¡Ah! ¡Es tarde! ¿Por qué me acosté en la madrugada si sabía que hoy tenía un examen? Arg... Pero es que esa serie me enganchó y simplemente no podía dejar de verla.
Corro en busca de alguien que me lleve porque obviamente el autobús me dejó. Llevo afán y el aire me falta, a mitad de cuadra busco desesperada y allí está mi salvación. Me extraña que sea Ashton quien esté parqueado frente a los Morris y no Ron.
—Sube... —Su voz ronca me detiene de hablar. Este chico es tan mal educado, por lo menos debe saludar.
—¡Buenos días, Ashton! Me parece extraño que estés tan tarde aquí si siempre llegas temprano.
—Ron se fue antes de la hora acostumbrada a la universidad hoy, así que él no te podrá llevar. Deberías ser más puntual y responsable.
—Oye... ¿Cómo supiste que se me haría tarde? —pregunto mientras pongo música en su radio. Él me mira resignado, creo que ya se cansó de pedirme que no toque sus cosas.
—Como sea... —gruñe como de costumbre.
Llegamos a la preparatoria y otra vez las miradas están sobre nosotros. Digamos que he sido la única que ha tenido el coraje de acercarse a Ashton, dado a que todos les temen. Y, aunque ya la locura de que él es un monstruo que come gatos y seres humanos ha sido descartada por la madurez de dejar de ser niños, aún le continúan diciendo el freak y lo repelen como la peste.
—Aléjate de mí. —Ashton camina más rápido, más yo le sigo el paso. Siempre es así, él trata de huir de mí y yo lo acoso. Es que sé que debajo de esa fachada de chico retraído, mal humorado y solitario, hay un joven muy tierno y con buen corazón. Claro, lo de tierno lo tiene bien escondido y todavía no lo he descubierto, pero sé que él me necesita a mí tanto como yo a él.
La primera clase no nos toca juntos y eso no me gusta, aunque a él le da alivio. A veces siento que no me soporta, pero creo que eso es parte de su fachada, también.
—Hola, Meli. —Jenny me saluda y yo le sonrío. Ella y yo hemos sido amigas y vecinas desde que tengo uso de razón. Me encanta su cabellera rizada, larga y rojiza. Mi amiga es hermosa.
—Hola, pecosa —Karen le aprieta la mejilla, mas Jenny ruge molesta; odia que la llamen pecosa, pero ese es su apodo desde que somos niños, a mí me dicen empalagosa y yo no me quejo.
—Hola, empalagosa. —Karen me abraza y yo le sonrío. ¡Amo las muestras de cariño!
—Hola, Karen.
—Oigan, les tengo una bomba. —Karen es una pelinegra de cabello corto y ojos achinados, muy linda y amable. ¿Su problema? ¡Es muy chismosa!
—¿Cuál es la bomba, señorita detective? —Jenny la mira divertida y Karen junta las manos y creo que se ha saboreado la boca.
—Es sobre tu freak, Melinda. Paola le está tirando el ojo y sabes que a ella ningún chico se le escapa.
—¡¿Al chico raro?! —Jenny tapa su boca con gran impresión. Por mi parte me limito a hacer una mueca.
—Suerte con eso —espeto con molestia y no sé por qué—. Ashton no tiene ese tipo de relación.
—El freak no tiene ningún tipo de relación. —Karen corrige divertida.
—Él y yo somos amigos —digo airosa, ellas en cambio se ríen en mi cara.
—El acoso no cuenta como relación. —Jenny espeta mientras me pica la mejilla con su dedito rosa.
—Pues él sí es mi amigo. Hasta me esperó para traerme hoy. —Vuelven a reírse de mí y yo resoplo ofendida.
—No creo que Paola tenga suerte. El freak no tiene sentimientos y no le gustan las mujeres. —Sandra especula apareciendo de repente. Ella es mi mejor amiga en la escuela y al igual que yo, siempre llega tarde. Sandra es una morena hermosa de cabello rizado por los hombros, ojos marrones como los míos y es un poco pícara. Lo extraño es que la profesora no haya llegado. Es muy tarde ya.
