ELLA AMA A OTRO.

ELLA AMA A OTRO.

Años Atrás.

― ¡Brandon, por favor, no lo hagas! ¡No lo hagas!

Serafina había vuelto a llamar a ese hombre en sus sueños.

Al escuchar la voz de su compañera, Lorenzo se despertó sobresaltado, temiendo que algo le sucediera, sin embargo, lo que escucho lo hizo arder de celos. No era la primera vez que la escuchaba llamar ese nombre.

¿Otra vez, Serafina? ¿Otra vez lo llamas en tus sueños?

Serafina hablaba con voz ahogada y las lágrimas se derramaban por las esquinas de sus ojos, Lorenzo sentía cómo la ira crecía en su interior al escuchar el nombre de Brandon, un rival imaginario que ha acechado sus pensamientos durante demasiado tiempo.

―Brandon, eres muy importante para mí. Te quiero y no quiero perderte.

Serafina, aún inmersa en el sueño, habla con voz ahogada y lágrimas deslizándose por sus mejillas. El poderoso Alfa apretó los puños, su paciencia había alcanzado su límite.

«Maldita mujer, ¡¿te atreves a llamar a otro hombre en mi propia cara y en mi cama?!»

Ahora más que nunca él estaba seguro de que se trataba de un amante, Serafina había tenido el descaro de llamarlo, incluso la misma noche que la declaró luna de su manada. Han pasado dos años y él ha enviado a sus hombres a investigar, su orgullo necesitaba retribución, tenía que saber quién era el hombre que invadía los sueños de su compañera. Pero tantas veces ha enviado a investigar, las mismas veces les han dado la misma respuesta, nadie sabe quién es Brandon, y qué conexión tiene con su luna.

Así que sin poder contenerse la despertó, no iba a soportar escuchar a su mujer, llamar a otro.

 ¡Despierta, Serafina! ¡Soy Lorenzo, tu compañero!

―Brandon, no me dejes… no me dejes… ―susurro Serafina entre sollozos, aferrándose desesperadamente a la imagen imaginaria, sin notar la presencia de Lorenzo.

El Alfa apretó los dientes, sintiendo cómo la ira se apoderaba de él. No puede soportar escuchar esas palabras saliendo de los labios de la mujer que debería ser solo suya. Lorenzo la sacudió de su ensoñación con violencia, con su mirada desafiante, buscando respuestas.

 ―¡No soy Brandon! ¡Soy Lorenzo! ―gruño, su pecho subiendo y bajando con descontrol, mientras el nudo en su garganta se aprieta.

El corazón de Serafina saltó dolorosamente en su pecho al darse cuenta del error. Serafina se encontró cara a cara con la furia de Lorenzo, sus ojos centelleando celos y desconfianza.

― ¿Lorenzo? Yo…―balbuceo, pero las palabras se atascaron en su garganta, incapaz de explicar la confusión que la consume.

La ira en los ojos de Lorenzo no se disipó. La agarró con más fuerza, demandando respuestas, pero Serafina se sintió atrapada en un remolino de emociones contradictorias. El miedo a perder a Lorenzo se mezcló con la pesadumbre de haber herido al hombre que ama.

― ¡¿Quién diablos es Brandon?! ¡Quiero saberlo ahora!

El corazón de Serafina latía con fuerza, su mirada evitando la intensidad de la de Lorenzo. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras intentaba articular las palabras que podrían salvar lo que quedaba de su relación.

― No es nada importante, te lo juro. ―murmuro, bajando la cabeza con vergüenza. ― Te prometo que…

Serafina intentó explicar, pero la mirada amenazante del Alfa la silenció, su voz ahogándose en un susurro.

― ¿No es importante y llorabas por él? ―pregunto sarcástico ― ¿Acaso tienes un amante?

El nudo en la garganta de Serafina se apretó aún más. El hombre al que ama está al borde del colapso, y ella se siente responsable de su dolor. Lorenzo se acercó amenazante, la tensión entre ellos palpable en el aire cargado.

― ¡No! ―dijo desesperada ― ¡Lorenzo, estás equivocado!

