Ja, ja, ja. Ya quiero ver si este es igual a Cassian y a Lorcan.
¿DE QUÉ TIENES MIEDO? El eco de la decisión del consejo resonaba en la sala de reuniones mientras Serafina se levantaba con determinación. Sus ojos, centelleando con una mezcla de ira y desafío a los ancianos que habían sellado su destino. Sin mirar atrás, cruzó el umbral de la puerta, dejando atrás las murmuraciones de la manada. A mitad de camino hacia las escaleras, sus pasos resonaron en la piedra cuando una voz profunda la detuvo en seco. —Serafina. La voz pertenecía a Lorenzo, y la sola mención de su nombre hizo que la rabia de Serafina ardiera más intensamente. Se giró hacia él, encontrándolo de pie a pocos pasos, con su figura imponente bloqueando el camino. —¿Qué quieres ahora? —espetó, con su mirada fulminante. Y dispuesta a seguir su camino. El alfa avanzó con rapidez, deteniéndola con brusquedad antes de que pudiera continuar subiendo las escaleras. Sus ojos azules, ahora reflejaban una mezcla de determinación y algo más profundo. ―Cumpliremos la orden del consejo.
LO QUE HAYA DICHO NO IMPORTA. ―Abre las puertas.―ordeno tomándose solo un momento para controlar las emociones que bullían dentro de ella. Los lobos que custodiaban la puerta, lo hicieron sin decir una palabra. Serafina solo había estado en su habitación una vez, y había sido en su noche de apareamiento. Como era de esperar, él nunca vino, se había cansado de esperarlo y terminó quedándose dormida. Entendió que Lorenzo solo aceptó seguir las tradiciones y quería evitar chismes en el castillo. Nadie necesitaba saber que a la mañana siguiente ella había amanecido sola en la cama y mientras él dormía en el sillón. Cuando despertó no fue mucho mejor, ni siquiera le dirigió la palabra hasta que la mandó a llamar a su estudio, para dejarle bastante claro lo que esperaba de ella y no era precisamente un hijo. Dio un paso adelante y se estremeció cuando escuchó la puerta, cerrarse la puerta detrás de ella. El conjunto de habitaciones de Lorenzo se podría decir que eran la más lujosa de lo
MUDARSE A SU HABITACIÓN. Sus labios se aplastaron sobre los de ella, con el ferviente deseo de marcarla y poseerla, era como si temiera que pudiera escapar. Serafina podría alejarlo y exigirle que nunca más la toque. O podría haberle dado una patada en las pelotas y escapar. Ella podría haber hecho cualquiera de esas dos cosas. Pero no lo hizo, por una simple razón… Ella quería esto. Ella lo deseaba. Un gemido bajo y agudo pasó de su boca a la de él y él lo devolvió, una espesa maldición llenó el aire mientras levantaba una mano hacia su cabello y enredaba sus dedos en él, tirando de su cabeza hacia atrás para darle un mejor acceso a sus labios. Su lengua peleó con la de ella y su cuerpo se presionó con fuerza contra ella, por lo que Serafina sintió la fuerza de su atracción, sintió la poderosa firmeza de su cuerpo y el suyo se debilitó en respuesta. La tentación la estaba arrastrando hacia abajo, arrastrándola hacia una marea de capacidad de respuesta y necesidad. Pero era una locu
PLANES OSCUROS―¿Qué acabas de decir? ―sumida en una mezcla de ira y frustración. Vivían sin previo aviso, barrió con furia todo lo que se encontraba sobre la mesa, causando que los objetos volaran por el aire y se estrellaran contra las paredes. La Omega, que era su informante, la miraba atónita, temerosa de la tormenta que se avecinaba. ―Eso no puede ser… ¡No puede ser!Los ojos de Vivían estaban cargados de odio cuando se volvió hacia la Omega. Sin rodeos, le preguntó con brusquedad si estaba segura.―¿Estás segura de que Serafina y Lorenzo pasaron la noche juntos?La Omega asintió rápidamente, temblando ante la mirada amenazante de Vivían.―Sí, el alfa ordenó que lleváramos todas las cosas de la señora a su habitación.La ira de Vivían creció aún más y, con un gesto violento, abofeteó con fuerza a la Omega.― ¡Maldita sea! No la llames, señora ―dijo con desprecio ―Ella muy pronto no será nada, ¿entiendes? ¡Nada!La Omega se tocó la mejilla, llena de miedo y asintió apresuradamente
