A la mañana siguiente, Lorenzo estaba en el salón de reuniones de la manada esperando su tío, el patriarca y el representante del consejo de los lobos, pero su mente no dejaba de repetir las palabras de Serafina y el dolor en su voz cuando llamada al tal Brandon. Apretó con fuerza las manos y sus ojos se oscurecieron al pensar que ella lo estaba traicionando.
Estaba sumido en sus pensamientos cuando su tío Santino llegó acompañado de su hijo, Samuel.
―¿ ¿Pediste una reunión conmigo? ¡Resulta que el consejo preguntó por ti!
El alfa se giró para mirar a su tío.
―¿Puedo saber qué significa que el Consejo te envíe a hablar con mi Luna?―hizo una mueca de fastidio ― has cruzado la línea, tío.
El viejo alfa miró molesto a su sobrino.
―Sabías perfectamente que el consejo te exigiría un heredero, Lorenzo. No creo que lo que hice haya sido excesivo, ésta es la responsabilidad y el deber ineludible de un líder.. ―el viejo lobo negó ―Has estado unido dos años y su vientre aún no ha gestado un cachorro. ―los ojos verdes del anciano se fijaron en su sobrino ― ¿Dónde está tu heredero?
Si había algo que Lorenzo Bellanti odiaba, era que le dijeran que hacer.
Cuando leyó el testamento después de su muerte, casi le explota la bilis, cuando uno de los ancianos del consejo le dijo que para convertirse en rey no solo tenía que tomar como compañera a Serafina Scuderi, sino tener un hijo suyo.
―Fue mi padre quien forzó una alianza, no somos compañeros predestinados ―dijo Lorenzo fríamente.
―¡Deja de utilizar la memoria de mi hermano para justificar tus errores, Lorenzo! Tu padre quería que te unieras a Serafina y tu deber es respetar su deseo. ―el viejo lobo se acercó a su sobrino y lo señaló con su dedo ―No me importa si no hay sentimientos entre tú y ella, solo sé que tu obligación es traer descendencia a la manada, y llevas dos años de retraso querido sobrino. Tu deber como alfa es tener un heredero. Y tu unión con Serafina sigue sin dar frutos.
Lorenzo, como todo alfa, no estaba dispuesto a aceptar cuestionamientos y menos de personas que estaban por debajo de su estatus. Miró a su tío con hostilidad y gruñó.
―Yo no pedí a esa mujer, yo no pedí unirme a ella. Si a eso vamos, mi padre tomó una decisión por mí. ¡Mi verdadera compañera es Viviana! ¡Solo ella será la madre de mis cachorros!
La sangre dentro del viejo lobo hirvió y sin poder evitarlo, le gritó a la cara.
―¡Te arrepentirás de tu decisión cuando estés muerto y no tengas a nadie que suceda a tu reino!
Pero, Lorenzo le dio una sonrisa cargada de burla.
―¿Quién dijo que no voy a tener herederos? Los tendré eventualmente, claro, pero no será con Serafina. No voy a unir mi sangre con el enemigo.
El tío de Lorenzo negó y miró impotente a su sobrino.
―Si estás pensando buscarla, perderás tu tiempo. El consejo no va a reconocer a ningún hijo que tengas con ella, si lo haces serán considerados bastardos.
La mandíbula de Lorenzo se apretó, una vez más el consejo pretendía dictaminar su vida. Pero sin importar lo que dijeran, estaba decidido a encontrar a Viviana. Iba a decirle esto a su tío, cuando fue interrumpido por su primo.
―Papá, no seas tan duro con Lorenzo. Tal vez simplemente tenga problemas para cumplir con sus deberes como alfa ― dijo burlonamente y le dio una sonrisa divertida ― No entiendo cuál es la dificultad, Serafina es hermosa, tiene todo lo que una mujer debe tener… ―se inclinó ligeramente y susurro ―… si se te hace tan difícil, yo puedo hacerlo por ti.
De repente el sonido del puñetazo resonó en la gran sala. Lorenzo no pudo contenerse y le propinó un puñetazo a su primo, no iba a permitir que nadie hiciera comentarios sobre su Luna y mucho menos que codiciaran a su mujer.
―¡¿Cómo… cómo te atreves a pegarme?! ¡Papá! ¡Lorenzo me pego! ―grito Samuel apretándose la nariz para contener la sangre. Sus ojos cambiaron de color y sus colmillos afloraron.
El viejo lobo le dio una mirada reprobatoria a su hijo y luego miró a su sobrino.
―¿Es así como solucionas las cosas? No deberías prestar atención a lo que dice Samuel, ya sabes cómo es de imprudente.
―Entonces disciplínalo… ―miro furioso al lobo que aún se tapaba la nariz con el pañuelo ―… O yo lo haré por ti.
Después de que su tío se fuera, Lorenzo decidió ir al castillo. Planeaba tener una conversación con Serafina, no había podido sacarse de la cabeza, la imagen de ella pidiendo en sueños a Brandon que no la abandonara. Sin embargo, cuando llegó, se encontró con que no estaba.
―¿Cómo que no está? ―pregunto el alfa directamente.
