Complicaciones
Antonella se encontraba consternada. No se esperaba para nada aquel obsequio tan bizarro de parte de Velkan. Además, había regresado relativamente temprano de su expedición y no con lo que a ella realmente le importaba.

¿Es que acaso pretendía desobedecerla? Poco a poco parecía dejar de ser aquel lobo que no cuestionaba nada y que cumplía con lo que ella le decía sin chistar. En definitiva su autonomía había avanzado mucho en comparación de cuando se hallaban en el pueblo y eso sí que estaba fuera de todo plan.

La figura de aquella liebre joven que pataleaba por su vida ya sin caso alguno de poder sobrevivir, la había tomado por sorpresa. Antonella frunció el ceño, y recogió las peonías que se le habían caído. Velkan, quien estaba a la expectativa de su respuesta y que meneaba su cola confianzudo, dejó de hacerlo en cuanto se percató de que su pelirroja no estaba nada contenta.

«¿No vas a decir nada? –inquirió Velkan, mientras la liebre daba un último chillido antes de perder la vid
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