―Pues te diré algo, Serafina Bellanti. ―el alfa agarró su mandíbula y la apretó ―No olvides a quién perteneces. Recuerda que eres de mi propiedad, tú me fuiste dado como pago y mientras sigas llevando el apellido Bellanti, no tocaras, no miraras, y mucho menos pensarás en otro hombre ¡¿Está claro?!

Serafina lo miró y no respondió, apenas y podía explicar lo que había sucedido. El Alfa, se mesó los cabellos, la miró una última vez y luego se dio la vuelta y salió de la habitación.

Cuando la puerta se cerró, Serafina sintió cómo el corazón se resquebrajaba, las palabras de su compañero la lastimaron y más por el hecho de que solo ella se había enamorado en esta unión falsa. A pesar de que sabía que tenía fecha de vencimiento, no pudo evitar enamorarse del lobo que conquistó su corazón hace tanto tiempo.

Cerró los ojos y en un destello del pasado, la memoria de Serafina la transportó al día que cambió su vida.

«El sol caía lentamente sobre el bosque de las tres lunas, tejiendo sombras doradas entre los árboles. Serafina, desafiando la prohibición de su padre, se aventuró más profundo de lo permitido, sus pasos resonaban entre la maleza.

― Solo un vistazo, eso es todo ―murmuro.

De repente, un rugido bestial llenó el aire. Una criatura híbrida, mitad león, mitad dragón, conocida como Maldar, se abalanzó sobre ella. Pero en un instante, un hombre imponente, de cabello oscuro como la noche, surgió de entre los árboles.

―¡Cuidado!

Serafina nunca había visto un hombre con esas características, tenía una estatura imponente y una figura atlética, su cabello oscuro y sedoso enmarcaba un rostro anguloso y varonil, resaltado por unos ojos profundos y penetrantes de color azul intenso. Ella estaba sinceramente impresionada, su corazón comenzó a latir acelerado y no precisamente por la bestia que amenazaba con matarla, se trataba de él.

Sin embargo, trato de ocultar sus emociones y pregunto aclarándose la garganta.

―Tú… tú, ¿quién eres?

―Eso es lo de menos, niñita ―dijo Lorenzo con arrogancia ―Y será mejor que te quedes quieta si no quieres ser la cena de ese Maldar.

Serafina, aunque atemorizada, no pudo evitar sentir una conexión inexplicable con el misterioso salvador.

Fingiendo no estar afectada, torció los labios, pero obedeció, había escuchado de la agresividad de estas bestias salvajes. Y de repente, en un movimiento rápido, Lorenzo desenvainó su espada y enfrentó a la bestia de melena oscura como la noche y escamas tan dorada como el oro, el Maldar lanzó una bocanada de fuego, pero Lorenzo la esquivó con velocidad.

―¡Corre, corre hacia el río! ―ordeno ―¡Corre y no te detengas!

La orden de Lorenzo resonó en sus oídos, y Serafina, con el corazón latiendo desbocado, no obedeció. Una mirada desaprobatoria de Lorenzo la impulsó a seguir, aunque su corazón le decía que no lo dejara.

―¡¿No escuchas?! ¡Vete, carajo!

Serafina no lo pensó esta vez y obedeció. Corrió, corrió sin mirar atrás, pero con la imagen en su cabeza del hermoso lobo que la había salvado.  Ese día, surgió una conexión inexplicable con él, era como si el destino los hubiera unido en ese mismo instante.»

Serafina salió de sus recuerdos y se secó las lágrimas.

Se llevó una mano a su vientre plano y el dolor se hizo más fuerte en su corazón, aparte de descubrir que su compañero amaba a otra, también supo por qué la familia Bellanti la quería como compañera de Lorenzo, era por su sangre. Serafina Scuderi, era hija de una loba descendiente del dios Fenrir, por lo tanto, su sangre se consideraba poderosa, y el viejo alfa era demasiado supersticioso, creía que uniendo su sangre y la de Serafina, tendría una nueva generación de alfas poderosos. 

Lo que no espero, es que su hijo, se negara a tal estupidez. Lorenzo había sido demasiado claro con ella, un día después de su unión, le dijo que jamás la tocaría y que nunca se convertiría en la madre de sus hijos.

―Lorenzo…―susurro con voz llena de tristeza ―pronto… tú y yo seremos extraños.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo