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Capítulo LIV. Una furia desmedida.

Sofía (alias Isabel).

Casi no tuve tiempo de reaccionar, simplemente todo ocurrió como una película, recordaba estar junto a la limosina, mientras discutía conmigo misma, las estupideces de algunos hombres, cuando se sienten retados en su orgullo masculino. Tengo esa mala costumbre como ya sabéis, la de decir en voz alta todos mis pensamientos.

Así que prácticamente cuando me di cuenta, ya el coche venía hacia mí, no me fijé quién lo conducía, solo me di cuenta la velocidad que traía, tenía claro que yo era su objetivo, no iba a frenar, así se terminaría estrellando contra la limusina, aplastándome entre los dos vehículos. Tuve tiempo de reaccionar lo suficiente para pensar, que de nuevo había cometido otro de mis malditos errores, algo muy típico en mí, ya sea por una cosa, o por otra, yo era un objetivo, para Andrew Corneld, y también era un arma, para evitar que millones de personas muriese, cuántas veces me había repitió el policía, la importancia que eso tenía. pero ya no había
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