Capítulo 5

Melinda

Cuando yo tenía doce años y medio, parecía de diez y Jenny —a quien ya se le estaban notando los pechos, pues ella se desarrolló temprano y siempre ha tenido un cuerpo de ensueño— se burlaba de mí porque el desarrollo me llegó tarde; por lo tanto, yo parecía una tablita gracias a que soy muy delgada, lo que me es conveniente para el ballet.

Recuerdo que hubo un viaje escolar a un pueblo muy anticuado y todos estábamos felices porque ese día no tendríamos clases y nos bañaríamos en el río.

Ashton tenía catorce y ya se veía muy apuesto. Él siempre ha sido un grandulón intimidante, pero con un rostro bonito, combinación que atrae a las niñas; no obstante, ninguna se atreve a acercársele y si lo hacen, él simplemente las ignora. Se ha rumorado que le gusta los chicos, pero él no comparte con ninguno, así que lo último que escuché fue que le gustan los animales. ¡La gente está loca!

Ese día estaba muy feliz porque conocería un nuevo lugar y vería las montañas, además de que amo nadar. Recuerdo que estábamos en un pequeño, pero acogedor restaurante, cuando sentí un punzón en mi vientre. Lo ignoré y continué compartiendo con mis amigos, mas cuando estábamos paseando en la plaza, el dolor me atacó sin piedad.

Me encorvé de lo tanto que me dolía y como estaba un poco alejada —pues tiendo a distraerme y eso ha provocado que me pierda varias veces—, nadie de la escuela lo notó. Personas del lugar me rodearon para auxiliarme y yo tenía mucho miedo, entonces Ashton apareció de repente y me tomó del brazo.

Él se quedó observándome por varios segundos y luego se quitó su chaqueta negra y la colocó sobre mi trasero, amarrándola alrededor de mi cintura. Estaba confundida y no entendía el porqué de cubrir mis glúteos, pero cuando me arrastró al baño de una tienda, lo entendí. ¡Me había llegado el periodo!

Ese fue el día más vergonzoso de mi vida porque a mi menarquia se le ocurrió hacer llegada en un viaje escolar. Lo peor de todo es que Ashton tuvo que socorrerme y comprar toallas sanitarias, una ropa interior y un pantalón. Gracias a Dios ambos teníamos dinero.

Ashton es un chico retraído, asocial y descortés; pero ha sido como mi ángel guardián, quien aparece en el momento en que más lo necesito; aunque nadie me cree cuando les cuento lo que él hace por mí. Sé que él me aprecia como amiga, de la misma forma en que yo lo aprecio a él.

Ese día no me pude bañar en el río, pero tampoco me aburrí; Ashton me haló del brazo cuando nadie nos notaba y nos pasamos la tarde recorriendo el pueblo y hasta fuimos a una feria. ¿Ahora entienden la razón de seguir acosándole y vociferar que el chico raro de mi cuadra es mi amigo?

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