En cuanto llegué a casa fui a darme una ducha. Me sentía asquerosa con la leche seca en la piel y no me hagas hablar del olor. Me costó lavarme el pelo dos veces y el cuerpo para deshacerme de él. Cuando salí de la ducha tenía la piel roja de tanto frotarme y el pelo más limpio que nunca.Cuando llegué a casa lo único que quería era llorarle a mi madre por lo estúpida que era la vida, que me abrazara y me dijera que todo pasaría. Pero como no estaba, acabé llorando en la ducha y ahora me dirigía a la masa de galletas de la nevera.Sólo era la una, pero eso no iba a impedirme holgazanear en chándal y comer porquerías. ¿Por qué no empezar pronto el fin de semana? Por suerte, hoy no tenía turno en la librería, así que estaba libre.Llevando la tarrina de masa para galletas y una cuchara, me dirigí a mi habitación. Mi estómago rugía impaciente por la masa de galletas que le había prometido esta mañana. No había mejor manera de ahogar las penas que con masa para galletas o helado. Seguro q
—¿Alex?— Grité moviéndome hacia el salón. Fui a llamarlo de nuevo, pero me detuve al verlo de pie en mi sala de estar mirando los cuadros a lo largo de la chimenea.—¿Tienes un hermano?— preguntó Alex, sin molestarse en darse la vuelta cuando me acerqué por detrás.—Sí, es dos años mayor que yo.—Hmmm.—¿Por qué quieres saberlo?—Quiero saber si puedo con él si viene a casa y me ve con su hermana pequeña—. Finalmente se giró para mirarme, con una sonrisa burlona en la cara. No pude evitar reírme de sus palabras.—Buena suerte con eso—. Enarcó una ceja mientras yo me reía. —Está en los Marines—. Vi cómo su sonrisa disminuía lentamente. —¿Listo para irnos?— Asintió con la cabeza y se dirigió a la puerta.Cogí las llaves y encendí la luz del porche antes de cerrar y echar el pestillo.—¿No vas a dejar una nota para tus padres o algo así?—Es viernes por la noche y no les importa—. Le hice un gesto con la mano para que dejara de mentir. En realidad no era una mentira, a mis padres les imp
—¡Tú!— Era el chico rubio muy guapo de la librería de ayer.—¿Os conocéis?— preguntó Alex, mirando entre nosotros.—Nos conocimos en la librería llamada 'Sofia's' ayer. Cristal ¿verdad?— Sentí como me sonrojaba al recordar mi nombre. Asentí sin confiar en mi voz. No esperaba volver a ver al chico guapo de ayer y sin embargo aquí estaba, y al parecer amigo de Alex.—¿Qué hacías en una librería?—. preguntó Alex con una sonrisa de satisfacción.—A diferencia de ti algunos tenemos que hacer deberes y estudiar—. Por el rabillo del ojo noté que Alex le enviaba una mirada a Noah. Lo miré con curiosidad por el comentario y la mirada. Antes de que pudiera abrir la boca, Noah empezó a hablar.—Sabes que llegas pronto, ¿verdad? No tenemos que estar allí hasta las seis——No esperaba que este se preparara tan rápido—. Alex me hizo un gesto con la cabeza.—¿Qué se supone que significa eso?— Por fin encontré mi voz y le miré con rabia.—Que no eres una chica.—Qué gracioso—. Le respondí.—Ignora al
