Vermont. Supe exactamente en qué momento, Andrew Corneld, se dio cuenta que yo estaba en la misma sala que él, no hizo falta que lo mirara, tan sólo con el espectáculo de duelo de esgrima que ofrecíamos Dante y yo, cuando nos enfrentamos, ya despertamos su interés, como el de todos los asistentes de la sala. Constantine Nikolaus, Bacon Martin y yo habíamos sido criados desde niños como la futura elite empresarial del país, debíamos practica diferentes deportes, que, para nuestras madres, y abuela en el caso del millonario griego, era lo mínimo que se debía saber o practicar, como futuros CEOs. Tenis, esgrima, polo, pádel, tiro con arco, hípica, boxeo, etc. … y así miles de deportes que se consideraban de clase alta. Cuando nos conocimos en la universidad, todavía los tres practicábamos algunos de estos deportes, y la sana rivalidad entre nosotros creció, Smile, no era tan bueno en la esgrima, pero era el mejor de nosotros en hípica, y polo, de hecho, había ganado varias competenc
Sofía (alias Isabel). Apenas me podía creer, lo que mis oídos estaban escuchando, llevamos meses preparando todo esto, mintiendo a muchas personas, y arriesgándonos, en hacer cosas que podía acabar con nuestra vida, y de la nada, sin pensarlo, sin meditarlo, y de mutuo propio, habían decidido, esos tres, en tirarlo todo por la borda. - “Cuando agarre al pervertido, se va a enterar.”- decía Vale, mientras oía a su marido, mediante los prototipos de audífonos que llevábamos introducido, disimuladamente, en la oreja, animando a sus dos mejores amigos, mientras estos se enfrentaban en un duelo de esgrima. La sorpresa que nos llevamos, mientras escuchábamos a tiempo real lo que recogía el micrófono que llevaba Andrew, para aprovechar lo más posible la duración de la batería del pendiente, fue mayúscula. No sabíamos qué demonios hacían esos tres en el Club Deportivo donde se encontraba en esos momentos Corneld, ese maldito terrorista, pero desde luego no ayudaba a la misión para nada. C
Sofía (alias Isabel). En cuanto nuestras miradas se encontraron, supe que él había reconocido en mi cabreo, y yo en él, su falta de arrepentimiento. Simplemente, no se arrepentía de nada de lo que había sucedido, asumía que tendría consecuencias. Para él estaba más que justificado haber generado un conflicto, con quién era necesario, para que nuestra misión, se llevara a cabo. Caminé hasta él, igual que mis amigas lo hicieron hacia sus respectivos maridos, los cuales mostraban diferentes grados arrepentimiento, el único que se mantenía con una mirada decidida, que debes en cuando, desviaba hacia quien había sido su adversario, era mi marido La verdad es que no había salido indemne de la pelea, en sus labios se podía ver cierto hinchamiento y algunos puntos de sangre de los golpes que había recibido por parte de Andrew Corneld, así como una zona hinchada al lado del mentón, de seguro habría alguna parte más del cuerpo que estaría golpeada, sobre todo porque se agarraba el lateral i
Sofía (alias Isabel). Casi no tuve tiempo de reaccionar, simplemente todo ocurrió como una película, recordaba estar junto a la limosina, mientras discutía conmigo misma, las estupideces de algunos hombres, cuando se sienten retados en su orgullo masculino. Tengo esa mala costumbre como ya sabéis, la de decir en voz alta todos mis pensamientos. Así que prácticamente cuando me di cuenta, ya el coche venía hacia mí, no me fijé quién lo conducía, solo me di cuenta la velocidad que traía, tenía claro que yo era su objetivo, no iba a frenar, así se terminaría estrellando contra la limusina, aplastándome entre los dos vehículos. Tuve tiempo de reaccionar lo suficiente para pensar, que de nuevo había cometido otro de mis malditos errores, algo muy típico en mí, ya sea por una cosa, o por otra, yo era un objetivo, para Andrew Corneld, y también era un arma, para evitar que millones de personas muriese, cuántas veces me había repitió el policía, la importancia que eso tenía. pero ya no había
