Narrador: - “No me importa lo que haya ordenado mi padre, te doy doce horas, para que te hagas con ella, y recuerda, que no soy tan magnánimo como el Gran Sayyid, por eso fui elegido su sucesor. Esta la noche, Isabel Wilson está en mi Jet privado, rumbo a Armenia, o responderás ante mí.”- la voz de Andrew Corneld, se oía perfectamente, a través de la mampara que lo separaba de la oficina dónde se encontraba en ese momento, Cotton Macferson. El haber sido responsable del intento de asesinato de una de las obsesiones de su jefe había provocado que perdiera parte de su confianza, así que había asignado el secuestro de la señora Wilson al tercero de aborto, Vicent Freeman. La maldita obsesión que tenía el CEO de Corneld, no era debida al interés que tenía por esa mujer, sino más bien porque por primera vez, el marido de la mujer que le había atraído, se le había enfrentado. y le había ganado. Esto lo tenía muy claro Cotton, el asistente sabía que, una vez que tuviera a la señora Wils
Sofía (alias Isabel). Prácticamente, no vimos venir a nuestros asaltantes, mientras charlábamos sobre las medidas que pretendía utilizar Samary para ayudar, de alguna forma, a la gente García y al agente secreto de la CIA, que se hacía pasar por mí y mi marido, en México. Nos vimos sorprendidas cuando nos rodearon los escoltas mientras otros intentaban evitar que los asaltantes llegaran a nosotras. Por desgracia los asaltantes eran muy hábiles. Y en un momento me preparé para defenderme, sorprendiéndome que mis amigas también optarán por el mismo estilo de autodefensa. Varias veces me había comentado Vale, que debido a una situación que se dio hace años, que algún día me contaría, durante un tiempo ella y Samary, dieron clases de defensa personal. Así que no eran las típicas modelos, débiles que necesitaran un hombre, para autoprotegerse. Pero este era verdaderamente mi problema. En estos dos días había pasado, por varias emociones, desde la felicidad el saber qué Vermont corresp
Sofía (alias Isabel). Poco a poco fui recobrando la conciencia, notaba traqueteo del coche a mi alrededor, dándome una idea de que no estábamos en una pista firme, sino más bien en un terreno Irregular. Permanecí con los ojos cerrados, para evitar que se dieran cuenta de que estabas despierta, los oía hablar entre ellos en árabe. Principalmente hablaba al conductor con el otro acompañante que tenía delante, y junto a mí, estaba Cotton Macferson. El cual previamente me había anunciado que iba a acabar con mi vida, aunque yo aún no entendía la razón, no me habían relacionado con Vicky, ni con la célula. No quería engañarme tenía miedo, pero sabía que no se los iba a poner fácil para acabar conmigo, tenía muchas cosas por las que luchar, solo tenía que esperar la oportunidad para escaparme, y si estaba atenta seguro que se presentaría. Sentí a mi lado como Cotton se movía inquieto, y en un momento recibía una llamada. Debía De ser de alguien que le incomodaba, porque antes de descol
Sofía (alias Isabel). - “Me llamo Sofía Wilson, antes Sofía Martínez, y soy la mejor amiga de la persona que tú asesinaste, soy la que tiene toda la información que lleváis buscando, y soy la que tiene en su cuerpo la única arma que va a destruir vuestros planes, pero sabes lo mejor de todo, que no vas a poder hacer nada para evitarlo, mi Doilus Dey Unnur, empieza hoy y acabará mañana.”- le dije haciéndome referencia a un de los grandes retos que podía hacerte un árabe, un duelo de honor. La ira abierta en sus ojos era patente, yo una mujer, había retado a un hombre de las características de Cotton Macferson, el asistente personal de quien hubiera sido el futuro Gran Sayyid. Prácticamente será de las peores ofensas que podía recibir un hombre, y yo lo sabía. Notaba como al lado mío, He-man se mostraba inquieto, No entendía lo que el maldito asesino y yo estábamos hablando, pero le dejaba claro que no era una conversación amistosa, ni mucho menos. Lo hubiera dado todo para que so
