Dos años después...
Estoy muy feliz porque pronto será mi cumpleaños número diez. Mi mami me ha dado las invitaciones de los Morris y, como soy la encargada de entregarlas, voy trotando hacia allá. Toco el timbre y Kimberly abre la puerta. Ella es hermana de Ron y ya es grande. Va a la escuela con nosotros, pero tiene amigos adultos y muy guapos. Ya quiero crecer y tener quince como ella, así mis botoncitos se convertirán en grandes melones y tendré un novio lindo.
—Hola, Melinda. —Kimberly me saluda con una gran sonrisa; ella es muy amable y me agrada.
—El próximo sábado será mi cumpleaños, ¿vas a venir? —le pregunto muy contenta, puesto que si ella va es probable que invite a su amigo lindo. Si eso sucede, entonces lo sacaré a bailar conmigo y… ¿Quién sabe? Tal vez me dé un besito.
—¡Claro que sí! —Sonríe. Llama a la señora Morris, mas a quien vislumbro es a Ron quien sale con su nuevo video juego y ambos nos dirigimos a la cocina.
—¡Gracias por la invitación, Melinda! ¿Quieres una galleta? —La mamá de Ron me pregunta con la misma amabilidad de siempre, una vez se une a nosotros.
—¡Sí! —Me encantan las galletas de la señora Morris
—¡Ashton, las galletas están listas, cariño!
Miro a Ron sorprendida. ¿Quién es Ashton?
Él va a hablar cuando un chico con cabello negro y ondulado, ojos azules oscuros como el océano; vestido con unos vaqueros negros y una camiseta del mismo color hace entrada. Me quedo pasmada al reconocerlo. Es el freak. ¿Cuándo regresó y por qué está en casa de Ron?
El chico me mira con indiferencia mientras se dirige al desayunador, se sienta en un taburete y come sus galletas en silencio. La señora Morris sonríe y el momento tenso se vuelve cálido con su dulce voz.
—Te compraremos un lindo regalo y estaremos felices de asistir a tu fiesta.
—Gracias... —Sonrío sonrojada. Mi atención se enfoca en aquel chico raro. Desde aquel día que evitó que los matones me acosaran tuve mucha curiosidad por conocerlo. Me acerco con timidez y le topo el hombro. Él me mira con cara de malos amigos, en cambio yo le sonrío. La señorita McKenzie siempre me ha dicho que las sonrisas curan el alma y son gratuitas, así que se debe regalar todo el tiempo.
—¿Qué quieres? —me pregunta de una forma fea y descortés, pero yo continúo sonriendo.
—Tú también estás invitado a mi fiesta. Va a ser muy bonita y divertida. ¿Te gusta Rosita Fresita? Mi fiesta será de ella y yo voy a bailar ballet con mi nuevo tutú rosa.
El freak rueda los ojos y me mira con descortesía.
—¿Quién quiere ir a una fiesta de Rosita rosadita? —Hace una mueca.
—No es Rosita rosadita, es Rosita fresita —le corrijo y él me mira más feo aún.
—¡Qué fastidiosa! —Se levanta con el plato de galletas y se va.
¡Qué chico ni más mal educado!
—¡Feliz cumpleaños! —La señora Morris me abraza con euforia.—¡Gracias! Lindo regalo. —Sonrío muy feliz, abrazando la cajita color rosa.—¡Feliz cumpleaños! —Ron y Kim espetan al unísono.—Gracias —respondo con vergüenza y miro al freak—. ¿No me dirás feliz cumpleaños?—Arg... —gruñe como perrito—. Feliz cumpleaños... —Baja la mirada al suelo.—Gracias. —Le abrazo.—¡Oye! —Me espanto cuando el tonto me empuja.—¡Ashton! —La señora Morris lo reprende con preocupación y reclamo en su mirada—. No se trata así a una niña. Pídele disculpas.—Arg... —Vuelve a gruñir fastidiado—. P-Perd&
¡Ah! ¡Es tarde! ¿Por qué me acosté en la madrugada si sabía que hoy tenía un examen? Arg... Pero es que esa serie me enganchó y simplemente no podía dejar de verla.Corro en busca de alguien que me lleve porque obviamente el autobús me dejó. Llevo afán y el aire me falta, a mitad de cuadra busco desesperada y allí está mi salvación. Me extraña que sea Ashton quien esté parqueado frente a los Morris y no Ron.—Sube... —Su voz ronca me detiene de hablar. Este chico es tan mal educado, por lo menos debe saludar.—¡Buenos días, Ashton! Me parece extraño que estés tan tarde aquí si siempre llegas temprano.—Ron se fue antes de la hora acostumbrada a la universidad hoy, así que él no te podrá llevar. Deberías ser más puntual y responsabl
AshtonLa clase de historia es muy aburrida. Trato de prestar atención luchando con mis párpados que ya me están empezando a pesar. Miro a la Rosita empalagosa y no entiendo cómo alguien puede mantener su sonrisa intacta aun cuando finge prestar atención, pero que en realidad está soñando con Barbie en el país de la maravilla de Rosita rosadita. La conozco bien y estoy seguro de que se durmió con los ojos abiertos y la sonrisa tenebrosa que adorna su lin..., su cara.Doy casi un brinco en mi asiento al escuchar el ruidoso timbre y recojo mis cosas con prisa. Le dedico una última mirada a la flaquita empalagosa de soslayo, quien me provoca unas inmensas ganas de reír al percatarme como se cae de su silla por la impresión. ¡Lo sabía! Estaba en el quinto sueño. Me apresuro tratando de no llamar su atención y aprovecho que ella está
