Del otro lado del bosque, Serafina miraba a su amiga Omega Mariana con tristeza.
―¿Qué te pasa? ―pregunto la loba frunciendo el ceño y sintiendo su dolor ―¿Es por culpa del alfa?
Serafina negó lentamente.
―No, no, él no tiene la culpa.
―Entonces, ¿qué pasa? Puedo sentir tu tristeza.
Serafina le dio una mirada complicada a su amiga y murmuró.
―Vine a despedirme.
―¿Qué? ―Mariana abrió los ojos sorprendida ―¿Cómo que a despedirte? ¿A dónde te vas?
―Estoy pensando en abandonar la manada ―la mujer suspiró resignada ―Y a Lorenzo.
La omega miró con pesar a su amiga, ella más que nadie era testigo de la vida tan vacía que había vivido los últimos dos años.
―¿Te has dado por vencida?
―El patriarca Santino me obligó a hacer cosas que no quería hacer. Ahora Lorenzo me malinterpretó y me odia. No quiero pensar más en lo que pasó. En resumen, me veía obligada a dejar esta manada.―respondió Serafina con una sonrisa triste ―yo…yo le decepcionaba tanto. Sin importar lo que haga, nunca va a creerme ,ni hablar de amarme, Mariana ―los ojos verdes de Serafina se llenaron de lágrimas ―En algún momento… creí que la relación progresaría, pero ni siquiera me ve como pareja. ―negó levemente ―Nunca me ha tocado.
Cuando dijo esto, las lágrimas se deslizaron por las mejillas y el rostro de Serafina estaba lleno de tristeza y decepción.
―Él nunca ha dejado de amarla ―finalmente no pudo contenerse más y se echó a llorar. ―¡Es mi culpa por enamorarme! ¡Sé que no debía, que todo esto terminaría en algún momento, pero… no pude evitarlo, ¡de verdad no pude evitarlo!
Su amiga no pudo soportar verla en ese estado y se levantó a toda prisa para consolarla.
―¡Ay, cariño! No llores… ―la mujer la rodeo con sus brazos y acaricio su espalda ―No llores, el alfa es un tonto. ¡Un grandísimo tonto por no ver la mujer que eres!
―No. No es su culpa ―dijo entre sollozos ―Su padre lo obligó a unirse a mí… él ya amaba a esa mujer.
―Pues si ella lo amara, no se habría ido a las primeras de cambio. ¿Por qué no se quedó para luchar por su amor? ―se apartó un poco e hizo que la mirara ―En cambio, tú, has estado a su lado, intentando ganarte su corazón.
Serafina negó con la cabeza.
―Y no sirvió de nada ―espeto con tristeza ―No fui capaz de darle un hijo y el consejo de ancianos ha estado presionándome. Agradezco que salvaran a nuestra manada ―apretó las manos con fuerza ―Pero no hay nada que hacer, él y yo no somos posibles.
―Serafina, no te culpes. El que no le hayas dado un hijo es cosa de él, se supone que los dos tienen que trabajar en ello.
―Lo sé, pero…―ella respiró hondo para calmarse ―¿Qué debo decirles? Y además… sinceramente creo que es mejor así. Si tenga su hijo en el vientre, ese niño, sería desgraciado, ¿qué sentido tiene si sus padres no se quieren?
―En eso tienes razón. ―dijo Mariana poniéndose de pie. ―No me parece justo que traigas al mundo a un bebe solo por un acuerdo, lo normal es que sea deseado por sus padres.
―¿Lo ves? ―Serafina se puso de pie ―Estoy en lo correcto, tengo que dejar de lado mis sentimientos y ver las cosas como son. Por mucho que ame a Lorenzo, lo mejor es que esto se termine y cuanto antes mejor.
―Pero tampoco puedes darte por vencida, Fina. ―su amiga la alentó ―Tú no eres así, debes luchar por él.
―No. ―Serafina sonaba decidida ―Lo mejor es que cada uno tome su camino, y él ya tiene a su alma gemela, y yo… bueno con el tiempo lo olvidaré.
―Eso lo dices ahora, pero el día que te toque marcharte, no vas a querer hacerlo.
―Te equivocas ―Serafina le dio una mirada seria a su amiga ―Ahora que lo pienso, todo esto fue un gran error, un gran error desde el principio y ahora solo cuento los días hasta que me toque dejarlo.
«Todo esto fue un gran error, un gran error desde el principio y ahora solo cuento los días hasta que me toque dejarlo»
Los pasos de Lorenzo se detuvieron, su cuerpo se congeló en su sitio y sus ojos se oscurecieron después de escuchar la declaración de Serafina.
―Considero que deberías reflexionarlo, no puedes tomar una decisión así.
―¡No! Ya está decidido, además… ―Serafina bajó la cabeza y miró sus manos ―Brandon aún sigue apareciendo en mis sueños.
―¿Soñaste con él otra vez?
―Sí. Siempre es el mismo sueño.
Su amiga frunció las cejas y reflexiono un segundo.
―Es normal que lo hagas, él es alguien importante para ti.
―Lo sé. ―respondió Serafina con tristeza ―Lo extraño tanto, no tienes idea de la falta que me hace.
Del otro lado de la cabaña, Lorenzo estaba a punto de explotar de la rabia. Sus manos se cerraron en puños y retrocedió lentamente. De repente, su pecho dolió, era un dolor profundo y lacerante. Tal parece que su luna lo detestaba, y estaba más que deseosa de abandonarlo.
«No ves la hora de reunirte con tu amante, Brandon, ¡Pues no voy a ponértelo tan fácil! Ya que fuiste capaz de traicionarme, Serafina, ¡Ahora él no volverá a ver la luz del día! ¡Juro que lo voy a cazar y cuando lo encuentre, lo voy a acabar con mis propias manos!»
El alfa pensó con furia contenida, se transformó en lobo y corrió a través del bosque, en su mente ya tenía un nuevo plan.
En la cabaña, Mariana trataba de convencer a su amiga.
―Creo que tienes que superar a Brandon y dejarlo ir.
―No. ―ella negó con la cabeza ―No, no lo entiendes, él…
La omega se agachó frente a su amiga y la tomo de las manos.
―Serafina, no te culpes, ¿vale? Tú no eres responsable de que él se suicidara.
Serafina asintió ligeramente a su amiga y ella le dio una pequeña sonrisa.
―Espera aquí, regreso enseguida.
Poco después, Mariana entró con una sonrisa y le entregó a su amiga unas hierbas.
―Esto te ayudará a dormir, solo no abuses, ¿vale?
―Sí. ―Serafina se puso de pie y guardó las hierbas.
Su amiga la miró fijamente y de repente la abrazo.
―Sea lo que sea que decidas, siempre voy a estar aquí, Fina. ―le dijo con una sonrisa ―Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
Serafina observó a su amiga con los ojos llorosos y de repente la abrazó de nuevo.
―Te voy a extrañar, Mariana. No tienes idea de la falta que me vas a hacer.
―Eso se soluciona con una llamada, estés donde estés, allí estaré. ―le acomodo el cabello ―Solo tienes que pedírmelo, ¿de acuerdo?
―De acuerdo.
Las dos se despidieron y Serafina se adentró en el bosque. Quería llegar cuanto antes al castillo, para empezar a empacar algunas cosas.
[…]
Mientras tanto, en el castillo, las cosas no estaban demasiado bien. Lorenzo había llegado como un demonio, se había encerrado en su estudio y ya se había bebido una botella completa de hidromiel.
Dejó la copa con un golpe sordo, y de repente sus ojos se enfocaron en el retrato en el escritorio. Lo tomó con brusquedad y en un acto de frustración lo lanzó contra la pared.
―¡Eres una cualquiera! ―bramo iracundo ―¡Serafina Scuderi!
El pecho del alfa subía y bajaba sin control, sus ojos estaban cargados de rabia, celos y… dolor. Por mucho que Lorenzo quisiera negárselo, él sabía lo que estaba pasando dentro de él. Se sirvió otro poco de hidromiel y se lo bebió de un trago.
En un estado de confusión, a Alfa Lorenzo le pareció ver a su difunto padre aparecer nuevamente frente a él.
——La mujer que te sedujo, esa humilde Omega Vivian, con la que he tratado. Olvídala. La mujer que se unirá contigo de ahora en adelante es Serafina Scuderi, a quien seleccioné personalmente. Estoy muy satisfecho con ella y creo que la has conocido.
——Padre, ¿cómo puedes hacer esto?
——¿Estás insatisfecho con Serafina? Te vi en la jungla, haciendo todo lo posible para salvarla del ataque de Maldar.
——¿Organizaste todo esto? ?Padre?
―Tu ceremonia de unión es dos semanas.
―¡No! ―exclamo el alfa poniéndose de pie ―No voy a tomar otra compañera que no sea Vivían, padre. Fui muy claro en mi posición. ¡Por favor, Padre, recupera a Vivian ahora!
