Sofía (alias Isabel) - “¿Dónde estuviste anoche todos?, me pareció raro que no llegarais del evento.”- nos preguntaba mi suegra mientras nosotras devorábamos literalmente la comida con la cara metida en plato, mientras en cambio, nuestros correspondientes verdugos tomaban el café tranquilamente con una sonrisa de satisfacción, y orgullo masculino. - “Pues mami Maggie, decidimos quedarnos en los reservados, ya que salíamos muy tarde.”- dijo Dante, con una sonrisa disimulada, llamado a mi suegra con el nombre que siempre usaban con ella, Smile y Dante. Cuando le pregunté a He-man porque Norman, y Bacon, llamaban a Maggie, mami Maggie, me contó que cuando ellos estudiaban en la universidad, su madre lo pasó muy mal, al ser hijo único, y solía presentarte, muy a menudo, en el campus, objetando que no podía vivir sin su adorado hijo, fue allí donde conoció a sus dos compañeros de habitación, y mejores amigos, así que literalmente los adoptó como hijos suyos. Las tres familias, los Nikol
Narrador. La oficial García llevaba esperando a el agente de la CIA más de media hora en el aeropuerto, no lo conocía, solamente sabía que llevaría puesto con un traje de ejecutivo gris, ya que representaría el papel de un alto ejecutivo del grupo Nikolaus. También una bolsa de regalo azul y amarilla. Era verdad que se había acelerado la misión, pensaban conocerse esa noche, para poner su historia en común, ambos se habían aprendido sus papeles por los expedientes que había recibido en secreto, sabía casi todo de quien era supuestamente ese hombre, que desde hoy y hasta que acabara la misión era su marido, hasta había conseguido los certificados de matrimonio. La policía ni siquiera quería saber si era real o fabricado, era la primera vez que trabaja encubierto, y estaba emocionada, desde que se hizo policía, en contra de lo querían su padre, y su marido, ahora exmarido, siempre había querido ser agente especial, y si esto salía bien, tendría la oportunidad de ascender. Susan Gar
Sofía (alias Isabel). -” Creo que lo mejor, ante todos los problemas que se han generado, es que retrasemos la Nahaei para otro momento.”- dije yo traduciendo las escuchas que habíamos grabado la noche anterior. Después de la pequeña crisis que se había generado con mi madre, y tras su pronta solución, nos dedicamos a nuestro trabajo, que era traducir todo lo que se había dicho en la reunión, ayer, de integrantes de la cúpula de la célula Carmesí. Las pocas personas del gobierno, y en concreto del departamento de contraterrorismo de la CIA, que conocían de la misión, habían descubierto, gracias a sus informantes, que entre las personas que se encontraban reunidas en esa sala, estaba ni más, ni menos, que el líder y fundador de la célula, así como varios representantes del núcleo duro del movimiento. Así que al recoger toda la información que teníamos, por las grabaciones que, durante toda la noche habían quedado guardadas en él sistema de protección que, había creado la inteligen
Narrador. - “¿Estás seguro de que estás pensando en lo que estás haciendo? Para mí, te estás dejando llevar, sin darte cuenta de que esto puede dar al traste con la misión. Piénsalo bien Cop, no puedes generar conflicto con Andrew Corneld de la nada, no tienes motivos para ir a partirle la cara.”- le decía Smile siguiéndolo hasta el coche, donde los tres se metieron posteriormente, con la intención hacerle a entrar en razón a uno de sus mejores amigos. Dante por su parte, miraba a su amigo en silencio. Conocía muy bien a Vermont, sabía que, cuando a ese cabezota se le metía algo en la cabeza, no se lo sacaban ni torturándolo, prueba de ello fue cuando decidió hacerse policía, desde el minuto uno que lo conoció, Cop dejo claro que el estudiara empresariales y economía, para contentar a sus padres, pero desde que terminara la carrera, se alistaría en la academia de policía, para cumplir su sueño, y así lo hizo, el mismo días que recogió su título, se matriculó en las academia, y nunca
