LA SEMILLA DE LA DUDA

Vivían le dio una mirada de odio a Serafina, acaba de descubrir que no sería tarea fácil, tal parece que esa persona se había equivocado, Serafina Scuderi, no era una tonta.

―¿Quién dijo que necesito tu aprobación? ―replico el alfa ―Soy el rey de esta manada y mi palabra es ley. Si digo que Vivían se queda, entonces se queda.

La mujer vio otra oportunidad, así que sacó a relucir sus dotes actorales.

―No… ―murmuro ―No quiero causar problemas en la manada Lorenzo. Quizás… lo mejor sea que me vaya. ―los ojos de Vivían se volvieron rojos, quien la viera pensaría que era solo una mujer indefensa ―Supongo que no aprendí mi lección, ya tu padre una vez me dijo que nunca podría quedarme aquí ―sonrió con tristeza ―Y mírame, estoy siendo echada nuevamente.

La culpa se apoderó de Lorenzo, en ese entonces su padre había sido demasiado cruel. Había echado a Vivían de la manada en medio de la noche y sin nada más que unas pocas ropas. Vivían, era una omega sin familia, que había sido criada por las
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