La criada se torció las manos con nerviosismo y dijo con la cabeza gacha.
―La señora fue al otro lado del bosque. Dijo que tenía que ver a alguien.
Las cejas de Lorenzo se crisparon.
«¿Ver a alguien?»
Estaba seguro de que Serafina no tenía amigos, ya que él nunca la había conocido ninguno, todos en la manada la rechazaban, de repente el nombre de Brandon resonó en su cabeza de nuevo y la idea de que ella estuviera viéndose con su amante, lo volvió loco.
«¿Estás con él? ¡¿Están juntos revolcándose y burlándose de mí?!»
Sus ojos centellearon furiosos y miró a la criada.
―¿Qué tiempo tiene que se fue?
La mujer se puso nerviosa y balbuceó tratando de recordar.
―Creo que …
―¡Habla de una vez! ―exigió el alfa furioso ―¡Habla o puedes considerarte fuera de esta casa!
La mujer se asustó y finalmente dijo.
―¡Hace una hora, mi alfa! ¡Ella se fue hace una hora!
Lorenzo se transformó en un poderoso lobo negro y salió como alma que lleva el diablo decidido a descubrir la verdad.
Del otro lado del bosque, Serafina miraba a su amiga OmegaMariana con tristeza. ―¿Qué te pasa? ―pregunto la lobafrunciendo el ceño y sintiendo su dolor ―¿Es por culpa del alfa?Serafina negó lentamente.―No, no, él no tiene la culpa.―Entonces, ¿qué pasa? Puedo sentirtu tristeza.Serafina le dio una mirada complicada a su amiga y murmuró. ―Vine a despedirme. ―¿Qué? ―Mariana abrió los ojossorprendida ―¿Cómo que a despedirte? ¿A dónde te vas?―Estoy pensando en abandonar lamanada ―la mujer suspiró resignada ―Y a Lorenzo.La omega miró con pesar a su amiga, ella más que nadie eratestigo de la vida tan vacía que había vivido los últimos dos años.―¿Te has dado por vencida?―El patriarca Santino me obligó ahacer cosas que no quería hacer. Ahora Lorenzo me malinterpretó y me odia. Noquiero pensar más en lo que pasó. En resumen, me veía obligada a dejar estamanada.―respondió Serafina con una sonrisa triste ―yo…yo le decepcionaba tanto.Sin importar lo que haga, nunca va a creerm
Serafina acababa de caminar unos metros cuando vio al betade Lorenzo esperándola, de inmediato, Serafina se sintió nerviosa, de hecho,Ismael, era beta, no porque Lorenzo lo hubiera decidido, sino porque su tíoSantino lo había recomendado. Pero, aun así, a ella le daba mala espina, nuncale había caído bien Ismael.―¡Luna, el alfa quiere verla!―informo el beta respetuosamente.―¿Lorenzo?―Así es, señora. El alfa quiereverla. ―de hecho, Ismael estaba mintiendo, simplemente estaba cumpliendo lasórdenes de Samuel.Aunque Serafina tenía un poco de duda. Supuso que Lorenzoquería verla para hablar sobre la conmemoración de la muerte del antiguo alfa.Se dijo que tenía que darse prisa y regresar cuanto antes. Apenas y había dadoun paso cuando, todo se volvió negro ante sus ojos. Ismael la cargó sobre sulomo y corrió entre los árboles del bosque.Cuando Serafina despertó, no fue Lorenzo quien apareciófrente a ella.―¿Samuel? ―Hola, Serafina ―dijocon una sonrisa malvada―Finalmente t
HE VUELTO PARA QUEDARME.Lorenzo no podía seguir conteniéndose, Serafina era una tentación demasiado difícil de ignorar. Además, su lobo lo impulsaba a hacerla suya a poseerla. Trago un poco y sus ojos recorrieron su cuerpo desnudo, le pareció hermoso, delicado, perfecto.―Serafina… ―murmuro, se sentó junto a ella y su mano se extendió inconscientemente. Ella ronroneó cuando sintió la aspereza de sus dedos acariciarle su mejilla. ―Me vuelves loco.―Tómame, Lorenzo ―dijo ella cerrando los ojos y disfrutando de su contacto ―Hazme tuya ahora.Llevado por el instinto, se puso de pie y comenzó a desvestirse, sus dedos trabajaron demasiado rápido en su camisa, luego siguieron sus pantalones, en un santiamén estuvo completamente desnudo. Su polla larga y dura, apuntaba hacia su vientre y una gota de líquido pre seminal humedeció la punta.Se subió a la cama y luego se metió entre sus piernas y Serafina le dio la bienvenida con una sonrisa. Lorenzo, bajó sus labios a los de ella y la besó con
Vivían le dio una mirada de odio a Serafina, acaba de descubrir que no sería tarea fácil, tal parece que esa persona se había equivocado, Serafina Scuderi, no era una tonta.―¿Quién dijo que necesito tu aprobación? ―replico el alfa ―Soy el rey de esta manada y mi palabra es ley. Si digo que Vivían se queda, entonces se queda.La mujer vio otra oportunidad, así que sacó a relucir sus dotes actorales.―No… ―murmuro ―No quiero causar problemas en la manada Lorenzo. Quizás… lo mejor sea que me vaya. ―los ojos de Vivían se volvieron rojos, quien la viera pensaría que era solo una mujer indefensa ―Supongo que no aprendí mi lección, ya tu padre una vez me dijo que nunca podría quedarme aquí ―sonrió con tristeza ―Y mírame, estoy siendo echada nuevamente.La culpa se apoderó de Lorenzo, en ese entonces su padre había sido demasiado cruel. Había echado a Vivían de la manada en medio de la noche y sin nada más que unas pocas ropas. Vivían, era una omega sin familia, que había sido criada por las