—Es un desperdicio —Karen expresa—. El freak está como quiere y que tenga dieciocho lo hace más interesante.
Sí, mi amigo raro tiene dieciocho al igual que Ron. Este último empezó la universidad hace poco, mientras que Ashton no se ha graduado de la secundaria porque perdió dos años de la escuela. Es así que cursa el mismo año conmigo y ambos nos graduaremos juntos cuando yo tenga dieciocho y él veinte.
—Buenos días. —Entra la señorita McKenzie y todos nos paramos rectos y devolvemos el saludo. Ella es la directora del colegio y amiga de mi madre; así que, a diferencia de los demás estudiantes, yo no le temo, pero sí le tengo mucho respeto y cariño. Digamos que soy afortunada y tengo una buena vida fuera de los lujos, pues no somos ricos.
***
Tarareo mientras regreso de mi clase de ballet y me percato de la presencia de Ashton. En estos días hemos tenido ensayos hasta muy tarde porque pronto tendremos una presentación.
Mis hermanos están ambos en la universidad adonde viven, mi papá se encuentra en un viaje de negocios y mamá tuvo que ir a visitar a mi abuela a otra ciudad porque está enfermita; como resultado de todos esos acontecimientos, yo me quedé sola en casa por la escuela. Es por esto que mi mamá me advirtió que le dijera a la señorita Lassarre que me despachara más temprano, pero como yo no me quiero perder los ensayos, pues me reservé ese pedido.
—¿Qué haces por aquí? —le pregunto sorprendida y él me esquiva la mirada.
—No te importa —masculla.
—¿Me estabas esperando? —inquiero esperanzada, mas él me mira como si yo fuese un bicho raro.
—¿Esperando para qué? Solo pasaba por casualidad.
—Ummm... —Pongo un dedo sobre mis labios y me encojo de hombros.
Él camina en silencio ignorando todo lo que le estoy contando sobre los ensayos y la presentación.
—¿Vendrás a verme? —pregunto con ojitos brillosos, en cambio él me mira con cara de hastío.
—No —responde tajante y yo hago un mohín—. ¿Por qué iría a una presentación donde chicas flacuchentas vestidas de tutú y cositas de niñas se mueven como espaguetis electrocutados?
¡Auch!
—Eres tan malvado. Soy flaca, pero tampoco es para que te burles de mí. —Me siento muy triste, este chico es un caso perdido.
—Como sea... —Resopla fastidiado. Yo trato de abrazarlo, no obstante, él me esquiva.
—No me importa lo que digas. Irás o le digo a la señora Morris que me trataste mal.
Él se me aleja más de lo que estaba con exaltación y rudeza. A veces se me olvida que a Ashton no le gustan las expresiones de cariño. No permite que nadie lo toque, lo abrace o bese.
—No te estoy tratando mal, simplemente no me interesa ir a esas cosas fresitas. Y no me abraces, rosita empalagosa. Mejor, aléjate de mí y deja de actuar como si fuésemos amigos, no lo somos.
Después de caminar unos minutos llegamos a mi casa, pero Ashton sigue su camino sin despedirse.
—¡Adiós, Ashton! —Ondeo mi mano con efusividad y una gran sonrisa—. Gracias por acompañarme a casa, eres muy encantador y noble.
El gruñe, más decide ignorarme.
Otra noche sin mis padres y podré ver series y comer helado de fresa con mermelada de chocolate hasta tarde.
***
Ya con mi pijama de princesas Barbie y mi cubo de helado en manos, me tiro sobre la cama y enciendo el televisor. Estoy muy entretenida cuando escucho un extraño sonido. Me levanto llena de curiosidad y miro a través de la ventana. Me engancho de esta y me tiro, como no está muy alejada del suelo caigo sin problemas sentada sobre la grama.