Vermont. Supe exactamente en qué momento, Andrew Corneld, se dio cuenta que yo estaba en la misma sala que él, no hizo falta que lo mirara, tan sólo con el espectáculo de duelo de esgrima que ofrecíamos Dante y yo, cuando nos enfrentamos, ya despertamos su interés, como el de todos los asistentes de la sala. Constantine Nikolaus, Bacon Martin y yo habíamos sido criados desde niños como la futura elite empresarial del país, debíamos practica diferentes deportes, que, para nuestras madres, y abuela en el caso del millonario griego, era lo mínimo que se debía saber o practicar, como futuros CEOs. Tenis, esgrima, polo, pádel, tiro con arco, hípica, boxeo, etc. … y así miles de deportes que se consideraban de clase alta. Cuando nos conocimos en la universidad, todavía los tres practicábamos algunos de estos deportes, y la sana rivalidad entre nosotros creció, Smile, no era tan bueno en la esgrima, pero era el mejor de nosotros en hípica, y polo, de hecho, había ganado varias competenc
Sofía (alias Isabel). Apenas me podía creer, lo que mis oídos estaban escuchando, llevamos meses preparando todo esto, mintiendo a muchas personas, y arriesgándonos, en hacer cosas que podía acabar con nuestra vida, y de la nada, sin pensarlo, sin meditarlo, y de mutuo propio, habían decidido, esos tres, en tirarlo todo por la borda. - “Cuando agarre al pervertido, se va a enterar.”- decía Vale, mientras oía a su marido, mediante los prototipos de audífonos que llevábamos introducido, disimuladamente, en la oreja, animando a sus dos mejores amigos, mientras estos se enfrentaban en un duelo de esgrima. La sorpresa que nos llevamos, mientras escuchábamos a tiempo real lo que recogía el micrófono que llevaba Andrew, para aprovechar lo más posible la duración de la batería del pendiente, fue mayúscula. No sabíamos qué demonios hacían esos tres en el Club Deportivo donde se encontraba en esos momentos Corneld, ese maldito terrorista, pero desde luego no ayudaba a la misión para nada. C
Sofía (alias Isabel). En cuanto nuestras miradas se encontraron, supe que él había reconocido en mi cabreo, y yo en él, su falta de arrepentimiento. Simplemente, no se arrepentía de nada de lo que había sucedido, asumía que tendría consecuencias. Para él estaba más que justificado haber generado un conflicto, con quién era necesario, para que nuestra misión, se llevara a cabo. Caminé hasta él, igual que mis amigas lo hicieron hacia sus respectivos maridos, los cuales mostraban diferentes grados arrepentimiento, el único que se mantenía con una mirada decidida, que debes en cuando, desviaba hacia quien había sido su adversario, era mi marido La verdad es que no había salido indemne de la pelea, en sus labios se podía ver cierto hinchamiento y algunos puntos de sangre de los golpes que había recibido por parte de Andrew Corneld, así como una zona hinchada al lado del mentón, de seguro habría alguna parte más del cuerpo que estaría golpeada, sobre todo porque se agarraba el lateral i
Sofía (alias Isabel). Casi no tuve tiempo de reaccionar, simplemente todo ocurrió como una película, recordaba estar junto a la limosina, mientras discutía conmigo misma, las estupideces de algunos hombres, cuando se sienten retados en su orgullo masculino. Tengo esa mala costumbre como ya sabéis, la de decir en voz alta todos mis pensamientos. Así que prácticamente cuando me di cuenta, ya el coche venía hacia mí, no me fijé quién lo conducía, solo me di cuenta la velocidad que traía, tenía claro que yo era su objetivo, no iba a frenar, así se terminaría estrellando contra la limusina, aplastándome entre los dos vehículos. Tuve tiempo de reaccionar lo suficiente para pensar, que de nuevo había cometido otro de mis malditos errores, algo muy típico en mí, ya sea por una cosa, o por otra, yo era un objetivo, para Andrew Corneld, y también era un arma, para evitar que millones de personas muriese, cuántas veces me había repitió el policía, la importancia que eso tenía. pero ya no había