MelindaCuando yo tenía doce años y medio, parecía de diez y Jenny —a quien ya se le estaban notando los pechos, pues ella se desarrolló temprano y siempre ha tenido un cuerpo de ensueño— se burlaba de mí porque el desarrollo me llegó tarde; por lo tanto, yo parecía una tablita gracias a que soy muy delgada, lo que me es conveniente para el ballet.Recuerdo que hubo un viaje escolar a un pueblo muy anticuado y todos estábamos felices porque ese día no tendríamos clases y nos bañaríamos en el río.Ashton tenía catorce y ya se veía muy apuesto. Él siempre ha sido un grandulón intimidante, pero con un rostro bonito, combinación que atrae a las niñas; no obstante, ninguna se atreve a acercársele y si lo hacen, él simplemente las ignora. Se ha rumorado que le gusta los chicos, pero &eacu
Mis manos se mueven de forma involuntaria, sudores fríos recorren mi frente y mi estómago se revuelve. Creo que vomitaré en cualquier momento. Miro a Ashton, quien está junto a Jenny sacando sus instrumentos de disección como si nada. Jenny es otra sangrienta así que me imagino que su desagrado es porque le tocó hacer equipo con Ashton. Digamos que ella no lo soporta, hasta hemos tenido varios enfrentamientos porque yo lo defiendo de sus habladurías.Trago pesado y miro a Sandra, quien está tan nerviosa como yo.—Tú abres la rana y yo hago los apuntes —ofrezco con mi mejor sonrisa manipuladora, pero Sandra niega.—Te toca abrir a la rana a ti. Yo hice la presentación de power point para el trabajo de inglés. —Ella contraataca y suspiro rendida. La profesora nos dice que empecemos, por consiguiente, mi corazón late con agit
AshtonEntro mirando a mi alrededor con recelo y un poco distraído con la oscuridad del lugar, donde pequeñas luces de colores me permiten ver a los demás como si fuesen siluetas. Busco un asiento apartado de las personas que me conocen y me recuesto. Las sillas acolchadas son cómodas y pese a los murmullos de las personas emocionadas, se sentiría bien dormirse aquí.Luces proyectan al frente donde solo se muestran unas gigantes cortinas de color vino; una mujer rubia y muy delgada, vestida con mallas y un moño en el medio de la cabeza se para en frente con un micrófono. Se presenta como la señorita Lassarre y a juzgar por su acento debe ser francesa.Los aplausos y alaridos de familiares golpean mis oídos y me arrepiento de estar aquí. No entiendo por qué rayos vine, pero me siento ridículo ahora mismo. Saco el pequeño peluche rosa que compré
Lágrimas acarician mi piel, corren desde mis ojos hasta el final de mi mentón; un cosquilleo junto a una leve picazón me provoca el querer rascarme las mejillas. Froto mis manos sobre estas, sintiendo el alivio repartirse en toda el área.Se supone que hoy debería ser un día lindo, puesto que es el cumpleaños de Ashton; yo hasta le compré una linda chaqueta negra como a él le gusta e hice un álbum de fotos de los dos. El escozor en los ojos provoca que frote mi mano sobre este, hipeo por el llanto y me recuesto en la cama.Ashton debe estar enojado, siempre es así cuando llega su cumpleaños. Recuerdo que él suele alejarse más de lo regular, no obstante, yo lo persigo para subirle el ánimo. Una vez, en su cumpleaños número trece, la señora Morris le preparó una fiesta. El resultado sorprendió a todos debido a que cuando él vi
Me acerco espantado y asustado, asimismo mi corazón late con agitación. Toco su pecho ensangrentado y miro mis manos temblorosas.—¡Lo mataste! —La voz de mi madre molesta mis oídos. Tengo tanto miedo. Miro mis manos y están rojas, pintadas de aquel líquido que mancha la camisa azul cielo de mi padre.—¡Nooo! —Me incorporo de golpe, torturado por aquella pesadilla. Mi pecho sube y baja mientras mi cuerpo tiembla; pienso en Melinda y lloro. No podemos estar juntos, ella no se merece a un monstruo como yo.***MelindaCamino junto a Sandra mirando alrededor de este extraño vecindario que por alguna extraña razón se me hace conocido. Nos toca hacer una tarea grupal por lo que hemos quedado en vernos en casa de Karen.—Siento que he estado aquí antes. —