Ileana tenía ganas de echarse a llorar en ese mismo instante y no sabía cómo comunicarse con Velkan. Ya su mal humor había evolucionado a una escala mayor y se había convertido en algo que lo hacía lucir como una persona diferente en su totalidad. Alguien irracional que no escuchaba su voz.—Para empezar, necesitas cuidar tu mal genio, no quiero un lío aquí y te juro que no quieres tener una pelea conmigo —dijo Antonella con serenidad.—¡No me calmo! —golpeó una de las puertas, lo cual ocasionó un crujido en la madera vieja— ¡Ahora mismo nos vas a explicar quién demonios eres! —espetó Velkan con una voz profunda.El corazón de Ileana no podía latir más rápido y su cabeza no podía emitir más dolor ante aquel acontecimiento. A pesar de su mala reacción hace unos momentos, ella se acercó a Velkan para intentar tranquilizarlo una vez más.—Amor, mejor calmarte, estoy segura que hay una explicación a todo esto, dale tiempo para aclararlo.Velkan no podía creer que ella estuviera de parte de
Antonella aún seguía sin comprender del todo qué había ocurrido. Velkan se había encolerizado después de que, tras conocerlo había demostrado ser una persona pacífica, aunque algo malhumorado. Lo más fuerte del caso había sido cómo había intentado golpear a su novia y ésta no pudo evitar tener un colapso emocional o algo parecido. Ileana seguía sobre las dos sillas sin recuperar el conocimiento; su piel parecía como papel, casi del color de la de ella cuando despertó de aquel largo sueño. La desmayada, también tenía una leve sudoración en su rostro. Antonella posó su mano sobre la mejilla de ella, luego sobre su frente y se dio cuenta que su temperatura había descendido; estaba helada. Se puso manos a la obra, revisó sus signos vitales y algo la alertó: no estaba respirando. De inmediato hizo a un lado algunos escombros que habían quedado de la mesa que Velkan destruyó. Con mucho cuidado bajó a su paciente al suelo y le aplicó primeros auxilios. Colocó sus dos manos en el pecho de la
Velkan había salido con premura de aquella vieja casa, sumido en la desesperación. Su frente estaba perlada de sudor y sus manos temblaban a causa del cúmulo de malas emociones que estaba experimentando. Sentirse así le atormentaba sobremanera. ¿Qué rayos le ocurría?, estuvo a punto de golpear a su novia. Lo peor de todo era que, aún sentía el deseo de dañar y quizá hasta de destrozar a quien fuera y se le pusiera enfrente. Si la situación ponía a la persona equivocada, estaba seguro que no respondería por lo que llegara a hacer.Velkan se derrumbó viendo hacia el suelo, con la mente hecha un lío y las emociones a flor de piel. Sus manos seguían tensas y se empuñaron a causa del estrés que estaba padeciendo. Pronto algo hizo que levantara la mirada y notó que todo se sentía un poco diferente allí afuera:El cielo oscurecido, las estrellas brillando en el punto más lejano, la redonda luna que parecía estar viéndolo y aquellas ráfagas suaves, gélidas, que llevaban consigo el fino sereno
Allí estaban frente a frente. Bestia y hombre se retaban con la mirada para ejercer un debate sin palabras. Aquello no duró mucho, ya que una vez más la voz áspera del lobo resonaba en la mente de Velkan, como si se tratase de una estridente ráfaga haciendo estragos en sus oídos internos.«Oh, no. No es una broma. En verdad podemos comunicarnos con la mente —habló el lobo en la mente de Velkan con tono áspero—. Escúchame... ahora tú y yo somos semejantes. Podemos unir fuerzas para salir de aquí».—¿Semejantes? —Velkan rió con ironía— ¡Jamás seremos semejantes! —espetó a viva voz—. Yo sé que tú nos trajiste hasta acá, estoy seguro y eso jamás lo olvidaré.«¿Acaso no te has dado cuenta de que, puedes ver claro en esta obscuridad?, ¿o de que tu fuerza muscular y tu temperamento han cambiado de manera drástica? ¿Tampoco has notado que te da más hambre de lo habitual? Es más… Te apuesto a que tienes mucha hambre en este instante. Puedes ser sincero, no te voy a juzgar»«Maldito monstruo —al
