Ante el grito de mi madre no solo mi padre fue a ver que sucedía, sino que fui con él pensando que podía ayudar mas no esperé ver lo que vi. Al llegar al cuarto vi el habitual lecho de mi madre hecho una escena gore, el lienzo en blanco que solía ser el nido de amor de mis padres, ahora era la base de un quebranto donde había una mujer destruida (después entendí el motivo) con una catarata de lágrimas desesperadas corriendo por sus mejillas y su mirada con dirección a su sangrante vagina nos recibió, sus manos temblaban presagiando el luto y cuya premonición resultó ser cierta, como ya dije, se venía un mañana lúgubre para nosotros, para mis padres y en especial para mí, se fueron mis ganas de cuidar a un ser tan minúsculo, yo quería cuidarlo, abrazarlo, darle cátedra sobre lo poco que podía saber sobre la vida y algo más que en el camino aprendería. Los dos primeros días fueron tristes para mi familia, para mi padre, para mi madre y para mí, pero para el tercer día yo notaba un cambio peculiar en la casa, en los alrededores, desde un arañón nuevo en el cuarto del no nacido, hasta pequeños pasos en la sala, una cuna que se mecía sola, mi madre lloraba día y noche sin que haya algo capaz de mitigar su dolor, yo siempre le comentaba estas cosas a mi padre, pero solo me respondía frases tiernas como un “lárgate” cuando estaba molesto o un “hijo ahora no” cuando quería ser diplomático, pero no quiero que pienses que mi padre siempre fue así, al contrario, él siempre fue un hombre entrañable, su carácter siempre fue humilde, pero firme ante cualquier altibajo al menos hasta la partida de mi hermanito, lo cual supongo hasta el día de hoy era normal.
Los años pasaron, entré a secundaria, las clases eran muy aburridas y los cursos eran tan predecibles que no suponían un reto para nadie , todo era llegar, oír, apuntar y memorizar.Menudo sistema educativo de m****a, tan precario que quitan las ganas de aprender antes de incentivar a una persona querer llenarse de conocimiento, pero de todo ese abanico de m****a que llamaban cursos había uno que me encantaba y ese era filosofía y aunque los ideales de mi ídolo eran muy extremistas, coincidí con algunos de ellos, Friedrich Nietzsche, no sé mucho de este autor, solo algunas cosas, sin embargo, tengo un paupérrimo panorama de su radical forma de pensar.Yo era de las personas que solían creer que todo lo que pasaba era planeado por alguna deidad, que el destino era algo que solo lo sabía él o ella, pues desde pequeño me inculcaron la religión y en plena ignorancia infantil era imposible negarse a lo que no sabías si era malo o bueno y más aún si te lo pintaban como algo bueno y que si no creías en el pasarías toda la eternidad sufriendo latigazos de un estúpido cornudo ruborizado con una colita de flecha y un tenedor gigante, hasta ahora no sé si Dios existe, si es hombre o mujer, pero bueno, me alejé de la religión cuando veía que la mayoría de cosas que decían los párrocos era el mismo discurso, con diferentes palabras, la rutina de oír una prédica estúpida a mi parecer, batallar a muerte con Morfeo para no dormirme, hacer una fila para comer un intento de pan que no solo te deja con hambre sino que se deshace en tu boca a los 15 segundos o menos, después abrazarte con el que estaba a tu costado para hacer las paces sin conflicto previo y no volverlo a ver, regresar a la guerra con Morfeo, después nuevamente hacer una fila para que te mojen con agua dizque bendita (espero que haya sido agua limpia) y después oír la desafinación conjunta de los devotos y los “cantantes” del señor ¿saben? Dicen que cantar es lo mismo que alabar dos veces, pero vamos, si así son las alabanzas no quiero ni imaginar cómo serían los cantos satánicos, perdón querido diario me desvié del tema. Como decía antes de perderme en los recovecos de mi memoria, los días en la escuela eran rutinarios, llegar, saludar a los que yo llamé “políticos”. ¿Quiénes eran? Eran aquellos chicos que todo el tiempo sonreían a todo el mundo, no te miento, siempre sonreían, recuerdo que una vez cuando estaba en las tan “divertidas” clases, el docente de química humilló a uno de esos “políticos” y lo único que el tipo dijo fue:—Lo siento profesor, tan sabio usted, perdone mi ignorancia, no volverá a suceder—El profesor ya conocía sus trucos y no iba a dejar que alguien con una retórica tan vacía lo convenza con una estratagema tan paupérrima y continuó lanzando improperios a diestra y siniestra contra el chico que solo reía, se notaba la ira en su mirada, sus nudillos estaban blancos de la ira, sus brazos tensos y las venas marcadas y ni así el chico dejó de sonreír. Después, sentarse en los pupitres que al inicio del año estaban relucientes por el barniz barato que los maquillaba, sin embargo, después parecían las paredes de la celda de un ex convicto, rayadas, con maldiciones al cándido curioso que se siente en ese lugar, al docente, a la directora, supongo que esas cosas son normales