Ashton
La clase de historia es muy aburrida. Trato de prestar atención luchando con mis párpados que ya me están empezando a pesar. Miro a la Rosita empalagosa y no entiendo cómo alguien puede mantener su sonrisa intacta aun cuando finge prestar atención, pero que en realidad está soñando con Barbie en el país de la maravilla de Rosita rosadita. La conozco bien y estoy seguro de que se durmió con los ojos abiertos y la sonrisa tenebrosa que adorna su lin..., su cara.
Doy casi un brinco en mi asiento al escuchar el ruidoso timbre y recojo mis cosas con prisa. Le dedico una última mirada a la flaquita empalagosa de soslayo, quien me provoca unas inmensas ganas de reír al percatarme como se cae de su silla por la impresión. ¡Lo sabía! Estaba en el quinto sueño. Me apresuro tratando de no llamar su atención y aprovecho que ella está sumida en una amena conversación con sus amigas, mientras muestra sus dientes y ese gran puente que tiene en medio de ellos. Sí, ella tiene los dos primeros dientes de la parte superior separados y eso ha sido razón de burlas y sobrenombres. Para mí el puentecito la hace ver... encantadora...
Muevo mi cabeza con violencia para dejar de pensar en la acosadora empalagosa y salgo con disimulo. Siento el alivio recorrerme cuando logro atravesar la puerta desapercibido por ella, sin embargo, no puedo cantar victoria aún.
Abro el casillero con nerviosismo y rapidez, entro mis cosas y saco mis llaves y billetera. La risa estruendosa y chillona que se escucha en todo el pasillo me pone alerta. Melinda ríe como una foca con dolor de parto y es imposible que pase desapercibida con esa extraña risa. Camino ocultando el rostro, pero ella me llama. ¡Demonios! Ignoro su llamado y apresuro el paso, más esa chica es insistente.
Melinda
Cuando guardo mis cosas me percato de que Ashton ya está cerca de la salida y lo llamo para que me espere. Parece que olvidó nuestra cita de hoy. Camino a pasos agigantados detrás de él y continúo llamándole, mas él no me escucha, de seguro está usando sus auriculares.
—¡Ashton! —grito con euforia cuando se sube a su auto. Creo que ha notado mi presencia y salto de la alegría mientras agito mis brazos; sin embargo, él me pasa de largo.
—Oye, amor de mi vida. —Me parece que es la voz de Sandra—. ¿Por qué estás parada mirando a la nada con cara de fantasma?
Tardo más tiempo del debido para salir de mi ensoñación y esbozo un suspiro antes de encararla. Mi mohín de tristeza es reemplazado por mi falsa sonrisa de “todo está bien” y le doy el frente.
—Solo me entretuve con un chico lindo —miento con mi mejor sonrisa para disimular el vacío en el pecho, a su vez ella mira por todo su alrededor.
—¿Dónde?
—Ya se fue. —Me encojo de hombros.
—¡Qué lástima! —espeta después de acercarse y mirarme con malicia—. Por cierto, en la tarde te envío los apuntes de historia, no sé qué harías sin mí, de seguro reprobarías esa materia por distraída.
—De qué hablas, yo presto atención —refunfuño, pues no estoy de buen humor.
—¡Sí, claro! Te conozco demasiado como para saber que te dormiste en toda la clase. ¡Hasta babeaste!
—No sé cómo lo notas siempre, solo tú tienes esa habilidad. —Sonrío de forma sincera y ella me guiña un ojo. Sandra me conoce bastante, por algo es mi mejor amiga. Ella se despide antes de marcharse, por mi parte me quedo en el mismo lugar y dejo salir un suspiro. Me pregunto si Ashton no me vio. El sonido de un auto capta mi atención y veo al chico raro salir de este.
Lo observo en silencio mientras él me ignora. Se adentra al colegio por lo que entiendo que se le olvidó algo. Minutos después, se sube en el carro y se queda allí estático. Baja el vidrio de la puerta del copiloto para mirarme con hastío.