Narrador. - “¿Quién ha sido? ¿Quién ha dado la orden?”- la voz de Andrew Corneld, no dejaba dudas, quería una respuesta en ese momento, y quería la verdad. - “Ha sido su padre, Sayyid, nada podía distraernos de nuestro objetivo y …”- el puñetazo que recibió Cotton Macferson, por parte de su jefe, cortaron sus palabras. Todo lo que había pasado en la sala de esgrima, lo único que había hecho era aumentar la decisión de Andrew, de hacerle pagar Wilson su osadía, nadie se enfrentaba al Sayyid, sin pagar las consecuencias. El CEO de Corneld Industries, tenía más claro que nunca, que le iba a arrebatar a como diera lugar, a la esposa de ese hombre, y una vez la hubiera domado, pensaba tomarla delante de él, para que fuera la última imagen que tuviera fuera ver a su mujer en brazos de otro. Después eso le sacaría los ojos, dejándolo vivir el resto de su vida como un maldito miserable, sin orgullo. Pero al parecer, su padre había tomado otra decisión, queriendo acabar con el objeto de su
Narrador. Mientras todo esto ocurría, en Hidalgo, una Sofía falsa, junto a su falso marido, se preparado para desarrollar la vida diaria, y muy social, que hubiera desarrollado una hija que acaba de llegar del extranjero para presentar a su marido a sus vecinos y a su familia. La primera noche que llegaron a Hidalgo, la detective Susan García y su supuesto marido, el agente especial de la CIA Mason Bishop, decidieron pasar desapercibidos para saber quién eran, los que estaban investigando sobre la vida y el pasado de Sofía Martínez. Gracias a los medios que desarrollaron, y a la ayuda que recibieron de terceras personas, que ellos desconocían sus nombres, pero que les ayudaban a recibir información tales como la identidad de las personas que habían entrado al país recientemente, y que ahora se dedicaban a preguntar por el vecindario sobre Sofía, así como toda la información que había recibido de su jefe, el agente especial Mason. Gracias a esto la primera noche pudieron detectar qu
Narrador. No les daba tiempo a correr, u ocultarse, sin ser descubiertos, tanto por las personas que se encontraban en la cocina, como por las personas que comenzaban a bajar las escaleras, dirección a la cocina. Mientras la policía se preocupaba de cómo podían eludir ser descubiertos, de repente sintió como eran atraída aún más al cuerpo que tenía frente a ella, con un brazo rodeando la cintura. Su boca fue asaltada mientras parte de los botones de su camisa eran arrancados, cualquiera que viera esa imagen pensaría que los recién casados, no habían podido soportar estar tanto tiempo separados, y se habían escondido para tener un encuentro sexual apresurado, apartado de la vista de los invitados. Ninguno de los dos prolíficos, e inteligentes espías, fueron conscientes del shock que se llevaron las tres personas que venían bajando las escaleras, que tras ver esta escena recularon subiendo las escaleras, para intentar en un despiste, bajar por las escaleras principales. Más bien esto
Narrador: - “No me importa lo que haya ordenado mi padre, te doy doce horas, para que te hagas con ella, y recuerda, que no soy tan magnánimo como el Gran Sayyid, por eso fui elegido su sucesor. Esta la noche, Isabel Wilson está en mi Jet privado, rumbo a Armenia, o responderás ante mí.”- la voz de Andrew Corneld, se oía perfectamente, a través de la mampara que lo separaba de la oficina dónde se encontraba en ese momento, Cotton Macferson. El haber sido responsable del intento de asesinato de una de las obsesiones de su jefe había provocado que perdiera parte de su confianza, así que había asignado el secuestro de la señora Wilson al tercero de aborto, Vicent Freeman. La maldita obsesión que tenía el CEO de Corneld, no era debida al interés que tenía por esa mujer, sino más bien porque por primera vez, el marido de la mujer que le había atraído, se le había enfrentado. y le había ganado. Esto lo tenía muy claro Cotton, el asistente sabía que, una vez que tuviera a la señora Wils