Maullidos se escuchan y yo busco de dónde provienen. Sigo caminando y veo como un gatito grita desesperado. Eso fue amor a primera vista. Me acerco, pero él sisea y corre espantado. Yo lo sigo y no me percato cuánto he corrido detrás del gato, hasta que me veo en el patio de los Morris tratando de agarrar al pequeño felino sin que éste me ataque.
—¿Qué rayos haces?
Salto del susto, como consecuencia, el gatito se esconde detrás de unos arbustos.
—¡Ashton! Ya lo tenía y por tu culpa se fue.
Él camina en dirección de las plantas, agarra el gato y lo acaricia para que éste le tome confianza. Abro mi boca sorprendida.
—Cierra la boca. —Me extiende una mano, pues me había caído de nalgas a causa del espanto cuando Ashton apareció de la nada.
—Gracias, como siempre salvando el día. —Le regalo mi bella sonrisa y él bufa.
—¿Te das cuenta de que estás invadiendo un patio ajeno a altas horas de la noche?
—Es que el gatito se me escapó.
—No lo culpo, lo entiendo más que nadie. —Ashton me mira con una ceja levantada.
—¡Oye!
—Vámonos, no está bien que estés fuera de tu casa a esta hora.
Él se apresura con el gatito entre sus brazos mientras yo lo sigo saltando de la alegría por mi nueva mascota.
—Buenas noches y gracias. —Voy a abrazarlo, pero recuerdo a tiempo que a él no le gusta.
—Cuida mejor de tu gato y dale de comer.
—Lo haré, pero apenas lo encontré.
—¿Qué dices? ¿Perseguiste un gato media cuadra a altas horas de la noche y ni siquiera es tuyo?
Sus ojos brillan y creo que estuvo a punto de sonreír. Vaya, es una expresión nueva. Conozco todos sus gestos desinteresados y éste no lo había visto antes. Por cierto, sería lindo verlo sonreír alguna vez.
Voy a tomar el gatito, no obstante, éste me ataca y no se quiere despegar de Ashton.
—Ummm... Este gatito es como yo. No le agradas, así que mejor me lo quedo; de todas formas, si se queda contigo morirá de diabetes.
Río como loca ante su chiste y él me mira como si fuera un mutante de diez cabezas.
—No estoy bromeando, me quedo con el gato —insiste.
—No me río de eso. Es lo que dijiste de la diabetes.
—Ah... Como sea.
—Cuídalo mucho, él será como nuestro pequeño bebé. Mañana, cuando salga del colegio iré a la tienda de mascotas a comprarle algunas cosillas.
—No le pondrás un tutú.
—¿Y un lazo?
—No. Creo que es macho.
—Un corbatín, entonces.
—No. Lo llevaré a vacunar, mañana.
—Bien, nos vamos en tu auto, entonces.
—No te invité.
—Y le compraremos un platito o dos. Uno azul y otro rosa, por supuesto. Medicinas, comida, juguetes...
—No estás invitada.
—Y después podemos ir por un helado y pasearlo por el parque.
—Arg...
—Le tenemos que comprar un arenero y una camita bonita...
—Adiós.
—Déjame darle un beso.
—¿Vas a besar a un gato sucio y sin vacunar? —Ashton aleja al minino y yo me cruzo de brazos.
—Es que lo amo mucho, fue amor a primera vista.
—No existe tal cosa.
—Hablando de amor, ¿nunca te has enamorado?
—No.
—¿Por qué?
—¿Lo has hecho tú?
—Sí, muchas veces. Pero nunca he tenido un novio porque me pongo muy nerviosa cuando me enamoro y me dan ganas de vomitar.
—Como sea.
—Pero es muy lindo estar enamorado.
—No lo creo. ¿Cómo lo sabes? No le veo nada de especial al amor.
Vaya, es la primera vez que Ashton da su opinión y se expresa. Es mi oportunidad para instruirlo un poco y quizás deje de ser tan raro y frío.