—Sube. —Es todo lo que dice y yo no puedo evitar sonreír de la alegría. ¿Por qué nadie está aquí ahora para probarles que él mismo me busca? Ninguno me cree cuando les digo que Ashton y yo somos amigos y que él hace cosas lindas por mí.
—Hola —musito con timidez mientras me pongo el cinturón de seguridad. Como siempre él me ignora y yo enciendo el radio. Desato mis largas trenzas decidida a dejar mi cabello castaño libre, me miro al pequeño espejo que saco de mi bolso y mis ojos marrones saltones lucen apagados por la falta de sueño. Creo que debo dejar de desvelarme viendo series; aunque, mi madre regresa hoy, así que se acabaron mis días de desenfreno. Pongo un poco de brillo en mis labios y sonrío por el resultado. ¡Ya estoy presentable para la cita!
Ashton gruñe cuando canto a todo pulmón la canción que retumba en la radio, pero no dice nada más. Descubro sus ojos azules observándome de una forma rara, es otra expresión nueva. No sé por qué siento mariposas en el estómago, no obstante, esa intensidad en su escrutinio me pone nerviosa y me acelera la respiración.
***
—Te dije que no compraremos un tutú.
Hago un puchero y, como respuesta, él rueda los ojos. Ashton es un aburrido que no me deja comprarle nada lindo a nuestro bebé, a quien tuvimos que pasar a buscar a casa de los Morris para llevarlo a vacunar. Este ser frío e insensible se rio de mi porque lloré cuando le clavaron esa aguja espantosa y el gatito maulló y siseó del dolor.
—Solo compraremos comida y el arenero, tampoco soy rico.
—Yo le pago los juguetes.
—Ummm... ¿De dónde tienes dinero? A mi entender tú no trabajas.
—Mis papis me dan una mesada.
—Cierto, tienes papás que te lo dan todo. —Noto amargura en su mirada. Ashton trabaja desde que cumplió los dieciséis, pues nunca ha aceptado dinero de sus tíos y algunas veces escucho a la señora Morris decir lo orgulloso que es el chico por ello. Recuerdo que él tenía doce cuando éstos lo adoptaron y siempre ayudó a su tía con las tareas del hogar para sentir que, de alguna manera, devolvía lo que ellos le daban. Ese chico es muy raro.
—Despierta, Rosita. —Pica mi mejilla con su dedo y yo sonrío avergonzada. Otra vez me perdí en mis pensamientos. Ya en la caja él saca el dinero para pagar—. ¿Por qué rayos cargas todas esas cosas si tenemos un canasto? —Me mira como si yo fuera una cosa rara y yo rio por lo tonta que soy.
Pongo los juguetes sobre la caja y busco el dinero en mi bolso.—No es necesario —masculla con cara de malos amigos, acto seguido le pasa un billete a la chica que lo mira como si fuera un delicioso pastel.
Mientras él paga, saco al gatito de la jaula, pues no me gusta verlo allí, pero Ashton me mira entrecerrando los ojos.
—Debes tener cuidado. Está de mal humor por la inyección —me advierte. Yo me encojo de hombros.
—¡Eres tan suertuda! —La cajera mira a Ashton como si fuera la octava maravilla del mundo—. Tener un novio tan lindo.
Ambos nos miramos espantados y yo agito mi cabeza con nerviosismo negando a gran voz.
—¡No somos novios! —Estoy tan nerviosa que siento que el corazón se me va a salir del pecho.
—Deja de mover la cabeza así o se te va a despegar del cuerpo. —Ashton me regaña, puesto que no me había fijado que seguía negando como loca maniática. No sé si estoy viendo bien, pero me parece ver un leve sonrojo en mi amigo.
—Entonces me podrás dar tu número. —La chica se muerde el labio y mira a Ashton provocativa, sin embargo, él toma las bolsas y sale del lugar sin decir palabras. Me da vergüenza ajena por lo que decido sonreírle a la chica con cortesía para aminorar el desplante.
—¡Eres un descortés sin sentimientos! —le reclamo a Ashton tratando de seguirle el ritmo, pues camina muy rápido—. A ese paso nunca vas a conseguir una novia. Deja de ignorarme, mal educado.
