Un dolor en el Alma

Aquella mujer movía tanto en las fibras de Jeremy Davis, que no supo como ni porque, había traspasado la línea médico-paciente y había hurgado en lo más profundo de los datos de Salomé hasta encontrar aquel número de uno de sus hijos, el más cercano, para ser específicos la más cercana y responsable directa de todas las autorizaciones y el cuidado de su madre, o más bien el descuido de su madre porque aquella pobre señora siempre había estado completamente sola en cada uno de sus estudios y exámenes, siempre con la misma triste historia del trabajo de su hija y lo ocupada que estaba y no podía ser molestada. Tal vez había sido la recomendación especial que le había hecho el doctor Robinson o que aquella hermosa mujer le recordaba tanto a su madre y la dolorosa manera que la perdió, no le cabía en la cabeza que esa dulce y amorosa señora no estuviera recibiendo de sus hijos toda la atención y el amor posible.

Estuvo con ella durante toda la cirugía y luego vigiló cada uno de sus procesos de evolución en el postoperatorio y en ninguno de todos esos días la vio recibir una llamada, una visita o un arreglo de flores, había que ser muy mal hijo para comportarse así y lo llenaba de indignación y rabia, trataba de compensar la tristeza de sus ojos contándole historias, haciendo dobles turnos para acompañarla o simplemente llevándole postres muy ricos a nombre de su hija, al principio la vio sorprendida y temerosa, pero luego recibía todos aquellos detalles con amor. Trató en repetidas ocasiones de comunicarse con su mentor el doctor Robinson pero estaba en una misión importante fuera del área de cobertura, por lo cual él había quedado a cargo de todos sus pacientes y no tenía como contactar a ningún pariente cercano de Salomé cuando la vio complicarse poco a poco.

No era común en este tipo de cirugías que se presentaran complicaciones, solo habían realizado el vaciado de ganglios y retirado el cuadrante afectado en la mama izquierda, pero aunque el porcentaje era bajo, ahí estaba la posibilidad y después de una semana de su cirugía los hematomas y las infecciones se apoderaron de la paciente más querida y cuidada del doctor Jeremy.

Salomé era la paciente más consentida del piso, pero por más que quisieran cuidarla no podían dejarla sola en la habitación, así que debido a su situación actual fue trasladada a UCI.

-M*****a sea, Susana si es posible contrata a un investigador privado pero sácame ese número si es posible del fondo del mar, no me importa lo que tengas que hacer, o las reglas que tengas que violar, necesito tener a esa niñita enfrente para cantarle sus verdades y darle unas buenas nalgadas por mala hija, irresponsable, insensible, sin corazón y sin alma – gruñía Jeremy a su asistente personal después de dejar a Salomé totalmente intubada, bajo un coma dirigido en la unidad de cuidados intensivos. Por experiencia sabía que toda aquella complicación no era más que el resultado de su estado de ánimo – hoy mismo tengo que hablar con ella entiendes? – fue lo último que dijo al tirar un portazo al salir de la oficina.

-Dios mío puede estar más bueno que el pan, pero ni caliente me lo como, capaz y me traga el a mí – murmuraba su asistente mientras se ingeniaba la manera de conseguir los datos de la hija más cercana de Salomé.

Jeremy Davis un oncólogo titulado con honores de la mejor universidad de los Estados unidos, hijo de uno de los empresarios más respetados en la industria de los bienes raíces. Al ser único hijo, su padre quiso encaminarlo por el negocio familiar, pero Jeremy había decidido otra cosa para su vida y más cuando había visto sufrir tanto a su madre por un cáncer que la consumió poco a poco. Él había jurado dedicar su vida a investigar y salvar vidas de esa terrible enfermedad, no quería para otra familia lo que había pasado con la suya. Su padre se había ahogado en el trabajo y en aventuras casuales, mientras su madre se apagaba lentamente y él a sus 16 años solo se dedicaba a cuidarla y velar porque no le faltara amor en su último tiempo de vida. Al morir su madre se marchó de casa y se abrió camino solo, trabajando y estudiando con la beca que sus buenos estudios lograron, allí conoció a Robinson su profesor y mentor, ambos apasionados por el campo investigativo, lo que lo había llevado a trabajar mano a mano en su clínica.

Y ahí estaba Jeremy después de una agotadora noche de turnos en la clínica, ya se iba de descanso cuando tropezó su teléfono sin carga. - Que maravilla niñita ocupada ahora si quieres hablar? – gruñó con rabia al encender la pantalla y encontrar más de 100 llamadas perdidas, fue su turno de devolver comenzando apenas el día.

-Hola mamá? Dime que eres tu y que estas bien por favor? – pero Jeremy no se trago aquello ni por equivocación.

-En serio preguntas por tu madre después de todo este tiempo, no te va alcanzar la vid…- pero Jeremy no pudo terminar la frase cuando ya le estaban devolviendo con la voz más intimidante que había escuchado antes.

-Perdón? Y quien carajos eres tu y donde tienes a mi madre que le has hecho? te advierto que solo podías habértela follado y con su consentimiento y tratarla como la reina que es, pero ahora mismo voy saliendo a poner una denuncia en tu contra señor como sea que carajos te llames, por haberla secuestrado, impedirle que se comunicara con nosotros y quien sabe que tantas cosas más, donde m****a la tienes? habla ya o caerá todo el peso de la ley en ti y te juro que no te van a quedar ganas de volver a follar en tu m*****a vida…- la respiración de Hanna era convulsa y soltó como metralleta todo lo que la había estado atormentando la noche anterior.

Jeremy quedó perplejo, pero que loca bipolar manda a la mamá sola a un proceso médico de tanta complejidad y luego lo acusa de secuestro, en que dimensión estaba esa chiquilla? – Hanna Smith? – quiso confirmar, porque con el stress que había puesto sobre su asistente podría haberle dado cualquier otro número.

-Pues claro que soy Hanna, pero para ti señorita Hanna y nada de confianzas que no te conozco y no se que le has hecho a mi madre, ni cuales son tus intenciones al habértela llevado quien sabe a dónde – Hanna no bajaba la guardia y cada vez se desesperaba más.

-Señorita Hanna Smith no se qué clase de alucinógenos toma usted por las mañanas pero para estar claros, no me estoy follando a su madre porque aunque es una mujer muy hermosa digna de cualquier hombre, podría ser mi propia madre, le recuerdo que dejó a su madre o más bien la mandó aquí sola a enfrentar una cirugía de complejidad y usted no se ha portado por aquí ni para darle los buenos días, ah pero ya entiendo por qué, si está usted peor que las cabras locas ya decía yo que algo no andaba bien con usted. Bueno no puedo perder más mi tiempo con personas trastornadas si quiere saber donde esta su madre la espero en el pabellón oncológico de la clínica del doctor Robinson, mi nombre es Jeremy Davies pregunte por mi al llegar

-ESPERE QUE?.... – pero la línea se quedó en silencio y Hanna tuvo que apoyarse de la pared más cercana para no caer al suelo y con un dolor que no había sentido antes, un dolor en el Alma.

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