en secundaria ¿no? Después de las clases llegaba el recreo, uno de mis momentos favoritos puesto que podía comer, respirar un momento y empezaba lo que decidí llamar mi “rutina roja” ¿Por qué? Pues primero que nada quiero aclarar que yo jamás fui un buscapleitos, siempre fui reservado en casa, en la calle y en todos lados pero, nunca he sido de las personas que soportan los abusos, pese a esto, había un grupito de abusivos que pensaban que podían hacerme lo que les diera la gana por ser callado y solitario y no fue así.En una tarde de rutina como siempre, una clase antes del receso noté como un grupo hablaba de mí a mis espaldas y se reían, confieso que aunque me molestó yo preferí la elegancia del silencio, tomé mi almuerzo, el mismo que ese día mi madre hizo para mí, sí, mi madre, pues usualmente mi padre me hacía el almuerzo. Busqué un lugar donde no tenga que oír ni las pláticas banales sobre que chico le parece más atractivo a las chicas del colegio (aparte que oír mi nombre en esa lista me ruborizaba) ni tan cerca de los chicos porque tampoco me importaba saber que chica tenía los senos más grandes o quien de todas ellas fue la conquista de uno de mis compañeros, eran conversaciones tan absurdas, aburridas y repetitivas que al final preferí la soledad. Cuando por fin hallé mi lugar ideal, una esquina a 5 metros de los columpios, donde la brisa pasaba con total libertad y tenía una vista perfecta del patio, quería empezar a comer pero el grupo del que te hablé llegó, yo los ignoré ya que después de todo no los conocía, justo cuando iba a darle el primer mordisco a mi almuerzo uno de ellos trató de botar mi sándwich y solo opté por esquivarlo, pisé su pie y con la otra pierna pateé su rótula haciéndolo caer de lado, me levanté y le dije sin perder la calma.—Vuelve a molestarme y será peor. —Cuando me doy la vuelta sentí un empujón de uno de sus compañeros, al ver mi sándwich en el piso me giré molesto y de un derechazo le tiré un diente, manchando mi mano con su asquerosa sangre, el resto del grupo se quedó ayudándolo. En lo que a mí respecta solo me quedó recoger mi sándwich destrozado por la caída y botarlo a la b****a, desde ese día esos imbéciles siempre venían en grupo a molestarme, se supone que debería ser al revés, una vez vencidos, no deberían volver, pero hay masoquistas que desean probar suerte siempre, cada día era lo mismo, tanto así que en los recesos esperaba que llegaran, manchaba mis manos un rato y después comía, tan rutinario se hizo que tenía siempre lista una toalla para secar mis manos luego de eso, en fin. Después del receso, las rutinarias clases, después a casa, lo típico.Las cosas empezaron a cambiar en el último año de secundaria, para empezar, me enamoré de una paradoja hecha mujer, era una de esas chicas que a simple vista crees poder subestimar, una dama común a los ojos de cualquiera, una chica de carácter dulce pero cuando se enfada sálvese quien pueda. A mis ojos perfecta, tenía un cabello color café, una mirada caoba y el color canela caracterizaba su piel, sus labios eran delgados parecían haber sido hechos con delineador o con el lápiz de algún dibujante perito, porque eran perfectos y sin discusión, llevaba unos anteojos medianamente gruesos con una montura redonda y vintage de color negro, la ayudaban con su visión, con ellos veía el horizonte, su pasado y los recovecos donde se ocultaba el sol, seguramente te preguntarás ¿Cuál es el nombre de tu musa? Y es que la verdad su nombre para mí es un sueño, lo m&
Llegué media hora antes, con unos botines negros, un pantalón negro, un polo blanco y una chompa gris, estaba hecho un manojo de nervios, era más que obvio, iba a tener una cita con el amor de mi vida en ese entonces, caminé muchas veces de ida y vuelta por ese puente y cuando vi la hora, eran las 4:50 pm, empecé a desesperarme, quería llamarla y preguntarle dónde estaba, si iba a venir o no, pero no lo hice por dignidad quería tener una imagen de desinteresado, un amigo nada más (Por supuesto mis planes eran otros) y bueno, llegó. Ella traía puestas unas Converse blancas, unas pantis del color de su piel, un vestido amarillo y una chaqueta de cuero negra, parecía una abejita, fue muy cómico, cuando estuvo cerca de mí yo saqué mi móvil y miré la hora, eran las 5:15 pm y le hice un ademán de indignación y recibí la respuesta más diplom&aac
Desperté con un dolor de cabeza terrible, no sabía si era por la resaca o porque dormí en una mala posición, me quedé echado un par de minutos viendo el techo y tratando de procesar todo lo que había pasado, si estaba soñando y recién había despertado o al menos si Gianella era real, porque, vamos querido diario, parece un sueño, una vez que noté que esto estaba pasando me dispuse a levantarme y el dolor no se hizo esperar, era como si con cada movimiento mis huesos se alinearan nuevamente, cada movimiento eran dos crujidos, con tantos “crack” sonando me quedé quieto por los nervios y me puse a pensar que hacer, me aburría estar en esa posición y me paré de golpe provocando una sinfonía de crujidos en mi cuerpo, el sonido era semejante al que se produce cuando aprietas con el puño esas burbujas protectoras, no semejante, el mismo ,mas logré ponerme de pie. En mi mente solo podía pensar: “vaya, no puedo creer que esto vaya a suceder realmente.” Entre otros pensamientos bobos que iban