Ashton entra y yo lo imito. Sigo peleando con él en todo el camino, pero siento que estoy regañando a la nada.
—Esa chica es muy linda y tú le gustaste. Eres un tonto, debiste tomar su número. Tienes dieciocho y nunca has tenido una novia, esta era tu oportunidad de tener una. Si sigues con esa actitud rara terminarás siendo un solterón; todos encontraremos el amor y tendremos hijos, más tú te quedarás solo.
—¡Qué niña tan fastidiosa! —espeta golpeando el guía, en cambio yo lo miro mal.
—Tengo hambre —anuncio. Él como siempre me ignora. Creo que le importa un pepino si muero de desnutrición.
La falta de sueño y el hambre me están pasando factura, es por esto que después de unos quince minutos recostada del asiento, me encuentro cabeceando. Me incorporo de golpe cuando Ashton me sacude por el hombro.
—Llegamos —anuncia y yo miro a mi alrededor desorbitada. Esta no es mi casa.
—¿Dónde estamos? —pregunto confundida, más él suspira.
—Trae al gato en la jaula, aquí no impiden las mascotas —informa como si yo supiera donde nos encontramos. Tarado.
Me bajo del auto y abro la puerta trasera para tomar al gatito. Miro al frente y lo entiendo; estamos en un puesto de comida rápida en la calle, hay mesas y sillas en todo el pavimento. Él se dirige al puesto y yo me siento en una mesa de dos. Mis ojitos brillan y mi estómago ruge al ver la comida.
—¡Burritos! —celebro con emoción mientras froto mis manos. Ashton me pone mi porción enfrente y empieza a comer en silencio. Yo le cuento sobre la presentación que tendremos el próximo domingo y le recuerdo la hora y el lugar. Ese día no le toca trabajo, puesto que Ashton labora cuatro días a la semana y los sábados, en una ferretería cargando las mercancías y haciendo inventarios; ya saben, una tarea que no involucre interacción con los clientes.
Ashton
Me duele la cabeza. Soportar a Rosita parlanchina toda una tarde me ha dejado estresado. Esa niña parece una cotorra y no hace pausa. Entro a la casa con la jaula y las bolsas en manos, Ron me intercepta con esa sonrisa maliciosa que lo caracteriza y mira al gato con desprecio.
—¿Por qué trajiste a ese bicho a la casa?
—Hablé con los tíos y ellos me dieron permiso —respondo cortante y sigo mi camino, pero él me detiene por los hombros.
—Esta no es tu casa para que traigas tus animales asquerosos. Solo eres un recogido, no tienes que tomarte tantas atribuciones.
Cómo siempre lo ignoro y eso le prende la sangre.
—Por cierto —prosigue su diatriba—, el domingo todos iremos a ver a Melinda al teatro y mis padres y los padres de ella reservaron un almuerzo en el restaurante de la plaza. Sabes que mi mamá te invitará por cortesía, sin embargo, si eres sabio no te aparecerás por allí. No le agradas a nadie y será incómodo para todos si vas. ¿Sabes? Le compré una joya hermosa a Meli, digna de una chica elegante como ella. Tal vez me decida a salir con ella de una buena vez, se está convirtiendo en una jovencita muy hermosa.
Aprieto mi mandíbula y respiro profundo. No es mi asunto y no debería importarme.
—No me había decidido porque se ve tan flaquita y desabrida, que, no llamaba mi atención; pero últimamente sus pechitos han crecido y ya está luciendo como una mujer. Su desarrollo se había tardado, pero ahora sería delicioso quitarle la inocencia.
Mi pecho sube y baja ante sus asquerosas palabras y decido continuar mi camino o lo golpearé hasta el cansancio. Me apresuro a mi habitación, pues sé que si sigo allí me buscaré problemas y es lo que menos necesito ahora. Solo serán dos años hasta que entre a la universidad y pueda hacer uso del dinero que me dejó mi abuela, quien puso como requisito en su testamento que estuviera estudiando mi carrera. Creo que lo hizo como una forma de protegerme de mí mismo.