―Ya te dije que a esa humilde estéril mujer, no la voy a aceptar en mi manada. ¡Y menos como tu compañera!
―¡Pues no me importa! Puedo ser alfa sin tener herederos o puedo…
―¡¿Perdiste la razón?! ―las venas en el cuello de Leonardo se abultaron ―¿Sin herederos? No me hagas reír, Lorenzo. Si no tienes descendientes, estoy seguro de que a tu primo Samuel le encantaría ser un líder Alfa que los tenga.
―Te equivocas papá, le debo demasiado a Vivían. ―cada vez que Lorenzo recordaba cómo ella lo había salvado estúpidamente, su corazón se oprimía ―Convertirla en mi luna, es lo mínimo que puedo hacer. ¿Por qué la odias? Vivían, es… una víctima, padre.
―¿Víctima? No, no seas tan iluso, Lorenzo. ―Leonardo hizo una mueca burlona ―Vivían, es una arribista, una cazafortunas que lo único que buscaba es mejorar su estatus ―el viejo alfa se dejó caer en su silla ―Además, te hice un favor evitando que se cueste contigo, conociéndote… ―suspiro ―… estoy seguro de que esa misma noche la hubieras proclamado tu compañera. Olvídate de Vivian, hijo.
Lorenzo apretó las manos. Su padre había encontrado a Vivían en su cama, esa noche había bebido demasiado en la fiesta del Dios Fenrir, y no estaba consciente de sus acciones, al principio fue un simple coqueteo, pero luego sin saber cómo, él y Vivían terminaron en su habitación y en su cama. Solo que no esperaba que su lobo la rechazara, y cuando estaba a punto de levantarse e irse, su padre los encontró. Después de eso, Vivían fue echada de la manada como una ramera y desde entonces, Lorenzo ha vivido con la culpa de no saber de su paradero.
Dos semanas después, tanto Lorenzo como Serafina estaban sorprendidos, los dos recordaron ese día en el bosque. Entonces pensó que había estado allí a propósito y que ella también era parte del plan de su padre.
Después de la ceremonia, la tradición era que hubiese lobos presentes, para así confirmar la pureza de la compañera, pero Lorenzo, como nuevo alfa, dictaminó que se haría en la privacidad, no está dispuesto a que nadie viera siquiera un trozo de piel de Serafina, de repente, se sintió posesivo.
Cuando entró en la habitación, esperaba encontrarla asustada o tímida, pero contrario a sus expectativas, la encontró dormida. A Lorenzo no le importó, ahora ella era suya y tenía el tiempo suficiente para consumar su unión. Se acercó a la cama y miro su rostro profundamente dormido, lo detallo a conciencia, analizando cada rasgo de la hermosa mujer, y una vez más se quedó mirando su rostro sin querer contenerse se inclinó con la intención de besarlos. Pero el susurro ahogado y triste de su recién nombrada compañera, lo hizo detenerse.
―Brandon ¡Por favor! No me dejes…
Lorenzo se apartó y la miró con las cejas fruncidas. Iba a despertarla, cuando ella susurró de nuevo.
― Por favor, Brandon… no lo hagas… ¡No lo hagas! No me dejes… te necesito.
Su súplica se repitió como un eco en su cabeza y el deseo que sintió hace un instante, fue reemplazado por ira y celos.
«¿Tienes un amante? ¿Es eso?»
Tuvo el impulso de despertarla y exigirle que le dijera quién era, quería buscarlo y acabar con su vida con sus propias manos. Ella ahora era suya, era su luna, su compañera. Nadie podía codiciar a su mujer.
Se puso de pie y la miró con la ira ardiendo en sus ojos, sus sienes palpitaban de rabia. Y todo eso que había planeado fue echado por la borda, y regresó a su plan inicial, estaría unido a ella, pero solo hasta que descubriera el paradero de Vivían. Como siempre había pensado, ella era la única que merecía la posición de luna, la única que merecía ser su compañera, la única que merecía su amor.
Lorenzo salió de sus recuerdos y la furia se hizo imposible de controlar, barrió todo lo que estaba sobre el escritorio y un gran estruendo se escuchó desde abajo. Los empleados miraron hacia el segundo piso, pero ninguno se atrevió a subir, conocían demasiado bien el carácter del alfa.
―¿Estás muy ansiosa por unirte a tu enamorado? ¡Pues yo voy a torturarte hasta la muerte! Nunca te dejaré salir de aquí y mucho menos para que vayas a los brazos de tu supuesto amor, Brandon.
