Capítulo 26

Querido diario, Rosa me dejó llevarlas y yo solo pude decirle que la amaba, le pedí a Mackenzie que cuidara de ella y que no me buscasen más, le expliqué todo a ella con la intención de que me comprendiera, ella me entendió y juro no ir a buscarme, ni dejar que me buscasen, ella debía vivir, tenía a mi hijo en su vientre y yo quería verlo. Pasaron horas en las que solo pude escribir lo que estás leyendo querido diario, no quería alejarme de mi amada ni de quienes amaba, pero no tenía opción. Me alisté la mochila con ropa y solo me fui al lugar prometido. Al llegar, no había nadie, como si hubieran cerrado el parque, estuve esperando casi por media hora y llegó Rosa, estaba con un vestido como para ir a tomar el té, su nevada piel caía perfecta con su ropa, se sentó a mi lado, me besó la mejilla y dijo:

—La vida es un juego muy extraño, a veces se gana, otras se pierde, pero tú has ganado el infierno, te lo aseguro. ¿Vámonos?

—Vamos.

Rosa me llevó caminando como quien da un
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