Narrador. Mientras las dos féminas más jóvenes de la familia Blake y Miller, intentaban calmar sus nervios ante algo de alcohol, y una ingesta enorme de azúcar y productos con abundante chocolate, al mismo tiempo que trataban de saber algo de lo que pasaba con los dos energúmenos que habían abandonada la casa de Amelia, Finlay llamaba a su cuñado, y a su mejor amigo, para poder intervenir en lo que seguro sería una ejecución, con tortura incluida, de Rowdy Cooper. Connelly no había puesto a su hermano el Aniquilador por simple diversión, Todo aquel que conoce a fondo la personalidad de Angus Blake sabe que, bajo ese aspecto serio, eficiente, y sereno, heredado de la personalidad fría de su padre, Jason Blake, hay un porcentaje pequeño, pero significativo, del fuego arrasador de su madre, Kimberly Blake, que se activa sólo en ocasiones, normalmente el CEO del Grupo Blake Campbell sabe gestionarlo con mano férrea, pero en las ocasiones que no puede, es incluso más peligroso que la pro
Narrador. -” ¿Qué haces tu aquí, maldito bastardo?”- dijo una voz aguda, furiosa, sorprendida y hasta con un toque de desconcierto. Oir esa voz, inexplicablemente hizo que, su frustración desapareciera, y antes de girarse a mirar a la persona que había hablado, Marcus mostró una sonrisa de burla, insultante, y fría, casi idéntica a la sonrisa soberbia de su padre, se dibujó en los labios del último de los herederos Miller. Se giró con la sensación de que ese momento lo iba a disfrutar, alguien tenía que recibir la indignación de no poder ayudar, ni saber que pasaba, que él ahora sentía, y desde luego esa persona siempre sería la indicada para pagar por ello, siempre. -” Que desagradable encontrarte por aquí, Marilyn, ¿no había otra reunión de sociedad, o un evento social donde la hederás ricas y bordes como tú, puedan esconderse, para no ensuciar el ambiente?”- le dijo Marcus con una sonrisa peligrosa. Daisy Lancaster lo miró con odio, después de que se maldito cerdo el robara su
Amelia. - “Es increíble lo inquieta que eres, ¿Te puedes a quedar quieta de una maldita vez, Amelia Earhart? O te juro que te ahogo con mis propias manos, enana del demonio”- la voz de mi hermana Ailan se oyó alta y desesperada, en la sala privada de mi madre, que estaba en el segundo piso de la mansión Miller, en Nueva York. No podía evitarlo, a mis quince años, era la primera vez que me maquillaba, y sinceramente, no se vosotras mujeres del mundo, pero para mí, esto del rímel, y el Enliner, es un maldito invento del demonio, hecho para torturar los ojos de las mujeres incautas, que se dejan arrastrar por estas estúpida manía del estilismo y el maquillaje, por mucho que lo intentaba, no podía evitar que mis ojos parpadearan, lagrimando, cosa que provocaba que intentara secarme las lágrimas, aumentando así la ira de la estúpida de Wendy. - “¡Es totalmente imposible! Mamá me rindo, tu hija es un maldito hombre, en cuerpo de mujer, mírala, si se parece un panda.”- se quejó Wendy a
Angus. Nada más entrar con mi familia en el lujoso vestíbulo de la mansión Miller, ya se oía el sonido de la música del gran salón de baile del primer piso. - “Bienvenidos señor y señora Blake. Gavin los acompañara, a la sala principal.”- nos dijo nada más vernos, el famoso y eficiente mayordomo de los Miller, James Conway, es abuelo de Gavin Conway, mi otro mejor amigo. Hace ocho años, los padres Gavin murieron en un accidente de coche, el padre de Gavin era el único hijo de James Conway, el mayordomo de cincuenta y ocho años de los Miller, así que Gavin vino a vivir a la mansión Miller, convirtiéndose en uno más de la familia, por deseo del bisabuelo Miller, con las misma oportunidades que sus nietos, fue así como nació nuestra amistad, el trio de triunfadores, éramos Roy, Gary y yo, los guaperas, ricos, los mejores estudiantes, y deportistas del Instituto Privado Horacio Mann, por no hablar de éxito que tenemos entre las féminas, lo tenemos todo. El próximo año Gary ira a la
