Velkan había salido con premura de aquella vieja casa, sumido en la desesperación. Su frente estaba perlada de sudor y sus manos temblaban a causa del cúmulo de malas emociones que estaba experimentando. Sentirse así le atormentaba sobremanera. ¿Qué rayos le ocurría?, estuvo a punto de golpear a su novia. Lo peor de todo era que, aún sentía el deseo de dañar y quizá hasta de destrozar a quien fuera y se le pusiera enfrente. Si la situación ponía a la persona equivocada, estaba seguro que no respondería por lo que llegara a hacer.Velkan se derrumbó viendo hacia el suelo, con la mente hecha un lío y las emociones a flor de piel. Sus manos seguían tensas y se empuñaron a causa del estrés que estaba padeciendo. Pronto algo hizo que levantara la mirada y notó que todo se sentía un poco diferente allí afuera:El cielo oscurecido, las estrellas brillando en el punto más lejano, la redonda luna que parecía estar viéndolo y aquellas ráfagas suaves, gélidas, que llevaban consigo el fino sereno
Allí estaban frente a frente. Bestia y hombre se retaban con la mirada para ejercer un debate sin palabras. Aquello no duró mucho, ya que una vez más la voz áspera del lobo resonaba en la mente de Velkan, como si se tratase de una estridente ráfaga haciendo estragos en sus oídos internos.«Oh, no. No es una broma. En verdad podemos comunicarnos con la mente —habló el lobo en la mente de Velkan con tono áspero—. Escúchame... ahora tú y yo somos semejantes. Podemos unir fuerzas para salir de aquí».—¿Semejantes? —Velkan rió con ironía— ¡Jamás seremos semejantes! —espetó a viva voz—. Yo sé que tú nos trajiste hasta acá, estoy seguro y eso jamás lo olvidaré.«¿Acaso no te has dado cuenta de que, puedes ver claro en esta obscuridad?, ¿o de que tu fuerza muscular y tu temperamento han cambiado de manera drástica? ¿Tampoco has notado que te da más hambre de lo habitual? Es más… Te apuesto a que tienes mucha hambre en este instante. Puedes ser sincero, no te voy a juzgar»«Maldito monstruo —al
Ileana estaba allí frente a Velkan y al lobo gigante. El joven estaba consternado y por un momento su ira había cesado de manera significativa. El solo ver que su amada se encontraba bien, bastaba para olvidar todo lo malo y enfocarse en su principal objetivo: salir ambos de allí con vida. —Te estuve buscando por todas partes, cariño mío —Ileana hablaba con la voz entrecortada y la respiración fuerte, quizá por el miedo que le provocaba la situación—. Yo sólo... —Ella no pudo continuar hablando, porque la bestia dejó salir un fuerte rugido, mientras sus ojos centelleaban con ira, y sin piedad ni aviso se abalanzó sobre ella. —¡No! —exclamó el joven con desesperación y miedo de perderla. Velkan sintió que el mundo se le venía encima, cuando vió tan vulnerable a Ileana, debajo del enorme cuerpo canino, que parecía estar más que dispuesto a arrebatarle la vida como a aquella presa, que dijo haber cazado hace un momento atrás. No había razón, no existía algo que justificara el hecho de
Los segundos pasaban en completo silencio. Tan solo el silbido del viento era el que reinaba por todo ese oscuro lugar. Aquella euforia placentera de Velkan al haber casi engullido a su contrincante, le estaba pasando una atormentante factura. La conciencia había comenzado a hacer estragos en su mente, aunque realmente Velkan tenía mucho por qué culpar a ese lobo maligno ante sus ojos. Una parte le decía que hizo bien, pero la mayoría taladraba su mente, diciéndole que era un maldito asesino. Antes de llegar a ese lugar infernal, él siempre había estado en pro de la vida y en contra de la violencia y ahora… se convirtió en lo que tanto detestaba. Aquel joven viajero, que ahora era un casi lobo, yacía acuclillado frente a los restos de Bardou, aquel lobo feroz y siniestro que acababa de devorar trozo a trozo y que quería convencerlo de algo, más no había podido porque simplemente ya no quiso escucharlo. Prácticamente solo dejó algunos de sus huesos, y mucho de su pelaje negro regados