Narrador: - “Señor ya está todo listo, el almacenamiento de los misiles se ha realizado con éxito. A partir de la semana que viene comenzará el reparto hacia los diferentes hilos así que estamos a pocos días de conseguir nuestro objetivo, nuestra gran venganza se acerca.”- le dijo uno de sus colaboradores a Andrew Corneld. - “¿Se sabe algo de Macferson?”- preguntó de nuevo el CEO de Corneld. Hacía más de veinticuatro horas que no sabía nada de su asistente, y eso era algo más que preocupante, muchas cosas podían irse al traste, si lo que él suponía, se estuviera llevando a cabo. - “No, Sayyid , aún nada”- dijo agachado la cabeza el jefe de sus escoltas, y segunda mano derecha de Andrew. - “¿Se puede saber qué es lo que estáis pensando?, necesito que lo localicéis, pero ya, pagamos millonadas por tener informantes, ¿y nadie me puede decir nada?, asegúrate que encuentren a Macferson, y si no elimínalos a todos, no necesitamos a personas tan incapaces en la célula.”- sentenció Andre
Vermont. - “No solo pone que en dos horas todo esto va a explotar, también ha mandado a localizarme para llevarme con él, podemos correr el riesgo, de que todo esto se descubre antes de tiempo, y decidan activarlo todo de golpe, sin darnos tiempo a nada.”- dijo Sofía, en cuanto lo vi supe lo que tenía que hacer. Respiré dos segundos para, aceptar lo inevitable, estaba claro que, si tenía que elegir entre mi vida y la de ella, siempre elegiría la de ella. - “Solo hay una forma, y es darle a Corneld lo que quiere.”-sentencié mirando a mis amigos para que comprendieran lo que quería decir, ellos simplemente asintieron, mientras a nuestro alrededor nuestras mujeres nos miraban esperando que explicara lo que acabas de decir. Pero sabían, que no podía revelar todo, ya que sí mi esposa sabía lo que iba a ocurrir, muy probablemente, no me dejaría ir. Es más, conociéndola, ella sería la que se ofrecería voluntaria por encima de todo. Cosa que no podía hacer debido a que ella era nuestra a
Sofía (alias Isabel). Las lágrimas me caían en cascada por las mejillas cuando lo sentía alejarse de mí, entre lágrimas pude ver cómo desaparecía, por una de las puertas laterales del gran almacén, ese maldito hombre se había ido y me había dejado, con el corazón encogido, pobre de él que no cumpliera sus promesas, nunca se lo iba a perdonar. - “Recuérdalo bien, He-man me lo has prometido, no puedes romper esta promesa.”- Le dije en alto a la puerta que acababa de cerrarse, para llevarse tras él a mi único amor. Bajé las escaleras para reunirme con las chicas, y me sorprendí por verlas también arrasadas por las lágrimas. No hizo falta que preguntara qué había pasado, su cara es un fiel reflejo de la mía. Y como ellas, la angustia, el miedo, y el dolor por la posible pérdida, nos tenía paralizada. - “Tengo que cumplir una misión lo he prometido, debemos proseguir. Él va a cumplir su promesa y va a volver, yo debo cumplir la mía.”- dije en alto más para mí misma que para mis dos a
Vermont. Desde el inicio supe que Andrew Corneld iba en serio, ese hombre iba a matar o a morir, así que, si quería cumplir con lo que le había prometido a mi esposa, tenía que sobrevivir como fuera. Las estocadas surgían, unas tras otra, gracias a Dios yo era mucho más rápido que él, y más ágil, así que podía esquivarlo, en múltiples ocasiones fue fácil, pero él era mucho más diestro con esa arma que yo, con lo cual los mandobles, tenía que preverlos con tiempo, para poder esquivarlos, ambos sufrimos cortes de diferente gravedad, pero cuando ya conseguí, cansarlo, para mí fue rápido poderlo acorralarlo y desarmarlos de un solo golpe. Al mismo tiempo que yo, mantenía la espada cerca del cuello de Andrew para que se rindiera, mientras su espada yacía a metros de sus manos, tras haberlo desarmado. Mis amigos tuvieron que intervenir, golpeando a los padrinos, que había llevado Andrew, ya que lejos de sus acciones honorables, ese maldito estúpido había ordenado que en el caso de que y