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UNA LUNA DESAFIANTE. Serafina hecho vistazo al rostro de su amiga y sintió que le daba un vuelco el corazón. Estaba asustada. ―Fue mi culpa ―dijo ―Yo quise venir. Mariana vino en busca de hierbas para un cachorro enfermo y yo quise acompañarla, todo estaba bien, no imaginamos que aparecería un escorpión de las profundidades. La mirada azul penetrante de Lorenzo se clavó en Serafina, y ella sintió como si un cable se hubiera enrollado alrededor de ellos y se hubiera llenado de electricidad. Esta sensación la hizo temblar, sus rodillas se debilitaron y su corazón comenzó a latir con fuerza. Sin embargo, fingió estar tranquila. De niña había aprendido que la mejor defensa era un buen ataque. ―¿Hay algún problema con eso, alfa? ―Serafina preguntó con aspereza, acercándose un paso más a su marido y poniendo a Mariana a su espalda ―Solo estaba cumpliendo con mis obligaciones, como Luna de esta manada es mi deber cuidar de ellos. ―decidida a poner en práctica el consejo de su amiga, se cr
VAS A SUPLICAR POR MI TOQUE. Había pasado más de una hora cuando finalmente Lorenzo regreso a la habitación, en ese momento, Serafina ya se había bañado y se había puesto algo más cómodo, bueno, eso fue lo que se dijo mientras escogía deliberadamente un sexy camisón negro. Al escuchar el sonido de la puerta abriéndose, su corazón se aceleró debido a los nervios. Cuando miro hacia la puerta, allí estaba él, serio, mirando descaradamente su ropa de cama. ―Salgan ―les ordenó a las omegas que ayudaron a Serafina a prepararse, cada una inclinó la cabeza en señal de respeto. ―¿Ya terminaste de descargar tu rabia en mi amiga? Y ahora estás listo para tratar conmigo… alfa ―dijo en evidente tono burlón. Lorenzo esbozó una sonrisa malvada y caminó hacia ella como un lobo cazando a su presa. ―Al menos tu amiga tuvo la buena educación de disculparse ―se detuvo delante de ella y extendió su mano para tocar el fino tirante de su camisón de seda. ―Eso es porque la aterrorizas ―replico Serafin
ERES MÍA PARA SIEMPRE. (+18) ―Di que quieres sentir esto ― levantó la mano entre sus piernas y dejó que su pulgar pudiera rozar su clítoris sensible. ―No creerás cuantas fantasías he tenido sobre ti… sobre nosotros. Eres mi compañera, Serafina, y quiero que sientas todos los placeres que jamás hayas imaginado. Y antes de que ella pudiera responder, deslizó un dedo en la entrada de su coño resbaladizo, su propia respiración se entrecortó cuando sintió su núcleo cálido y húmedo. ―Lorenzo, gimió ella, abriendo completamente sus piernas para permitirle un mejor acceso. ―¡Oh diosa! Y a través de la tela de su camisón, levantó la mano y le palmeó el pecho, ahuecando su peso con su mano grande y fuerte, rozando con el pulgar y el índice sus pezones. Pellizcándolos hasta que estuvieron duros y excitados. ―No necesito que supliques por mí porque quiero degradarte ―dijo, besándola bruscamente, antes de arrastrar sus labios por su garganta y mordisquear la suave piel en la base de su cuello
ERES MÍA PARA SIEMPRE (+18) La llevó al baño adjunto a su habitación y metió la mano en la enorme tina de cobre, el agua aún estaba tibia. ―Aquí ― susurro y la dejó caer con lentitud y extremo cuidado. Serafina se soltó de su cuello y disfruto de la calidez del agua calentando su piel. Un segundo después, él la siguió y ella le dio gracias a la diosa y se sintió inmediatamente aliviada de que su intimidad aún no hubiera terminado. El Alfa se acomodó detrás de ella y tomó una esponja y dejó caer el agua sobre su cabeza, sus manos ásperas bajaron por su cuerpo, y ella estaba tan hipersensible por haber hecho el amor que gimió en respuesta, sintiendo cada gota como si fuera su toque. Lorenzo colocó un poco de jabón perfumado en la palma de sus manos y comenzó a deslizarlas sobre sus brazos, luego hasta sus caderas, su estómago plano, su trasero redondeado. Serafina cerró los ojos perdiéndose en el placer de su toque. El Alfa la tocó por todas partes, lavándola, adorándola, prestando