Libero al gato y le preparo su espacio cerca de mi cama. El arenero lo pongo en el baño; por suerte mis tíos tienen un baño en cada habitación, lo que es muy bueno, así tengo mi privacidad.
Después de una ducha larga me tiro sobre la cama y las imágenes de la tarde de hoy me torturan. ¿Por qué pienso tanto en esa empalagosa, últimamente? Con su sonrisa en mis pensamientos me rindo al sueño...
Camino despacio y asustado hacia la habitación de mis padres, la puerta está a medio abrir y yo me asomo con miedo de lo que estoy escuchando. Los gritos desesperados de ella me dan ganas de llorar, razón por la que corro hacia adentro. Enfrento al monstruo, mas éste me exige que salga de la habitación.
Niego con la cabeza mientras las lágrimas mojan mi rostro. Mi madre me ruega entre sollozos que lo obedezca, no obstante, yo me quedo allí. No quiero que el monstruo la mate. Él se acerca amenazante al tiempo en que yo retrocedo tragando pesado. Levanta su brazo y cierro los ojos al saber lo que sucederá. No siento dolor. Mi madre se le ha lanzado encima con una valentía que no sé de dónde la sacó.
—¡No lo tocarás! —grita eufórica—. A mi hijo no le harás daño. No lo permitiré. Por él soy capaz de hacer cualquier cosa. ¡Yo por él mato!
MelindaCuando yo tenía doce años y medio, parecía de diez y Jenny —a quien ya se le estaban notando los pechos, pues ella se desarrolló temprano y siempre ha tenido un cuerpo de ensueño— se burlaba de mí porque el desarrollo me llegó tarde; por lo tanto, yo parecía una tablita gracias a que soy muy delgada, lo que me es conveniente para el ballet.Recuerdo que hubo un viaje escolar a un pueblo muy anticuado y todos estábamos felices porque ese día no tendríamos clases y nos bañaríamos en el río.Ashton tenía catorce y ya se veía muy apuesto. Él siempre ha sido un grandulón intimidante, pero con un rostro bonito, combinación que atrae a las niñas; no obstante, ninguna se atreve a acercársele y si lo hacen, él simplemente las ignora. Se ha rumorado que le gusta los chicos, pero &eacu
Mis manos se mueven de forma involuntaria, sudores fríos recorren mi frente y mi estómago se revuelve. Creo que vomitaré en cualquier momento. Miro a Ashton, quien está junto a Jenny sacando sus instrumentos de disección como si nada. Jenny es otra sangrienta así que me imagino que su desagrado es porque le tocó hacer equipo con Ashton. Digamos que ella no lo soporta, hasta hemos tenido varios enfrentamientos porque yo lo defiendo de sus habladurías.Trago pesado y miro a Sandra, quien está tan nerviosa como yo.—Tú abres la rana y yo hago los apuntes —ofrezco con mi mejor sonrisa manipuladora, pero Sandra niega.—Te toca abrir a la rana a ti. Yo hice la presentación de power point para el trabajo de inglés. —Ella contraataca y suspiro rendida. La profesora nos dice que empecemos, por consiguiente, mi corazón late con agit
AshtonEntro mirando a mi alrededor con recelo y un poco distraído con la oscuridad del lugar, donde pequeñas luces de colores me permiten ver a los demás como si fuesen siluetas. Busco un asiento apartado de las personas que me conocen y me recuesto. Las sillas acolchadas son cómodas y pese a los murmullos de las personas emocionadas, se sentiría bien dormirse aquí.Luces proyectan al frente donde solo se muestran unas gigantes cortinas de color vino; una mujer rubia y muy delgada, vestida con mallas y un moño en el medio de la cabeza se para en frente con un micrófono. Se presenta como la señorita Lassarre y a juzgar por su acento debe ser francesa.Los aplausos y alaridos de familiares golpean mis oídos y me arrepiento de estar aquí. No entiendo por qué rayos vine, pero me siento ridículo ahora mismo. Saco el pequeño peluche rosa que compré
