“El manto de la noche cubre, incluso, a la más alta de las montañas, devorando a la luz del día que muere para dar paso a las penumbras. El ocaso de una vida es igual…la muerte consume a la vida como el fuego a una blanca vela, sumergiendo al alma dentro de su sueño eterno con la promesa de su Dios que hablo de la vida eterna en su dulce paraíso. Todas las penas y sufrimientos, se olvidan una vez que te sometes a la tierra y los gusanos comienzan a tragarse los vestigios de lo que una vez fuiste. Memorias, existencia, todo aquello que forma a un alma, se pierde una vez que la eterna noche cubre a la cálida luz y te ofrece el descanso dentro de su eternidad helada para nunca más volver…o, al menos, así debería de ser. Yo soy aquel que camina entre las penumbras de la eterna noche, aquel que temen los hombres y cuya historia cuentan las madres a sus hijos para que teman a la oscuridad. Yo soy aquel que fue maldecido a vagar sobre el mundo sin descanso, aquel odiado por los bendecidos qu
La noche había caído y la pelirroja marcaba desesperadamente todos los números que recordaba en ese momento. Moviendo incesantemente el pie con ansiedad, maldecía por lo bajo a Emerson y tambien a Elijah Black. De alguna manera, habían logrado escabullirse a pesar de la seguridad del edificio y ahora nadie tenía idea de donde se encontraban. El auto en que se habían marchado del hospital, no tenia placas ya que el niño bonito había pagado demasiado para tener la libertad de andar como si nada en todas partes. — Maldita sea Emerson, cuando regreses te golpeare yo misma — dijo Eimy con mal humor, pero más aun, con angustia.Después de ver lo que Daryl O´Brien era capaz de hacer, la pelirroja no se hallaba tranquila, ahora, no solo estaba angustiaba por Madison, sino, por los idiotas que se habían fugado, especialmente el joven, quienes aún no se encontraban en buen estado de salud. Nuevamente marcando y dando la descripción de vehículo ahora a Erick, se dejaba caer en el pequeño sofá de
Cuando el tiempo se termina, y tenemos que abandonar el mundo que conocemos, siempre añoramos por un solo instante más aferrándonos a la vida que vivimos con desprecio. Pasamos nuestros días lamentándonos por nada y por todo a la vez, dejando escaparse los minutos y las horas como el agua que se va entre nuestros dedos, siempre pensando en que habrá un después. Ni dólares, ni riquezas; nada de nuestros lujos u opulencias, ni siquiera, las personas a las que eternamente nos aferramos, nos acompañan en el segundo en que nuestro corazón se detiene y nuestros ojos se cierran eternamente a la luz. Sin embargo, hay una sola cosa que se queda con nosotros, lo único que nos acompaña de la mano en nuestro camino a las tierras inhóspitas de la muerte y nos hace aferrarnos aún más a la vida que estamos perdiendo: Los momentos. Memorias doradas que son lo único que nos llevamos con nosotros cuando la carne perece, y que nos acompañan hasta el instante mismo en que exhalamos nuestro último aliento
El viento que soplaba frio en la azotea de aquel hospital, elevaba el humo de su cigarrillo dibujando formas distorsionadas con él. Su pie de movía nerviosamente en ansiedad debido a su preocupación por Elijah Black y su escape; todos estaban agitados buscando en toda la ciudad, al menos, sabia aquello gracias a Belmont. Sus labios perfectamente pintados de carmesí y sus ojos grises, se movían de un gesto a otro que iba desde la molestia a la angustia en un instante. Chelsea había conocido de primera mano a Daryl O´Brien y por ello, sabia lo peligroso que era, su demencia no parecía tener límite alguno y el peligro que cualquiera en sus manos podía correr, era inminente. Caminando de un lado a otro, presa de sus muchas angustias y pensamientos, vio como Belmont subía con su hijo en sus brazos.— ¡Mama! — grito su pequeño Cole brincando desde los brazos del fuerte moreno a los suyos. Su corazón se sintió aliviado por ello.— Dios mío, que grande que te has puesto, estas realmente preci