—Cristal—. gritó Noah, haciéndome un gesto para que me acercara. Sintiéndome más que intimidada me dirigí lentamente hacia el grupo. Me detuve junto a Noah y Alex, a mi otro lado, y miré a las otras cuatro personas.El chico que estaba delante de mí tenía el pelo hasta los hombros, casi negro. Tenía los pómulos altos, una nariz que sin duda se ha roto antes, y una mandíbula fuerte. Un par de ojos marrones oscuros me miraban con curiosidad. El tipo también era súper alto.El chico a mi derecha era igual de alto con el pelo castaño rizado más corto. Su mandíbula era igual de definida que la de los otros, pero tenía más cara de niño. Un par de ojos castaño claro brillaban divertidos. Parecía más bien el bobalicón del grupo. Y me resultaba muy, muy familiar.A su lado estaba la chica que me sonrió. Parecía la chica perfecta de la puerta de al lado. Pelo rubio, ojos azules, pómulos altos y un aire de confianza a su alrededor. Por alguna razón supe que no sería del tipo zorra. Una vez más m
—¿Siempre?—Sí. Noah me sonrió. —Así que Cristal—. Se adelantó guiándome hacia dos sillas de playa más cerca del fuego. —¿Desde cuándo trabajas en Sofia's?—Desde hace un par de años en realidad—. Con cautela tomé asiento a su lado. —Entré allí en primer año e inmediatamente me enamoré. Helen, la dueña de la tienda, me ofreció un trabajo y llevo allí desde entonces—. Sonreí mientras hablaba.—Si te gusta, ¿por qué te vas?—Además Helen necesita a alguien cerca por mucho que diga que no.—Así que trabajas en una librería y ayudas a los ancianos, ya me caes bien.—¿Y si en secreto soy una persona horrible? Podría odiar a los cachorros.—¿Odias a los cachorros? —
Las dos horas siguientes pasaron volando. Unos minutos después de que Alex se fuera, Noah se acercó y empezó a hablar conmigo. Por primera vez en mucho tiempo me sentí relajada con otras personas. Noah era muy dulce y parecía realmente interesado en conocerme. Yo esquivaba preguntas sobre mi familia y cosas del colegio, pero a él no parecía importarle.Era fácil hablar con Noah. No intentaba hacerme hablar de cosas que no quería. Se limitaba a asentir con la cabeza sin insistir en los detalles. Fue agradable que alguien me hablara y me escuchara. Ha pasado tanto tiempo que me desconcertó un poco.Unos treinta minutos después de que Noah y yo empezáramos a hablar, Alex volvió. No tenía ni idea de adónde había ido, pero cuando volvió no me miró ni una sola vez. Tenía curiosidad por saber adónde se había ido, pero sabía
—¿Estás bien ahí atrás?— preguntó Noah, girándose en su asiento para mirarme a pesar de que estaba oscuro en el coche.—Sí, estoy bien, sólo cansada—. Agradecí que no pudiera verme la cara. Miré a Alex y lo encontré mirándome a través de la ventanilla de revisión, las luces del salpicadero iluminando su cara. La forma en que me miraba era como si supiera que estaba mintiendo.Aparté la mirada y me quedé mirando por la ventanilla cómo pasaban las luces de la calle. Noah y Alex hablaban entre ellos mientras yo me quedaba sentada escuchando, repentinamente cansada. No tardamos mucho en llegar a casa de Noah y me sentí un poco triste. No estaba segura de volver a ver a Noah después de esta noche. Aunque era realmente atractivo, era agradable hablar con él. Antes de salir se dio la vuelta para mirarme.&md
—Eso es secuestro—. tartamudeé.—¿Y?—Y...— Me interrumpí sin saber qué más decir. No esperaba que aceptara tan rápido. —Es un secuestro—. Suministré cojo.—¿Vas a vestirte o qué?— preguntó Alex, que ya parecía aburrido.—¿Adónde vamos?—Lo sabrás cuando lleguemos.—Vaya, ¿podrías ser más imprecisa?—. Murmuré sarcásticamente. —Porque irrumpir en mi casa de madrugada y llevarme dios sabe dónde no es espeluznante—. Continué con mi taza de café. —Podría ser atraerme al bosque y cortarme en pedacitos.—Te das cuenta de que puedo oírte, ¿verdad?—. Le miré y puse los ojos en blanco.—¿Cómo se supone que voy a vestir