La cara del alfa estaba llena de vergüenza. Hace un momento estaba soñando con Serafina, de hecho, creyó que era a ella a quien besaba. Se mesó los cabellos con frustración y busco algo que ponerse.Cuando estuvo vestido, miro el cuerpo desnudo de Vivían. No produjo en él ninguna reacción. En cambio, se sintió incómodo, se apretó el puente de la nariz y le pidió.―Por favor, vístete.―Lorenzo…―Viste, Vivían ―repitió ―En primer lugar no debiste venir aquí.Ella apretó los dientes y trató de seguir con su fingida vergüenza.―Perdón ―susurro ―Soy una estúpida, pensé que tú y yo… ―se cubrió la cara y sollozo ―¡Oh, diosa! Lo mejor será que me vaya ahora mismo, no tiene sentido que… ―No vas a ir a ningún lado, Vivían ―el alfa dijo serio ―Te dije que podías quedarte en el castillo, pero yo… yo no te invite a mi habitación. ―estaba molesto con ella ―Sabes que Serafina está aquí, si ella… ―le dio la espalda, con las manos en las caderas.El pecho de Vivían estaba a punto de explotar por la r
NO VAS A DEJARME.― Serafina… ¿Desde cuándo tratas a los demás así?Aunque su relación no había sido la mejor, Serafina solía llevarse bien con todos, en la manada y también, los empleados del castillo. Que ella se comportara de esta manera con Vivían, confundió un poco a Lorenzo. Por otro lado, Vivían se dijo que tenía que hacer una actuación magistral, así que intervino a favor de Serafina.―No es su culpa, Lorenzo. Yo no debí entrometerme en las decisiones del castillo.Serafina, que estaba viendo la actuación, resopló con un deje de burla, tenía que reconocer que era buena. Iba a decirle a Lorenzo lo que pasó, cuando él se adelantó y le preguntó a Vivían.―¿Qué hiciste?―Yo… pedí que preparen ciervo porque sé que te gusta. Pero, no sabía que a Serafina no le gustaba. Y ella… ―Vivían sollozó nuevamente cubriéndose el rostro.El alfa sonrió suavemente.―Es increíble que todavía lo recuerdes.―Sabes que nunca olvidaré nada que tenga que ver contigo… ―bajo la cabeza y negó levemente ―
ENTRE HERIDAS Y EMOCIONES. Lorenzo caminó hacia el invernadero, sin embargo, su mente estaba en la conversación, o mejor dicho pelea, que acababa de tener con Serafina. Se llevó los dedos a los labios y revivió el beso que acaban de darse, algo dentro de él vibró, fue una especie de emoción y sin querer una sonrisa se formó en sus labios. ―Me correspondiste ―susurro ―Correspondiste a mi beso. ¿Es posible que también sientas algo por mi Serafina? La sola idea de que ella pudiera tener sentimientos por él lo emocionaba y le daba esperanzas de que pudieran ser una pareja real. Quizás no todo estaba perdido después de todo. Llegó al invernadero y lo recibieron los sollozos de Vivian. El alfa miró la mano de la mujer y vio que estaba herida y sangraba. ―¡Vivían! ¿Qué ha pasado? Tu mano está sangrando. ―se apresuró a mirar. Ella negó con la cabeza y dijo con voz entrecortada ―Fue un accidente, Lorenzo. Intenté tocar la Aralia, pero no tenía idea de que eran tan filosas. Me corté sin
PAGUE POR TI. En el silencio del invernadero, las plantas exóticas observaban la escena entre Serafina y Lorenzo. La penumbra y el perfume de las flores creaban un escenario de tensión palpable. El alfa, impulsado por una mezcla de pasión y desesperación, sostenía a Serafina contra su cuerpo con firmeza, su boca devorando la suya en un beso ardiente. Los labios de Serafina resistían, pero Lorenzo no mostraba intenciones de detenerse. Quería demostrarle con cada roce de sus labios que ella era su todo, que sus besos eran solo para ella. Sin embargo, Serafina no podía borrar de su mente la imagen de Lorenzo besando a otra loba, y ese conocimiento aguijoneaba su resistencia. Con el corazón latiendo desbocado, Serafina reunió toda su fuerza interior y rompió el beso. Respiró agitada, mirando a los ojos a Lorenzo, cuyos labios aún brillaban con la intensidad del beso compartido. El alfa retrocedió, mirándola con sus ojos aún cargados de anhelo por ella. La respiración agitada marcaba el