Lágrimas acarician mi piel, corren desde mis ojos hasta el final de mi mentón; un cosquilleo junto a una leve picazón me provoca el querer rascarme las mejillas. Froto mis manos sobre estas, sintiendo el alivio repartirse en toda el área.Se supone que hoy debería ser un día lindo, puesto que es el cumpleaños de Ashton; yo hasta le compré una linda chaqueta negra como a él le gusta e hice un álbum de fotos de los dos. El escozor en los ojos provoca que frote mi mano sobre este, hipeo por el llanto y me recuesto en la cama.Ashton debe estar enojado, siempre es así cuando llega su cumpleaños. Recuerdo que él suele alejarse más de lo regular, no obstante, yo lo persigo para subirle el ánimo. Una vez, en su cumpleaños número trece, la señora Morris le preparó una fiesta. El resultado sorprendió a todos debido a que cuando él vi
Me acerco espantado y asustado, asimismo mi corazón late con agitación. Toco su pecho ensangrentado y miro mis manos temblorosas.—¡Lo mataste! —La voz de mi madre molesta mis oídos. Tengo tanto miedo. Miro mis manos y están rojas, pintadas de aquel líquido que mancha la camisa azul cielo de mi padre.—¡Nooo! —Me incorporo de golpe, torturado por aquella pesadilla. Mi pecho sube y baja mientras mi cuerpo tiembla; pienso en Melinda y lloro. No podemos estar juntos, ella no se merece a un monstruo como yo.***MelindaCamino junto a Sandra mirando alrededor de este extraño vecindario que por alguna extraña razón se me hace conocido. Nos toca hacer una tarea grupal por lo que hemos quedado en vernos en casa de Karen.—Siento que he estado aquí antes. —
¿Amo a Ashton? O… Es un capricho… ¿Lo amo?Estoy acostada en mi cama, mis lágrimas ruedan por mis mejillas. Ver a Ed muerto fue horrible. Saber que Ron ya no existe es irreal.Hoy como todos los días, vengo de la estación donde se encuentra Ashton quien se niega a verme. Para peores de males, mis padres me prohibieron ir, por lo tanto ya Kim no me acompañará más porque ellos se lo impidieron y como soy menor de edad no me dejan entrar por mi cuenta. Entonces, esta fue mi última visita.Duele mucho no estar junto a él cuando más lo requiere. Ashton… ¿Por qué me alejas? Me necesitas tanto como yo a ti, ¿no entiendes que juntos somos mejores?Me siento debajo del árbol donde enterré a Ed, estar aquí me hace sentir cerca de Ashton. He ido a la casa de los Morris y rogado para que quite
AshtonDos años antes de la graduación:Escucho gritos y salto de la cama; camino por el oscuro pasillo, abro la puerta y me espanto. Lágrimas ruedan por mis mejillas al ser consciente de que mi madre se está haciendo daño.Despierto exaltado y con sudores fríos. Estos dos años han sido difíciles; no obstante, he recuperado casi todos esos recuerdos que suprimí de a poco. Me abrazo a mí mismo y miro la fotografía que posa sobre la mesa. Tomo el portarretrato en mis manos y acaricio el rostro reflejado. La amo tanto que duele, pero ella no se merece a alguien como yo, tal vez algún día podamos estar juntos, tal vez.***—Hola, Ashton. —Natalie me saluda frotando mi hombro derecho, razón por la que respiro agitado por la incomodidad. Aunque he trabajado con mi
"¿Jugamos?"***Toma el desafío y camina lo desconocido. Atrévete y muévete. No te dejes vencer por las dificultades, no te hundas en tus debilidades. Cree en ti y en tu capacidad, no te dejes pisotear.Puertas se cierran, pero otras se abren. Se pierde, pero también se gana y si nunca lo intentas, ¿cómo llegarás a la meta?Sal del confort y lánzate al infinito, sé diferente y explota tu capacidad, ya es hora de volar. Atrévete, muévete, desafíate.🏆Historia ganadora del 1er lugar en la categoría romance de #desafíate2020ra🥇***Hoy es un lindo día, estoy muy feliz porque la señorita Lassarre me dijo que soy talentosa y que cuando sea grande seré una gran bailarina. Hasta me regaló un grandioso g