Volví a ser feliz, nuevamente fui aprendiz del pecado. Después de volver a hacer el amor y ducharnos, ella salió y la ayudé a hacer sus maletas, tenía batas de enfermera y algunas herramientas que no sabía para que eran, solo reconocí el aparato medidor de presión, había muchos vestidos, poleras, pantalonetas y calzado para todo tipo de ocasión. Le pedí que por favor me acompañe a mi casa para revisar por última vez mis maletas e irnos y ella aceptó.En el camino de regreso fuimos a mi casa de San Martín de Porres. En la puerta de mi casa empezaron a aflorar sus miedos, estaba nerviosa por cómo comportarse y no sabía de qué manera presentarse ante la familia mía, ella halaba de mi polera y yo solo tomé su mano y le dije “tranquila, si alguien pregunta eres mi pareja” en ese momento su semblante mostraba duda y antes de que responda ella mi madre nos abrió la puerta e hizo algo que no veía desde la muerte mi hermano, mi madre se dejó caer al suelo, el chocar de sus l
—Déjamelo a mí muñeco. ─dijo luego de un guiño.—Usted manda, mi reina. —Respondí con la mano en mi sien, en forma de saludo militar. Ella se sentó sobre mí y empezó con su increíble fellatio y yo que no sabía qué hacer, empecé a lamer su “clítoris y después pasaba mi lengua por sus labios para después introducirla en su ahora húmeda vagina”, puede que no sepa de sexo, pero conocía algunas partes erógenas de las mujeres al menos por cultura general, sus gemidos no se hicieron esperar, supuse que lo estaba haciendo bien así que seguí y ella empezó a arquear su espalda y por momentos presionaba mi rostro con las piernas, me decía que siguiera, cosa que hice aunque por mi inexperiencia lo dudé, luego ella se levantó y se puso boca arriba, yo me arrodillé en la cama esperando como un perro esperando que le den su comida y así fue, de un tirón de cabello me dieron de cenar y no pude esperar para ejecutar un inexperto cunnilingus, ella apretaba mi cabeza con fuerza hacia su vagina
Gianella aprovechó para ir al baño y yo me quedé esperando, la ansiedad me comía, quería saber que me iba a decir ¿Será algo bueno? ¿Será algo malo? ¿Cómo saberlo? Las posibilidades son infinitas, yo solo quería saber que me iba a decir. Pasaron un par de minutos y la preocupación me empezaba a invadir, temía que el avión despegara con ella en el baño. Cuando me levanté para buscarla la vi regresar, tan majestuosa como siempre, con su mirada de diosa y sus pasos de fuego. Le hice una señal con las manos para que venga y ella al percatarse de mi existencia apresuró su paso. Nos sentamos y ella recostó su cabeza en mi hombro, yo acaricié su mejilla y el avión se puso en marcha, por algún extraño motivo yo me mantuve estoico y expectante, un hambre de curiosidad era lo único que me invadía, pero no po
Querido diario, ¿Sabes qué es el miércoles Rojo? Por suerte pude contarla una vez más, aquella vez fue difícil, pero pude hacerlo, los miércoles rojos allí eran una forma muy extraña de diversión, fue inventada por los guardias de este lugar en un día peculiar. Te lo cuento para que lo recuerdes, el origen del miércoles rojo tuvo lugar, obviamente un miércoles de primavera cuando la novia de Serpiente (Los guardias lo conocen por su apodo) tuvo una hemorragia luego de un corte medianamente profundo que atravesó su torso y la dejó en coma, un coma que duró casi tres años y despertó justamente un miércoles ¿Puedes creerlo? Es una cosa de locos, totalmente irrisoria y difícil de creer, pero así paso, me lo dijo serpiente ¿Cómo? Para decirte cómo, primero debo explicarte de que trataba el miércoles rojo, este juego
—¿Su hija? ¿Gianella? —Pregunté con sorpresa.—¿Conoces a Gianella? Pero mira que pequeño es el mundo, supongo que conejo te va a querer, en fin, mucha suerte pequeña, toma, te devuelvo tu móvil, tiene todo solo agregue mi número y el de conejo por si acaso, usa el marcado rápido, aprieta 2 si quieres llamar a conejo y 9 si me quieres llamar a mí, ahora sí, buena suerte.Ni bien termino de decir esto, serpiente se abalanzó sobre mí y me aplicó una llave al brazo muy fuerte solo para conducirme a la puerta, la abrió con facilidad y me empujó.—Hay formas más amables eh. —Dije adolorido.Emprendí mi camino al piso 1, el pasadizo estaba muy callado, habían dos puertas, nada extraño o eso pensaba, llegué al segundo piso y justo cuando estaba pensando que todo esto era una farsa oí el primer disparo, me agaché de inmediato y avancé con el pecho pegado al suelo con dificultad pues no tengo entrenamiento militar, ni resistencia que me avale, para el quinto paso ya estaba