Serafina acababa de caminar unos metros cuando vio al betade Lorenzo esperándola, de inmediato, Serafina se sintió nerviosa, de hecho,Ismael, era beta, no porque Lorenzo lo hubiera decidido, sino porque su tíoSantino lo había recomendado. Pero, aun así, a ella le daba mala espina, nuncale había caído bien Ismael.―¡Luna, el alfa quiere verla!―informo el beta respetuosamente.―¿Lorenzo?―Así es, señora. El alfa quiereverla. ―de hecho, Ismael estaba mintiendo, simplemente estaba cumpliendo lasórdenes de Samuel.Aunque Serafina tenía un poco de duda. Supuso que Lorenzoquería verla para hablar sobre la conmemoración de la muerte del antiguo alfa.Se dijo que tenía que darse prisa y regresar cuanto antes. Apenas y había dadoun paso cuando, todo se volvió negro ante sus ojos. Ismael la cargó sobre sulomo y corrió entre los árboles del bosque.Cuando Serafina despertó, no fue Lorenzo quien apareciófrente a ella.―¿Samuel? ―Hola, Serafina ―dijocon una sonrisa malvada―Finalmente t
HE VUELTO PARA QUEDARME.Lorenzo no podía seguir conteniéndose, Serafina era una tentación demasiado difícil de ignorar. Además, su lobo lo impulsaba a hacerla suya a poseerla. Trago un poco y sus ojos recorrieron su cuerpo desnudo, le pareció hermoso, delicado, perfecto.―Serafina… ―murmuro, se sentó junto a ella y su mano se extendió inconscientemente. Ella ronroneó cuando sintió la aspereza de sus dedos acariciarle su mejilla. ―Me vuelves loco.―Tómame, Lorenzo ―dijo ella cerrando los ojos y disfrutando de su contacto ―Hazme tuya ahora.Llevado por el instinto, se puso de pie y comenzó a desvestirse, sus dedos trabajaron demasiado rápido en su camisa, luego siguieron sus pantalones, en un santiamén estuvo completamente desnudo. Su polla larga y dura, apuntaba hacia su vientre y una gota de líquido pre seminal humedeció la punta.Se subió a la cama y luego se metió entre sus piernas y Serafina le dio la bienvenida con una sonrisa. Lorenzo, bajó sus labios a los de ella y la besó con
Vivían le dio una mirada de odio a Serafina, acaba de descubrir que no sería tarea fácil, tal parece que esa persona se había equivocado, Serafina Scuderi, no era una tonta.―¿Quién dijo que necesito tu aprobación? ―replico el alfa ―Soy el rey de esta manada y mi palabra es ley. Si digo que Vivían se queda, entonces se queda.La mujer vio otra oportunidad, así que sacó a relucir sus dotes actorales.―No… ―murmuro ―No quiero causar problemas en la manada Lorenzo. Quizás… lo mejor sea que me vaya. ―los ojos de Vivían se volvieron rojos, quien la viera pensaría que era solo una mujer indefensa ―Supongo que no aprendí mi lección, ya tu padre una vez me dijo que nunca podría quedarme aquí ―sonrió con tristeza ―Y mírame, estoy siendo echada nuevamente.La culpa se apoderó de Lorenzo, en ese entonces su padre había sido demasiado cruel. Había echado a Vivían de la manada en medio de la noche y sin nada más que unas pocas ropas. Vivían, era una omega sin familia, que había sido criada por las
La cara del alfa estaba llena de vergüenza. Hace un momento estaba soñando con Serafina, de hecho, creyó que era a ella a quien besaba. Se mesó los cabellos con frustración y busco algo que ponerse.Cuando estuvo vestido, miro el cuerpo desnudo de Vivían. No produjo en él ninguna reacción. En cambio, se sintió incómodo, se apretó el puente de la nariz y le pidió.―Por favor, vístete.―Lorenzo…―Viste, Vivían ―repitió ―En primer lugar no debiste venir aquí.Ella apretó los dientes y trató de seguir con su fingida vergüenza.―Perdón ―susurro ―Soy una estúpida, pensé que tú y yo… ―se cubrió la cara y sollozo ―¡Oh, diosa! Lo mejor será que me vaya ahora mismo, no tiene sentido que… ―No vas a ir a ningún lado, Vivían ―el alfa dijo serio ―Te dije que podías quedarte en el castillo, pero yo… yo no te invite a mi habitación. ―estaba molesto con ella ―Sabes que Serafina está aquí, si ella… ―le dio la espalda, con las manos en las caderas.El pecho de Vivían estaba a punto de explotar por la r