Clara. Mucho antes de bajar las escaleras, y gracias al consejo de la reina de las grandes entradas, Alian Caroline Miller, me dije a mí misma que me mostraría altiva, segura, y no prestaría atención a nadie, en especial a ese atractivo joven, moreno, alto, y musculoso, de dieciocho años, de ojos verde profundos, y mirada altiva, que para mí desgracia, llevaba siendo mi fuente recurrente de fantasías amorosas, como adolescente, desde que cumplí los doce años. Y creo que lo conseguí, los primeros seis escalones, hasta que mi impaciencia y curiosidad de estúpida enamorada, y porque no decirlo, mi inseguridad, pudieron conmigo, así que rápidamente miré hacia la multitud, tratando de localizar al personaje principal de mi enamoramiento juvenil, para descubrir, decepcionada como mi hermano, Gary, él y el grupo de descerebrados, que eran amigos de esos tres, salían por la puerta que daba a la terraza, desde donde se accede al jardín, sin tan siquiera mirar atrás, en ningún momento. Por
Amelia. Normalmente, de entre mis hermanos, soy la menos problemática, salvo cuando hay un enfrentamiento, a campo abierto, entre los cuatro herederos Miller, en ese caso la mansión familiar, se convierte en un animado y bélico episodio de Juego de Tronos, donde hay de todo, alianzas, traiciones, amenazas, como en esa gloriosa serie, nadie sabe quién es el primero que muerde el polvo, sólo se sabe que el conflicto se acaba cuando la reina de dragones, la diosa Miller, hace que su más fiel verdugo, mi padre, ejecute su orden. Aunque esto no lo considero yo conflicto, es más bien, supervivencia entre hermanos que se aburren. En general, y sin que sirva de precedente, sólo me meto en verdaderos problemas cuando sigo las locas ideas de la terrorista de Connelly Blake, gesto que no habla muy bien de mí carácter tranquilo, que una niña cuatro años más joven que yo, me meta en estos líos, lo responde todo. - “¿No quieres saber a dónde han ido los chicos? ¿Y qué están hablando?”- dijo esta
Amelia. - “Dime la verdad, Connelly, ¿Wendy y tú han preparado algo?, ¿Verdad? ¿Algo que no me va a gustar? Les aviso, sólo he venido a conocer a Hanna, únicamente, nada más, así que suelta por esa boquita, pero ya”- le dije a Connelly muy seria y decidida, mientras subíamos en el ascensor privado, al ático de lujo que tenía mi hermana en Londres. - “No sé de lo que me estás hablando.”- me dijo la pelirroja con esa sonrisa descarada que tanto miedo me daba, confirmándome que, si habían preparado algo, que de seguro no me iba a gustar. - “Me voy…”- dije acercándome al tablero del ascensor, para detenerlo, pero esa enana pelirroja era mucho más rápida que yo, cuando se lo proponía, la futura Top model, se colocó delante de mí, interrumpiéndome para que no pudiera llegar a mis objetivos. - “Ni lo sueñes, ya no tienes escapatoria, ordenes de tu hermana.”- me dijo la atractiva heredera Blake. A sus diecisiete años, Connelly Blake era un sueño pecaminoso para cualquier hombre, algo qu
Clara. Mientras mi hermana le contaba a la novia de mi hermano, quien era la pelirroja incordio, yo sólo miraba alrededor, para hacerme a la idea de lo que me esperaba. La visión de los secadores, y los miles de utensilios que comenzaba a dejar los profesionales sobre diferentes superficies, los grandes percheros que pasaban cargados de ropa, las cajas de zapatos, bolsos, joyas y demás, que se exponían como si fuera una tienda de lujo, sobre dos grandes mesas del salón, sólo me provocaban ganas de salir huyendo de allí. - “… y mi primo Angus, el hermano de Connelly, pretenden poner a las mujeres de su familia en cúpula de cristal, para que ningún hombre se acerque, por desgracia para ellos, todas nosotras, siempre rompemos el cristal de la cúpula, incluido mi madre y mi tía.”- fue lo último que oí de la explicación que mi hermana le estaba diciendo a Hanna. Pero el momento de charla duró poco, para mi desgracia, pronto me vi físicamente arrastrada, y bajo la supervisión del person