Vermont. Se que me había excedido en mi respuesta ante los que claramente era otra manera de acabar con mi tranquilidad de esta desesperante mujer. Pero es que aun no comprendo con Sofía a su edad podía estar ilesa, con esa maldita manía que tiene de ponerse en peligro, o más bien no pensar antes de actuar. A una persona con dos dedos de frente, y que sabe algo de autoprotección, no se le ocurre arrojarse a los brazos de uno de los hombres más peligrosos que he conocido, que además pretende aniquilar a media humanidad, sólo por unos malditos ideales religiosos. Y no sólo con eso, se dedica a toquetearlo, para colarle un micro. Esta es sólo una de las muchas donde la maldita Femme fatal se ha metido. Es normal que quiera golpear algo o alguien, preferiblemente a ese estúpido de Andrew Corneld. - “¿Es que esta mujer no se da cuenta, de cómo ese hombre la mira?”- pensé mientras mis palabras de enfado salían solas para intentaba aliviar, mi frustración. Ella, por su parte, no me ayuda
Sofía (alias Isabel). Pronto, como siempre que estoy con este hombre, la ropa sobró, y cayó la primera, sólo me dio una orden, una que si lo llego a saber no la hubiera obedecido, pero yo ya estaba entregada, no pensaba. - “Tienes que agarrarte al brazo del sillón con las dos manos, por ninguna razón debe solarlo, si lo haces, aunque sea sólo un segundo, no importa lo que te esté haciendo, aunque este dentro de ti, se acaba todo, ¿lo entiendes? ¿Hazme sabe que lo entiendes, Sofía, o no continuo?”- me dijo al oído mientras yo estaba como mareada por los besos que había recibido mientras me desnudaba. - “Lo…lo…en…en… entiendo”- le dije en un susurro ahogado, mientras mis pechos, mi piel y mi entrepierna dolían de impaciencia por ser tocadas, se puede decir que el He-man me había drogado, con sus besos, y ahora podía hacer de mí, lo que quisiera. Mentira, estoy mintiendo, ya podía hacer hecho de mí lo que quisiera, desde el momento que comencé a comérmelo con los ojos, cuando él esta
Sofía (alias Isabel) - “¿Dónde estuviste anoche todos?, me pareció raro que no llegarais del evento.”- nos preguntaba mi suegra mientras nosotras devorábamos literalmente la comida con la cara metida en plato, mientras en cambio, nuestros correspondientes verdugos tomaban el café tranquilamente con una sonrisa de satisfacción, y orgullo masculino. - “Pues mami Maggie, decidimos quedarnos en los reservados, ya que salíamos muy tarde.”- dijo Dante, con una sonrisa disimulada, llamado a mi suegra con el nombre que siempre usaban con ella, Smile y Dante. Cuando le pregunté a He-man porque Norman, y Bacon, llamaban a Maggie, mami Maggie, me contó que cuando ellos estudiaban en la universidad, su madre lo pasó muy mal, al ser hijo único, y solía presentarte, muy a menudo, en el campus, objetando que no podía vivir sin su adorado hijo, fue allí donde conoció a sus dos compañeros de habitación, y mejores amigos, así que literalmente los adoptó como hijos suyos. Las tres familias, los Nikol
Narrador. La oficial García llevaba esperando a el agente de la CIA más de media hora en el aeropuerto, no lo conocía, solamente sabía que llevaría puesto con un traje de ejecutivo gris, ya que representaría el papel de un alto ejecutivo del grupo Nikolaus. También una bolsa de regalo azul y amarilla. Era verdad que se había acelerado la misión, pensaban conocerse esa noche, para poner su historia en común, ambos se habían aprendido sus papeles por los expedientes que había recibido en secreto, sabía casi todo de quien era supuestamente ese hombre, que desde hoy y hasta que acabara la misión era su marido, hasta había conseguido los certificados de matrimonio. La policía ni siquiera quería saber si era real o fabricado, era la primera vez que trabaja encubierto, y estaba emocionada, desde que se hizo policía, en contra de lo querían su padre, y su marido, ahora exmarido, siempre había querido ser agente especial, y si esto salía bien, tendría la oportunidad de ascender. Susan Gar