ESCORPION DE LAS PROFUNDIDADES. Serafina llegó al lugar donde los cachorros de la manada estaban jugando. Los miró un momento en silencio y no pudo evitar sonreír. De pronto llevó una mano a su vientre plano y la imagen de un bebe de ella y Lorenzo brilló en su mente. Su corazón se agitó ante la idea, pero también sintió un poco de miedo. Los cachorros la vieron y corrieron hacia ella para abrazarla. ―¡Serafina! ―gritaron mientras se amontonaban en sus piernas. ―¡Hola, pequeño! ―pregunto mientras se agachaba para abrazarlos ― ¿A qué están jugando? ―Estamos jugando carreras de resistencia. ¡Es muy divertido! ―dijo un cachorro de ojos grises. ―Oh, eso suena genial. ¿Puedo unirme a ustedes? ―¡Claro que sí! ―exclamo otro pequeño ― ¡Será divertido tener a la luna de la manada jugando con nosotros! Serafina se rio y revolvió su cabello. ―Perfecto, estoy lista para empezar. ―dijo poniéndose de pie ―¿Cuál es la meta? ― La meta está al final del prado. Tenemos que correr lo más rápido
UNA LUNA DESAFIANTE. Serafina hecho vistazo al rostro de su amiga y sintió que le daba un vuelco el corazón. Estaba asustada. ―Fue mi culpa ―dijo ―Yo quise venir. Mariana vino en busca de hierbas para un cachorro enfermo y yo quise acompañarla, todo estaba bien, no imaginamos que aparecería un escorpión de las profundidades. La mirada azul penetrante de Lorenzo se clavó en Serafina, y ella sintió como si un cable se hubiera enrollado alrededor de ellos y se hubiera llenado de electricidad. Esta sensación la hizo temblar, sus rodillas se debilitaron y su corazón comenzó a latir con fuerza. Sin embargo, fingió estar tranquila. De niña había aprendido que la mejor defensa era un buen ataque. ―¿Hay algún problema con eso, alfa? ―Serafina preguntó con aspereza, acercándose un paso más a su marido y poniendo a Mariana a su espalda ―Solo estaba cumpliendo con mis obligaciones, como Luna de esta manada es mi deber cuidar de ellos. ―decidida a poner en práctica el consejo de su amiga, se cr
VAS A SUPLICAR POR MI TOQUE. Había pasado más de una hora cuando finalmente Lorenzo regreso a la habitación, en ese momento, Serafina ya se había bañado y se había puesto algo más cómodo, bueno, eso fue lo que se dijo mientras escogía deliberadamente un sexy camisón negro. Al escuchar el sonido de la puerta abriéndose, su corazón se aceleró debido a los nervios. Cuando miro hacia la puerta, allí estaba él, serio, mirando descaradamente su ropa de cama. ―Salgan ―les ordenó a las omegas que ayudaron a Serafina a prepararse, cada una inclinó la cabeza en señal de respeto. ―¿Ya terminaste de descargar tu rabia en mi amiga? Y ahora estás listo para tratar conmigo… alfa ―dijo en evidente tono burlón. Lorenzo esbozó una sonrisa malvada y caminó hacia ella como un lobo cazando a su presa. ―Al menos tu amiga tuvo la buena educación de disculparse ―se detuvo delante de ella y extendió su mano para tocar el fino tirante de su camisón de seda. ―Eso es porque la aterrorizas ―replico Serafin
ERES MÍA PARA SIEMPRE. (+18) ―Di que quieres sentir esto ― levantó la mano entre sus piernas y dejó que su pulgar pudiera rozar su clítoris sensible. ―No creerás cuantas fantasías he tenido sobre ti… sobre nosotros. Eres mi compañera, Serafina, y quiero que sientas todos los placeres que jamás hayas imaginado. Y antes de que ella pudiera responder, deslizó un dedo en la entrada de su coño resbaladizo, su propia respiración se entrecortó cuando sintió su núcleo cálido y húmedo. ―Lorenzo, gimió ella, abriendo completamente sus piernas para permitirle un mejor acceso. ―¡Oh diosa! Y a través de la tela de su camisón, levantó la mano y le palmeó el pecho, ahuecando su peso con su mano grande y fuerte, rozando con el pulgar y el índice sus pezones. Pellizcándolos hasta que estuvieron duros y excitados. ―No necesito que supliques por mí porque quiero degradarte ―dijo, besándola bruscamente, antes de arrastrar sus labios por su garganta y mordisquear la suave piel en la base de su cuello