El Azul de tus Ojos de mar

Llegar a la clínica del doctor Robinson no fue problema, conocía el camino de memoria, desde niña sus chequeos médicos siempre eran allá, así que a pesar de que iba como una zombi desaliñada no fue ningún problema llegar, era como estar en automático.

Hanna era impecable al vestir, siempre acorde a la situación y esta no era la excepción, sabía que no llevaba el mejor aspecto, no había dormido prácticamente nada la noche anterior y si a eso le sumamos las largas jornadas de trabajo y el desgaste físico de las últimas semanas, en las que poco había comido por estar metida en la obra y en todos los últimos detalles de su proyecto para entregarlo a buen tiempo, el resultado era una Hanna totalmente diferente a la habitual; pero en ese momento no le importaba nada, si no fuera porque ya estaba cambiada muy casualmente para ir a la comisaria a poner una denuncia, sabía que habría salido en pijama y en pantuflas de conejo.

-Buen día, donde encuentro a  Jeremy Davis – Entró como loca, no sabía en ese momento si gritaba o murmuraba, solo corría en la dirección en la que le indicaban.

Jeremy apenas se estaba alistando en su consultorio para tomar su turno cuando se abrió aquella puerta de la manera más estrepitosa y entró aquella mujer hermosísima un poco desaliñada pero es así  cuando se descubre la verdadera belleza de una mujer y está lo era, no le molestó que lo viera medio desnudo porque así ya se estaba ahorrando un gran camino de coquetería, la sorpresa y el intento de coqueteo solo le duró unos segundos antes de escuchar aquella vocecita que lo había tenido molesto desde la madrugada, su actitud cambió de inmediato a una muy diferente. Delante de él tenía a la niñita que quería nalguear y no era nada sexual, todo lo contrario, quería darle duro por mala niña, vio todo en rojo y descargó toda su rabia.

-¿Pero que m****a, quien la autorizó a entrar así a mi consultorio señorita, es que acaso está así de malcriada que no sabe que es tocar y pedir permiso para entrar? – le habló con tono despectivo y con mirada asesina.

-Me importa un cuerno que esté cerrado o abierto, en este momento solo me importa saber dónde está mi madre y quién carajos es usted para hablarme así?, en donde la tiene?, dónde está el doctor Robinson?, quiero ver a mi madre ya – no podía de la rabia y la frustración y realmente era muy mala para tolerar y actuar en ese tipo de situaciones.

-Pero hay que ser muy descarado para llegar con esa altanería y reclamar cosas sin sentido, es qué acaso su hobby es chuparle  la mina a un marcador?, realmente tiene usted un problema mental muy grave y lo siento en eso no puedo ayudarla, no me gusta tratar con locos porque finalmente no tienen cura – respondía Jeremy con la misma rabia y frustración, una que le subía a sus ojos convirtiéndolos en 2 pozos oscuros.

-Cómo quiere que esté? si no se dónde está mi madre y por qué me han citado aquí – respondió Hanna un poco más calmada porque si seguía así no iba a lograr nada con aquel hombre.

-No sabe? No sabe?, pero hay que ser muy cínica para armar todo este teatro, después de haber firmado decenas de autorizaciones para exámenes y la más importante y por la que estamos aquí la de su cirugía y hospitalización, qué es lo que quiere que muera y cobrar alguna herencia?, ya no haga más drama que no le queda, quiere saber cómo y dónde está? – Hanna no encontraba el ritmo de su corazón, fue sintiendo como se le iban los colores del cuerpo y solo pudo asentir con un movimiento de cabeza – está en UCI, en un coma inducido después de haberse complicado por infección y hematomas múltiples – No sabía si el golpe de un ladrillo cayendo de un piso muy alto podía doler tanto como aquel y solo escuchó en un susurro el gemido que salió de su boca

-Qué?????? Que está diccc i en dooo…. Mamá en    c o mm a, ciruu  cirugía?, qué cirugía? – no sabía ni como encontraba las palabras para hablar, si a eso se le podía decir hablar, porque coordinaba ni enlazaba una frase completa.

-Esta cirugía – ladró Jeremy tirando sobre su escritorio aquella carpeta del historial médico de Salomé  – ahora dígame que no sabe de qué le hablo y que esa no es usted firmando todas esas autorizaciones – exclamó Jeremy mirando con aquella berrinchuda loca agarraba la carpeta con manos temblorosas – No me Jodas! pero si es mas buena que las de Hollywood hasta un premio se llevaría – susurraba para sí mismo.

Hanna cayó sentada en la silla más cercana, pasando una a una las hojas de aquel historial médico, mientras en su mente pasaban los letreros de los diagnósticos como si fueran anuncios de periódicos, ultrasonido mamario, cáncer de mama izquierda, extracción de tumor mama izquierda,  extracción ganglios linfáticos…  uno a uno aparecían aquellos diagnósticos y lo peor era que todos estaban firmados por ella… - pero por Dios mami, que es esto – su susurro fue desgarrador, mientras gruesas lágrimas caían de sus ojos sin poder contenerlas y solo a lo lejos escuchó una voz que la llamaba…

-¿Señorita Hanna? ¿Está bien? Míreme, míreme , Joder! , Susanaaaaa - gritó Jeremy a su asistente – necesito ayuda, por Dios niñita mírame concéntrate aquí, vamos nena quédate conmigo – se abalanzó a agarrar el cuerpo débil de Hanna que ya no tenia fuerzas para seguir aquella batalla.

Hanna sintió que la alzaban en brazos y enfocó su mirada de donde provenía la voz que a lo lejos se escuchaba, y entonces vio algo que antes no – Tus ojos son como el azul del mar – susurro en un suspiro acariciando el rostro de Jeremy con sus manos heladas, justo un momento antes de que cayeran sin vida a los lados.

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