Sofía (alias Isabel). -” Creo que lo mejor, ante todos los problemas que se han generado, es que retrasemos la Nahaei para otro momento.”- dije yo traduciendo las escuchas que habíamos grabado la noche anterior. Después de la pequeña crisis que se había generado con mi madre, y tras su pronta solución, nos dedicamos a nuestro trabajo, que era traducir todo lo que se había dicho en la reunión, ayer, de integrantes de la cúpula de la célula Carmesí. Las pocas personas del gobierno, y en concreto del departamento de contraterrorismo de la CIA, que conocían de la misión, habían descubierto, gracias a sus informantes, que entre las personas que se encontraban reunidas en esa sala, estaba ni más, ni menos, que el líder y fundador de la célula, así como varios representantes del núcleo duro del movimiento. Así que al recoger toda la información que teníamos, por las grabaciones que, durante toda la noche habían quedado guardadas en él sistema de protección que, había creado la inteligen
Narrador. - “¿Estás seguro de que estás pensando en lo que estás haciendo? Para mí, te estás dejando llevar, sin darte cuenta de que esto puede dar al traste con la misión. Piénsalo bien Cop, no puedes generar conflicto con Andrew Corneld de la nada, no tienes motivos para ir a partirle la cara.”- le decía Smile siguiéndolo hasta el coche, donde los tres se metieron posteriormente, con la intención hacerle a entrar en razón a uno de sus mejores amigos. Dante por su parte, miraba a su amigo en silencio. Conocía muy bien a Vermont, sabía que, cuando a ese cabezota se le metía algo en la cabeza, no se lo sacaban ni torturándolo, prueba de ello fue cuando decidió hacerse policía, desde el minuto uno que lo conoció, Cop dejo claro que el estudiara empresariales y economía, para contentar a sus padres, pero desde que terminara la carrera, se alistaría en la academia de policía, para cumplir su sueño, y así lo hizo, el mismo días que recogió su título, se matriculó en las academia, y nunca
Vermont. Supe exactamente en qué momento, Andrew Corneld, se dio cuenta que yo estaba en la misma sala que él, no hizo falta que lo mirara, tan sólo con el espectáculo de duelo de esgrima que ofrecíamos Dante y yo, cuando nos enfrentamos, ya despertamos su interés, como el de todos los asistentes de la sala. Constantine Nikolaus, Bacon Martin y yo habíamos sido criados desde niños como la futura elite empresarial del país, debíamos practica diferentes deportes, que, para nuestras madres, y abuela en el caso del millonario griego, era lo mínimo que se debía saber o practicar, como futuros CEOs. Tenis, esgrima, polo, pádel, tiro con arco, hípica, boxeo, etc. … y así miles de deportes que se consideraban de clase alta. Cuando nos conocimos en la universidad, todavía los tres practicábamos algunos de estos deportes, y la sana rivalidad entre nosotros creció, Smile, no era tan bueno en la esgrima, pero era el mejor de nosotros en hípica, y polo, de hecho, había ganado varias competenc
Sofía (alias Isabel). Apenas me podía creer, lo que mis oídos estaban escuchando, llevamos meses preparando todo esto, mintiendo a muchas personas, y arriesgándonos, en hacer cosas que podía acabar con nuestra vida, y de la nada, sin pensarlo, sin meditarlo, y de mutuo propio, habían decidido, esos tres, en tirarlo todo por la borda. - “Cuando agarre al pervertido, se va a enterar.”- decía Vale, mientras oía a su marido, mediante los prototipos de audífonos que llevábamos introducido, disimuladamente, en la oreja, animando a sus dos mejores amigos, mientras estos se enfrentaban en un duelo de esgrima. La sorpresa que nos llevamos, mientras escuchábamos a tiempo real lo que recogía el micrófono que llevaba Andrew, para aprovechar lo más posible la duración de la batería del pendiente, fue mayúscula. No sabíamos qué demonios hacían esos tres en el Club Deportivo donde se encontraba en esos momentos Corneld, ese maldito terrorista, pero desde luego no ayudaba a la misión para nada. C