El tic-tac de aquel antiguo reloj resonaba en el silencioso espacio de aquel elegante salón en la mansión Chadburn. Su dedo se movía incesante y desesperante sobre el descanso de la silla de ruedas, casi al compás de aquellas manecillas que seguían mostrando el paso de los minutos y las horas sin piedad alguna. Eran ya cerca de cuatro días desde que su hermana mayor había sido secuestrada por el peor de los hombres y casi se sentía sin esperanzas de volverla a ver. En aquellos entonces, hacia demasiados años ya, había sido un verdadero tormento verla padecer y sufrir tanto debido a Daryl O´Brien, ese hombre al que todos querían olvidar y al cual solo le deseaba los peores males que existiesen.— Mi joven amo, debe de comer algo, apenas si ha probado bocado alguno y se está debilitando, sus hermanos no estarán complacidos de verle más delgado y ojeroso — decía Belmont intentando animar al pequeño Maddox que no miraba hacia nadie ni nada en específico.Maddox había escuchado al moreno d
La mañana se teñía de un color gris oscuro, las nubes presagiaban una tormenta fuera de temporada, las personas corrían por las calles buscando refugiarse al sentir las primeras gotas comenzando a caer sobre el frío pavimento, Eliott Black escuchaba los últimos informes de los hombres de su padre en el estudio de este, cuando recibía una visita no esperada. El porte elegante y distintivo, el cabello rubio y platinado y aquellos ojos color zafiro que lo miraban con su demasiada característica indiferencia.— Cedrick Meuric, esta sí que es una sorpresa — dijo el menor de los Black mirando como aquel hombre se sentaba frente a él.— Un inversionista de mi tamaño no necesita anunciarse antes, he venido hasta aquí porque Elijah y yo habíamos quedado en algo, tenemos negocios pendientes Black y el no tener ni una sola noticia me ha preocupado — dijo el rubio con arrogancia mirando fijamente al hermano menor de su amigo.Eliott suspiro con cansancio. — Entre todo lo ocurrido, olvide avisarte
La belleza de los bosques y montañas que se hallaban demasiado lejos del ruido citadino, se erigían hermosos como fiel monumento hacia Gea. Los ojos celestes miraban por primera vez aquello, aunque ya había escuchado sobre ese lugar muchísimas veces antes, en cuentos y anécdotas que Daryl alguna vez compartió con él. En medio de sus muchos sufrimientos, lo único que realmente llego a disfrutar en su infancia, había sido la belleza de esos montes y valles que estaban a tantas horas desde la ciudad. Emerson recordaba que alguna vez, Daryl O´Brien, el gentil médico y soñador, había añorado convertir aquella vieja mansión desvencijada por el paso de los años y la soledad, en un hospital para ayudar a los más necesitados. Sus ojos se aguaron en lágrimas al recordarlo; había sido enteramente su culpa y de la de sus deseos de venganza que aquella pobre alma se hubiese desviado del camino que, para él, debía estar escrito.— Vamos, será mejor rodear primero el terreno con discreción antes de
El canto de las aves se escuchaba fuerte y claro en medio del sepulcral silencio de aquellas montañas, corriendo entre los matorrales, Elijah buscaba la manera de entrar sin ser visto; aunque hasta ese momento, no había visto ningún hombre protegiendo el lugar como había imaginado que seria. Encontrando el patio trasero, pudo ver una barda que estaba derruida, quizás, por el paso de los años, un hueco en ella le permitiría entrar sin mayor problema y así mismo lo hizo. Mirando con cautela, resolvió esconderse en una especie de cobertizo, aunque no se sentía convencido de esperar por la puesta de sol tal como Emerson Chadburn le había pedido que hiciera, su desesperación era demasiada, tanta era así, que sentía toda la sangre dentro de su cuerpo acelerando el ritmo cardiaco de su corazón. No entendía que era exactamente lo que aquel hombre tenía planeado hacer, pero no se quedaría con los brazos cruzados, tenía que sacarlos de allí a ambos, los gemelos tenían que sobrevivir a toda cost