—El amor se expresa con el interés y el cuidado. No tienes que dar regalos caros, son las cositas simples que lo alimentan.
—Ummm... Las personas buscan su propio interés.
—No los que aman de verdad.
—Ummm...
—Es especial, el simple hecho de ver a esa persona, su sonrisa... Su carita.
—Te encantan los diminutivos.
Ignoro su negatividad y prosigo:
—Te enamoras de su forma de ser, para ti eso no tiene precio. Eso es amor.
—¿Quién lo dice? ¿Cómo lo sabes?
—Simplemente lo sé.
—Eres muy ingenua...
—Nada vale más que en beso fiel... —concluyo mirándole a los ojos y me pierdo en su mirada azul oscura. El me observa con nerviosismo mientras yo me acerco. Entonces, me atrevo. Beso su mejilla y su piel en mis labios se siente muy bien.
—Te he dicho que no me toques...
—Solo te daba un ejemplo de un beso fiel...
—Ummm... Como sea.
AshtonLa clase de historia es muy aburrida. Trato de prestar atención luchando con mis párpados que ya me están empezando a pesar. Miro a la Rosita empalagosa y no entiendo cómo alguien puede mantener su sonrisa intacta aun cuando finge prestar atención, pero que en realidad está soñando con Barbie en el país de la maravilla de Rosita rosadita. La conozco bien y estoy seguro de que se durmió con los ojos abiertos y la sonrisa tenebrosa que adorna su lin..., su cara.Doy casi un brinco en mi asiento al escuchar el ruidoso timbre y recojo mis cosas con prisa. Le dedico una última mirada a la flaquita empalagosa de soslayo, quien me provoca unas inmensas ganas de reír al percatarme como se cae de su silla por la impresión. ¡Lo sabía! Estaba en el quinto sueño. Me apresuro tratando de no llamar su atención y aprovecho que ella está
MelindaCuando yo tenía doce años y medio, parecía de diez y Jenny —a quien ya se le estaban notando los pechos, pues ella se desarrolló temprano y siempre ha tenido un cuerpo de ensueño— se burlaba de mí porque el desarrollo me llegó tarde; por lo tanto, yo parecía una tablita gracias a que soy muy delgada, lo que me es conveniente para el ballet.Recuerdo que hubo un viaje escolar a un pueblo muy anticuado y todos estábamos felices porque ese día no tendríamos clases y nos bañaríamos en el río.Ashton tenía catorce y ya se veía muy apuesto. Él siempre ha sido un grandulón intimidante, pero con un rostro bonito, combinación que atrae a las niñas; no obstante, ninguna se atreve a acercársele y si lo hacen, él simplemente las ignora. Se ha rumorado que le gusta los chicos, pero &eacu
Mis manos se mueven de forma involuntaria, sudores fríos recorren mi frente y mi estómago se revuelve. Creo que vomitaré en cualquier momento. Miro a Ashton, quien está junto a Jenny sacando sus instrumentos de disección como si nada. Jenny es otra sangrienta así que me imagino que su desagrado es porque le tocó hacer equipo con Ashton. Digamos que ella no lo soporta, hasta hemos tenido varios enfrentamientos porque yo lo defiendo de sus habladurías.Trago pesado y miro a Sandra, quien está tan nerviosa como yo.—Tú abres la rana y yo hago los apuntes —ofrezco con mi mejor sonrisa manipuladora, pero Sandra niega.—Te toca abrir a la rana a ti. Yo hice la presentación de power point para el trabajo de inglés. —Ella contraataca y suspiro rendida. La profesora nos dice que empecemos, por consiguiente, mi corazón late con agit