NO VAS A DEJARME.― Serafina… ¿Desde cuándo tratas a los demás así?Aunque su relación no había sido la mejor, Serafina solía llevarse bien con todos, en la manada y también, los empleados del castillo. Que ella se comportara de esta manera con Vivían, confundió un poco a Lorenzo. Por otro lado, Vivían se dijo que tenía que hacer una actuación magistral, así que intervino a favor de Serafina.―No es su culpa, Lorenzo. Yo no debí entrometerme en las decisiones del castillo.Serafina, que estaba viendo la actuación, resopló con un deje de burla, tenía que reconocer que era buena. Iba a decirle a Lorenzo lo que pasó, cuando él se adelantó y le preguntó a Vivían.―¿Qué hiciste?―Yo… pedí que preparen ciervo porque sé que te gusta. Pero, no sabía que a Serafina no le gustaba. Y ella… ―Vivían sollozó nuevamente cubriéndose el rostro.El alfa sonrió suavemente.―Es increíble que todavía lo recuerdes.―Sabes que nunca olvidaré nada que tenga que ver contigo… ―bajo la cabeza y negó levemente ―
ENTRE HERIDAS Y EMOCIONES. Lorenzo caminó hacia el invernadero, sin embargo, su mente estaba en la conversación, o mejor dicho pelea, que acababa de tener con Serafina. Se llevó los dedos a los labios y revivió el beso que acaban de darse, algo dentro de él vibró, fue una especie de emoción y sin querer una sonrisa se formó en sus labios. ―Me correspondiste ―susurro ―Correspondiste a mi beso. ¿Es posible que también sientas algo por mi Serafina? La sola idea de que ella pudiera tener sentimientos por él lo emocionaba y le daba esperanzas de que pudieran ser una pareja real. Quizás no todo estaba perdido después de todo. Llegó al invernadero y lo recibieron los sollozos de Vivian. El alfa miró la mano de la mujer y vio que estaba herida y sangraba. ―¡Vivían! ¿Qué ha pasado? Tu mano está sangrando. ―se apresuró a mirar. Ella negó con la cabeza y dijo con voz entrecortada ―Fue un accidente, Lorenzo. Intenté tocar la Aralia, pero no tenía idea de que eran tan filosas. Me corté sin
PAGUE POR TI. En el silencio del invernadero, las plantas exóticas observaban la escena entre Serafina y Lorenzo. La penumbra y el perfume de las flores creaban un escenario de tensión palpable. El alfa, impulsado por una mezcla de pasión y desesperación, sostenía a Serafina contra su cuerpo con firmeza, su boca devorando la suya en un beso ardiente. Los labios de Serafina resistían, pero Lorenzo no mostraba intenciones de detenerse. Quería demostrarle con cada roce de sus labios que ella era su todo, que sus besos eran solo para ella. Sin embargo, Serafina no podía borrar de su mente la imagen de Lorenzo besando a otra loba, y ese conocimiento aguijoneaba su resistencia. Con el corazón latiendo desbocado, Serafina reunió toda su fuerza interior y rompió el beso. Respiró agitada, mirando a los ojos a Lorenzo, cuyos labios aún brillaban con la intensidad del beso compartido. El alfa retrocedió, mirándola con sus ojos aún cargados de anhelo por ella. La respiración agitada marcaba el
ALIANZAS OCULTAS. Vivían, cerró con fuerza la puerta de su nueva casa, sintiendo la tensión acumulada en su pecho. El lugar era impecable, pero no podía evitar verlo como un exilio, una señal de que Serafina había ganado la partida. Tiro la vasija que estaba sobre la mesa dejando salir la rabia que bullía dentro de ella. ―¡Maldita! ¡Mil veces m*****a! ―sus ojos estaban cargados de odio y su pecho subía y bajaba sin control. «No debería estar aquí. Pero ni creas que esto se ha acabado perra. ¡Voy a sacarte de mi camino, cueste lo que cueste!» Una idea resonaba en su mente, alimentando la amargura que crecía con cada paso que daba en el interior de la vivienda. Mientras organizaba sus cosas, Vivían se encontró murmurando para sí misma. ― Nunca debí haber aceptado este trato. Debería haberme quedado en las sombras, esperando mi momento. ― La frustración se mezclaba con sus pensamientos, y sus ojos brillaban con determinación. ―apretó los puños con rabia. ― Lorenzo me pertenece. Soy