Advertencia: ¡¡Contenido +18!! Lee bajo tu propio riesgo. No hubo más palabras, porque en ese mismo instante un profundo beso, iniciado por Ileana se las había llevado en su totalidad, provocando un cosquilleo de pasión en el vientre del joven. Con un ágil movimiento, y sin separar sus bocas la recostó en el suelo, acto que sacó una sonrisa a la muchacha. Él en verdad estaba avanzando a pasos agigantados; algo lo guiaba a no detenerse. Velkan esparció una fila de besos descendentes en el cuello de ella, quien dejó escapar un jadeo, mientras apretaba con suavidad su oscuro cabello. Ese aparente mínimo acto lo enloqueció sobremanera, tanto que sin darse cuenta ya se encontraba despojando a Ileana de su blusa y sostén, ambos de un tirón, dejando al descubierto los suaves pechos de ella, que al sentir el frío habían reaccionado, elevando aquellas dos rosadas protuberancias sensibles que ella poseía en esas partes tan íntimas. —Mira lo que me estás haciendo, Velkan —agregó Ileana, con pi
No se lo podía creer… Aquello sin duda había funcionado y Antonella, allí acostada y aún desvestida, daba brincos internos de felicidad, si es que lo que sentía podría catalogarse como tal. Velkan se había creído del todo que ella era su amadísima Ileana; había caído redondito, ni siquiera tuvo que fingir ser ella en absoluto. El lobito, todo se lo había dejado como servido en bandeja de plata; además de que, debía reconocer que ese ragazzo, tenía grandes habilidades en la intimidad. Antonella despabiló de aquellos pensamientos y se enfocó en lo importante.Por fin había podido poner en práctica uno de sus hechizos, y no cualquiera. Oh, no... Aquel sin duda era uno de los de alta gama, y lo mejor de todo era, que aún tenía el poder dentro de ella. Su encanto estaba volviendo de a pocos, pero no había parado de progresar. Eso solo significaba que, en menos de lo que esperaba volvería a ser ella misma otra vez para poder sentirse libre y dueña de sí misma. Antes de salir de la casa, Ile
Cuando abrió los ojos, no reconocía nada a su alrededor, la calle se encontraba desolada y la tenue luz del día comenzaba a colarse por todo el lugar. Sintió un fuerte olor y se dio cuenta que alguien estaba de pie frente a una fogata a plena luz del día. Levantó su hocico para olisquear el ambiente. Ese humo olía delicioso, como a carne cocinada en esa lumbre. De inmediato su boca comenzó a salivar de manera incontrolable ¿Quién diría que, su primera sensación fuera la de estar hambriento? La figura encapuchada, dejó de avivar el fuego con una vara de madera, volteó y se dirigió hacia él con paso despreocupado para observarlo desde arriba. No podía reconocer de quién se trataba ¿La conocía? ¡Quién sabe! Ni siquiera sabía qué era él mismo. Lo único que pudo notar era que esa persona le sonreía con calidez mientras se retiraba un poco la capucha, solo para que viera mejor su rostro. Su cara no se le hacía para nada conocida. Era blanca con mejillas y labios sonrosados, algunas pecas
Ella había despertado de un sobresalto, se sentía mareada y le dolía el brazo izquierdo. Se revisó de inmediato y vio un punto rojo en su piel, parecía una especie de piquete bastante inusual. De inmediato miró a todos lados y comenzó a explorar la casa buscando a Velkan o a Antonella, pero no los encontró. Lo último que recordaba era lo que Antonella le había dicho, que iría en busca de Velkan, pero algo le decía que ella misma tenía que emprender su propia búsqueda. No se iba a quedar esperando a que ella salvara el día. Su novio podría estar necesitando de ella. Aún tenían una conversación pendiente. Ileana sabía que su cuerpo estaba muy acostumbrado a la medicina química, así que las opciones naturales le hacían poco o nulo efecto en su cuerpo. Por tal motivo, ella no se había dormido, sólo había fingido haberlo hecho. El sentimiento de curiosidad podía más que cualquier malestar que pudiera estar sintiendo. Y pese que Antonella era muy amable, las palabras de Velkan resonaban en