Ileana estaba allí frente a Velkan y al lobo gigante. El joven estaba consternado y por un momento su ira había cesado de manera significativa. El solo ver que su amada se encontraba bien, bastaba para olvidar todo lo malo y enfocarse en su principal objetivo: salir ambos de allí con vida. —Te estuve buscando por todas partes, cariño mío —Ileana hablaba con la voz entrecortada y la respiración fuerte, quizá por el miedo que le provocaba la situación—. Yo sólo... —Ella no pudo continuar hablando, porque la bestia dejó salir un fuerte rugido, mientras sus ojos centelleaban con ira, y sin piedad ni aviso se abalanzó sobre ella. —¡No! —exclamó el joven con desesperación y miedo de perderla. Velkan sintió que el mundo se le venía encima, cuando vió tan vulnerable a Ileana, debajo del enorme cuerpo canino, que parecía estar más que dispuesto a arrebatarle la vida como a aquella presa, que dijo haber cazado hace un momento atrás. No había razón, no existía algo que justificara el hecho de
Los segundos pasaban en completo silencio. Tan solo el silbido del viento era el que reinaba por todo ese oscuro lugar. Aquella euforia placentera de Velkan al haber casi engullido a su contrincante, le estaba pasando una atormentante factura. La conciencia había comenzado a hacer estragos en su mente, aunque realmente Velkan tenía mucho por qué culpar a ese lobo maligno ante sus ojos. Una parte le decía que hizo bien, pero la mayoría taladraba su mente, diciéndole que era un maldito asesino. Antes de llegar a ese lugar infernal, él siempre había estado en pro de la vida y en contra de la violencia y ahora… se convirtió en lo que tanto detestaba. Aquel joven viajero, que ahora era un casi lobo, yacía acuclillado frente a los restos de Bardou, aquel lobo feroz y siniestro que acababa de devorar trozo a trozo y que quería convencerlo de algo, más no había podido porque simplemente ya no quiso escucharlo. Prácticamente solo dejó algunos de sus huesos, y mucho de su pelaje negro regados
Advertencia: ¡¡Contenido +18!! Lee bajo tu propio riesgo. No hubo más palabras, porque en ese mismo instante un profundo beso, iniciado por Ileana se las había llevado en su totalidad, provocando un cosquilleo de pasión en el vientre del joven. Con un ágil movimiento, y sin separar sus bocas la recostó en el suelo, acto que sacó una sonrisa a la muchacha. Él en verdad estaba avanzando a pasos agigantados; algo lo guiaba a no detenerse. Velkan esparció una fila de besos descendentes en el cuello de ella, quien dejó escapar un jadeo, mientras apretaba con suavidad su oscuro cabello. Ese aparente mínimo acto lo enloqueció sobremanera, tanto que sin darse cuenta ya se encontraba despojando a Ileana de su blusa y sostén, ambos de un tirón, dejando al descubierto los suaves pechos de ella, que al sentir el frío habían reaccionado, elevando aquellas dos rosadas protuberancias sensibles que ella poseía en esas partes tan íntimas. —Mira lo que me estás haciendo, Velkan —agregó Ileana, con pi
No se lo podía creer… Aquello sin duda había funcionado y Antonella, allí acostada y aún desvestida, daba brincos internos de felicidad, si es que lo que sentía podría catalogarse como tal. Velkan se había creído del todo que ella era su amadísima Ileana; había caído redondito, ni siquiera tuvo que fingir ser ella en absoluto. El lobito, todo se lo había dejado como servido en bandeja de plata; además de que, debía reconocer que ese ragazzo, tenía grandes habilidades en la intimidad. Antonella despabiló de aquellos pensamientos y se enfocó en lo importante.Por fin había podido poner en práctica uno de sus hechizos, y no cualquiera. Oh, no... Aquel sin duda era uno de los de alta gama, y lo mejor de todo era, que aún tenía el poder dentro de ella. Su encanto estaba volviendo de a pocos, pero no había parado de progresar. Eso solo significaba que, en menos de lo que esperaba volvería a ser ella misma otra vez para poder sentirse libre y dueña de sí misma. Antes de salir de la casa, Ile