropezando con él, entablando una conversación,
Narrador. Mientras nuestras tres aguerridas espías estaban siendo llevadas por sus respectivos y muy enfadados maridos, hacia tres reservados que habían alquilado, uno para cada pareja, en el gran salón, rodeado de varios representantes de la célula, entre los que se encontraba su padre, Andrew Corneld, aún sentía contra su cuerpo, el calor que le había dejado, la que hasta ahora había considerado, una simple tentación. Fue ese calor, y esa sensación que le quedó, tras sentirse las manos, en su cuerpo, a través de su ropa, mientras se disculpaba por tropezar con él, aparte de la mirada de reto y fuego que recibió del señor Wilson, al ver a su mujer en sus brazos, lo que le decidió a tomar, como fuera, a Isabel, como suya, para convertirla en la reina de su harén. Nadie notó el cambio que, al estar en contacto con esa mujer y en especial del reto de la mirada de Vermont Wilson, había sufrido el CEO de Corneld Industries en su interior, nadie excepto, Cotton Macferson, que después de
Vermont. Se que me había excedido en mi respuesta ante los que claramente era otra manera de acabar con mi tranquilidad de esta desesperante mujer. Pero es que aun no comprendo con Sofía a su edad podía estar ilesa, con esa maldita manía que tiene de ponerse en peligro, o más bien no pensar antes de actuar. A una persona con dos dedos de frente, y que sabe algo de autoprotección, no se le ocurre arrojarse a los brazos de uno de los hombres más peligrosos que he conocido, que además pretende aniquilar a media humanidad, sólo por unos malditos ideales religiosos. Y no sólo con eso, se dedica a toquetearlo, para colarle un micro. Esta es sólo una de las muchas donde la maldita Femme fatal se ha metido. Es normal que quiera golpear algo o alguien, preferiblemente a ese estúpido de Andrew Corneld. - “¿Es que esta mujer no se da cuenta, de cómo ese hombre la mira?”- pensé mientras mis palabras de enfado salían solas para intentaba aliviar, mi frustración. Ella, por su parte, no me ayuda
Sofía (alias Isabel). Pronto, como siempre que estoy con este hombre, la ropa sobró, y cayó la primera, sólo me dio una orden, una que si lo llego a saber no la hubiera obedecido, pero yo ya estaba entregada, no pensaba. - “Tienes que agarrarte al brazo del sillón con las dos manos, por ninguna razón debe solarlo, si lo haces, aunque sea sólo un segundo, no importa lo que te esté haciendo, aunque este dentro de ti, se acaba todo, ¿lo entiendes? ¿Hazme sabe que lo entiendes, Sofía, o no continuo?”- me dijo al oído mientras yo estaba como mareada por los besos que había recibido mientras me desnudaba. - “Lo…lo…en…en… entiendo”- le dije en un susurro ahogado, mientras mis pechos, mi piel y mi entrepierna dolían de impaciencia por ser tocadas, se puede decir que el He-man me había drogado, con sus besos, y ahora podía hacer de mí, lo que quisiera. Mentira, estoy mintiendo, ya podía hacer hecho de mí lo que quisiera, desde el momento que comencé a comérmelo con los ojos, cuando él esta
Sofía (alias Isabel) - “¿Dónde estuviste anoche todos?, me pareció raro que no llegarais del evento.”- nos preguntaba mi suegra mientras nosotras devorábamos literalmente la comida con la cara metida en plato, mientras en cambio, nuestros correspondientes verdugos tomaban el café tranquilamente con una sonrisa de satisfacción, y orgullo masculino. - “Pues mami Maggie, decidimos quedarnos en los reservados, ya que salíamos muy tarde.”- dijo Dante, con una sonrisa disimulada, llamado a mi suegra con el nombre que siempre usaban con ella, Smile y Dante. Cuando le pregunté a He-man porque Norman, y Bacon, llamaban a Maggie, mami Maggie, me contó que cuando ellos estudiaban en la universidad, su madre lo pasó muy mal, al ser hijo único, y solía presentarte, muy a menudo, en el campus, objetando que no podía vivir sin su adorado hijo, fue allí donde conoció a sus dos compañeros de habitación, y mejores amigos, así que literalmente los adoptó como hijos suyos. Las tres familias, los Nikol
Narrador. La oficial García llevaba esperando a el agente de la CIA más de media hora en el aeropuerto, no lo conocía, solamente sabía que llevaría puesto con un traje de ejecutivo gris, ya que representaría el papel de un alto ejecutivo del grupo Nikolaus. También una bolsa de regalo azul y amarilla. Era verdad que se había acelerado la misión, pensaban conocerse esa noche, para poner su historia en común, ambos se habían aprendido sus papeles por los expedientes que había recibido en secreto, sabía casi todo de quien era supuestamente ese hombre, que desde hoy y hasta que acabara la misión era su marido, hasta había conseguido los certificados de matrimonio. La policía ni siquiera quería saber si era real o fabricado, era la primera vez que trabaja encubierto, y estaba emocionada, desde que se hizo policía, en contra de lo querían su padre, y su marido, ahora exmarido, siempre había querido ser agente especial, y si esto salía bien, tendría la oportunidad de ascender. Susan Gar
Sofía (alias Isabel). -” Creo que lo mejor, ante todos los problemas que se han generado, es que retrasemos la Nahaei para otro momento.”- dije yo traduciendo las escuchas que habíamos grabado la noche anterior. Después de la pequeña crisis que se había generado con mi madre, y tras su pronta solución, nos dedicamos a nuestro trabajo, que era traducir todo lo que se había dicho en la reunión, ayer, de integrantes de la cúpula de la célula Carmesí. Las pocas personas del gobierno, y en concreto del departamento de contraterrorismo de la CIA, que conocían de la misión, habían descubierto, gracias a sus informantes, que entre las personas que se encontraban reunidas en esa sala, estaba ni más, ni menos, que el líder y fundador de la célula, así como varios representantes del núcleo duro del movimiento. Así que al recoger toda la información que teníamos, por las grabaciones que, durante toda la noche habían quedado guardadas en él sistema de protección que, había creado la inteligen