DULCES REVELACIONES.El suave roce de la toalla envolvió a Serafina mientras Lorenzo la llevaba en brazos hacia la cama. En ese trayecto, la fragilidad de su cuerpo contrastaba con la fortaleza que emanaba de su compañero. La mirada de Serafina se perdía en la profundidad del rostro de su alfa, como si buscara respuestas a preguntas que no se atrevía a formular.Lorenzo la depositó con cuidado en la cama, pero sus ojos seguían fijos en ella. La habitación, antes llena de sombras, parecía iluminarse con la presencia de ambos. El latir emocionado de su corazón resonaba en sus oídos, marcando un ritmo que reflejaba la mezcla de esperanza y temor que se agitaba en su interior.A medida que Lorenzo se acomodaba a su lado, Serafina no podía apartar la vista de su rostro, como si cada rasgo fuera una promesa de un futuro mejor. La mano de Lorenzo encontró la piel de sus brazos, trazando suaves líneas de consuelo. Sus labios, con suavidad, rozaron el lóbulo de su oreja, enviando escalofríos a
DEJAR IR EL PASADO. Lorenzo salió de la habitación con paso firme pero pesado, las preocupaciones marcadas en su rostro. Bajó al estudio, cerró la puerta y se encontró con su beta, Zade, quien estaba visiblemente nervioso. ―Más te vale que sean buenas noticias, Zade. ―dijo frunciendo el ceño ― Acabas de interrumpir un momento importante con mi mujer. El beta tragó saliva. ―Lo siento, Alfa. No era mi intención molestarte. El Alfa suspiro y camino hacia el escritorio cerrándose la bata, parte de su torso podía apreciarse por la abertura de la misma. Tomo asiento detrás y fijo su mirada en Zade, instándolo a hablar. ―¿Y bien? ¿Qué ha descubierto? Zade titubeó antes de responder. ―Lo siento, Alfa, pero no encontré nada sobre Brandon. Las manadas cercanas y la manada Sol niegan conocer a un lobo con ese nombre. La expresión en el rostro de Lorenzo se tornó grave, con una mezcla de frustración y resignación. ―¿Estás seguro? ―Sí, mi Alfa. Parece que se lo hubiera tragado la tierra
ENTRE SOMBRAS. —Recuerda hacer bien tu papel, Lobo. Tu recompensa dependerá de ello —dijo Samuel, entregándole unas cuantas monedas de oro. El lobo asintió, apretando las monedas en su mano, pero Samuel sostuvo firmemente su brazo. —Más te vale no fallar —advirtió con un tono amenazante. El lobo asintió nuevamente y se marchó. Samuel observó fijamente su anillo, sintiendo el poder que emana de él. —Lorenzo ya tiene sus días contados —murmuró para sí mismo, con una mueca maliciosa. En ese momento, su padre, Santino, se acercó a él, mirándolo con orgullo. —¿Cómo ha salido todo? —preguntó. —El lobo cumplirá su papel. Después me encargaré de él —respondió Samuel con una sonrisa siniestra. Santino sonrió y aprobó la decisión de su hijo. —Eres muy inteligente, Samuel. Una vez logremos separar a Lorenzo y Serafina, será nuestro turno de actuar con Vivían. Samuel recordó el intento de escape de Serafina en la cabaña y frunció el ceño. —¿No ha abierto la boca? —preguntó con cautela
CENA A LA LUZ DE LA LUNA. En la oscura morada de Vivían, la omega, su sombría aliada, llegó con revelaciones interesantes. ―Mi señora, el Alfa, ha ordenado preparar una cena romántica para Serafina ― susurro con malévola complicidad. Los ojos de Vivían se volvieron hostiles, cargados de un odio profundo hacia Serafina. ―¡¿Una cena?!― preguntó con una voz fría que cortó el aire. La omega asintió con determinación, y lo que dijo desencadenó la furia contenida de Vivian. ―Sí, y no solo eso, mi señora. También ha ordenado no ser molestado. La cara de Vivían se desfiguró de la rabia. ―¡Maldita zorra! ―exclamo, apretando las manos con tanta fuerza que sus garras se clavaron en su carne ―Resultaste más astuta de lo que pensé. Pero no vas a vencerme, tú no seas quien se interponga en mis planes. En un destello, una idea diabólica brilló en su mente y una sonrisa malévola se dibujó en sus labios. Dirigiéndose a la omega, le ordenó con una intensidad palpable. ―Necesito tu ayuda en cie