AshtonEntro mirando a mi alrededor con recelo y un poco distraído con la oscuridad del lugar, donde pequeñas luces de colores me permiten ver a los demás como si fuesen siluetas. Busco un asiento apartado de las personas que me conocen y me recuesto. Las sillas acolchadas son cómodas y pese a los murmullos de las personas emocionadas, se sentiría bien dormirse aquí.Luces proyectan al frente donde solo se muestran unas gigantes cortinas de color vino; una mujer rubia y muy delgada, vestida con mallas y un moño en el medio de la cabeza se para en frente con un micrófono. Se presenta como la señorita Lassarre y a juzgar por su acento debe ser francesa.Los aplausos y alaridos de familiares golpean mis oídos y me arrepiento de estar aquí. No entiendo por qué rayos vine, pero me siento ridículo ahora mismo. Saco el pequeño peluche rosa que compré
Lágrimas acarician mi piel, corren desde mis ojos hasta el final de mi mentón; un cosquilleo junto a una leve picazón me provoca el querer rascarme las mejillas. Froto mis manos sobre estas, sintiendo el alivio repartirse en toda el área.Se supone que hoy debería ser un día lindo, puesto que es el cumpleaños de Ashton; yo hasta le compré una linda chaqueta negra como a él le gusta e hice un álbum de fotos de los dos. El escozor en los ojos provoca que frote mi mano sobre este, hipeo por el llanto y me recuesto en la cama.Ashton debe estar enojado, siempre es así cuando llega su cumpleaños. Recuerdo que él suele alejarse más de lo regular, no obstante, yo lo persigo para subirle el ánimo. Una vez, en su cumpleaños número trece, la señora Morris le preparó una fiesta. El resultado sorprendió a todos debido a que cuando él vi
Me acerco espantado y asustado, asimismo mi corazón late con agitación. Toco su pecho ensangrentado y miro mis manos temblorosas.—¡Lo mataste! —La voz de mi madre molesta mis oídos. Tengo tanto miedo. Miro mis manos y están rojas, pintadas de aquel líquido que mancha la camisa azul cielo de mi padre.—¡Nooo! —Me incorporo de golpe, torturado por aquella pesadilla. Mi pecho sube y baja mientras mi cuerpo tiembla; pienso en Melinda y lloro. No podemos estar juntos, ella no se merece a un monstruo como yo.***MelindaCamino junto a Sandra mirando alrededor de este extraño vecindario que por alguna extraña razón se me hace conocido. Nos toca hacer una tarea grupal por lo que hemos quedado en vernos en casa de Karen.—Siento que he estado aquí antes. —
¿Amo a Ashton? O… Es un capricho… ¿Lo amo?Estoy acostada en mi cama, mis lágrimas ruedan por mis mejillas. Ver a Ed muerto fue horrible. Saber que Ron ya no existe es irreal.Hoy como todos los días, vengo de la estación donde se encuentra Ashton quien se niega a verme. Para peores de males, mis padres me prohibieron ir, por lo tanto ya Kim no me acompañará más porque ellos se lo impidieron y como soy menor de edad no me dejan entrar por mi cuenta. Entonces, esta fue mi última visita.Duele mucho no estar junto a él cuando más lo requiere. Ashton… ¿Por qué me alejas? Me necesitas tanto como yo a ti, ¿no entiendes que juntos somos mejores?Me siento debajo del árbol donde enterré a Ed, estar aquí me hace sentir cerca de Ashton. He ido a la casa de los Morris y rogado para que quite
AshtonDos años antes de la graduación:Escucho gritos y salto de la cama; camino por el oscuro pasillo, abro la puerta y me espanto. Lágrimas ruedan por mis mejillas al ser consciente de que mi madre se está haciendo daño.Despierto exaltado y con sudores fríos. Estos dos años han sido difíciles; no obstante, he recuperado casi todos esos recuerdos que suprimí de a poco. Me abrazo a mí mismo y miro la fotografía que posa sobre la mesa. Tomo el portarretrato en mis manos y acaricio el rostro reflejado. La amo tanto que duele, pero ella no se merece a alguien como yo, tal vez algún día podamos estar juntos, tal vez.***—Hola, Ashton. —Natalie me saluda frotando mi hombro derecho, razón por la que respiro agitado por la incomodidad. Aunque he trabajado con mi