El tic-tac de aquel antiguo reloj resonaba en el silencioso espacio de aquel elegante salón en la mansión Chadburn. Su dedo se movía incesante y desesperante sobre el descanso de la silla de ruedas, casi al compás de aquellas manecillas que seguían mostrando el paso de los minutos y las horas sin piedad alguna. Eran ya cerca de cuatro días desde que su hermana mayor había sido secuestrada por el peor de los hombres y casi se sentía sin esperanzas de volverla a ver. En aquellos entonces, hacia demasiados años ya, había sido un verdadero tormento verla padecer y sufrir tanto debido a Daryl O´Brien, ese hombre al que todos querían olvidar y al cual solo le deseaba los peores males que existiesen.— Mi joven amo, debe de comer algo, apenas si ha probado bocado alguno y se está debilitando, sus hermanos no estarán complacidos de verle más delgado y ojeroso — decía Belmont intentando animar al pequeño Maddox que no miraba hacia nadie ni nada en específico.Maddox había escuchado al moreno d
La mañana se teñía de un color gris oscuro, las nubes presagiaban una tormenta fuera de temporada, las personas corrían por las calles buscando refugiarse al sentir las primeras gotas comenzando a caer sobre el frío pavimento, Eliott Black escuchaba los últimos informes de los hombres de su padre en el estudio de este, cuando recibía una visita no esperada. El porte elegante y distintivo, el cabello rubio y platinado y aquellos ojos color zafiro que lo miraban con su demasiada característica indiferencia.— Cedrick Meuric, esta sí que es una sorpresa — dijo el menor de los Black mirando como aquel hombre se sentaba frente a él.— Un inversionista de mi tamaño no necesita anunciarse antes, he venido hasta aquí porque Elijah y yo habíamos quedado en algo, tenemos negocios pendientes Black y el no tener ni una sola noticia me ha preocupado — dijo el rubio con arrogancia mirando fijamente al hermano menor de su amigo.Eliott suspiro con cansancio. — Entre todo lo ocurrido, olvide avisarte
La belleza de los bosques y montañas que se hallaban demasiado lejos del ruido citadino, se erigían hermosos como fiel monumento hacia Gea. Los ojos celestes miraban por primera vez aquello, aunque ya había escuchado sobre ese lugar muchísimas veces antes, en cuentos y anécdotas que Daryl alguna vez compartió con él. En medio de sus muchos sufrimientos, lo único que realmente llego a disfrutar en su infancia, había sido la belleza de esos montes y valles que estaban a tantas horas desde la ciudad. Emerson recordaba que alguna vez, Daryl O´Brien, el gentil médico y soñador, había añorado convertir aquella vieja mansión desvencijada por el paso de los años y la soledad, en un hospital para ayudar a los más necesitados. Sus ojos se aguaron en lágrimas al recordarlo; había sido enteramente su culpa y de la de sus deseos de venganza que aquella pobre alma se hubiese desviado del camino que, para él, debía estar escrito.— Vamos, será mejor rodear primero el terreno con discreción antes de
El canto de las aves se escuchaba fuerte y claro en medio del sepulcral silencio de aquellas montañas, corriendo entre los matorrales, Elijah buscaba la manera de entrar sin ser visto; aunque hasta ese momento, no había visto ningún hombre protegiendo el lugar como había imaginado que seria. Encontrando el patio trasero, pudo ver una barda que estaba derruida, quizás, por el paso de los años, un hueco en ella le permitiría entrar sin mayor problema y así mismo lo hizo. Mirando con cautela, resolvió esconderse en una especie de cobertizo, aunque no se sentía convencido de esperar por la puesta de sol tal como Emerson Chadburn le había pedido que hiciera, su desesperación era demasiada, tanta era así, que sentía toda la sangre dentro de su cuerpo acelerando el ritmo cardiaco de su corazón. No entendía que era exactamente lo que aquel hombre tenía planeado hacer, pero no se quedaría con los brazos cruzados, tenía que sacarlos de allí a ambos, los gemelos tenían que sobrevivir a toda cost
La lluvia que se había dejado sentir en la ciudad, le impedía el conducir con mayor premura hacia su destino, había recibido el informe de donde era que se encontraba Daryl O´Brien y se sentía un completo estúpido por no haberlo deducido antes. La vieja mansión de esa odiosa familia, aquella misma que se hallaba demasiado alejada de la ciudad y justo en medio de las montañas, era ciertamente el escondite perfecto para un asesino. Apretando el volante, Jericho estaba seguro de que su hijo mayor ya se encontraba allí, estaba comenzando a oscurecer y estaba ya cerca del sitio; su sequito de hombres y los siempre fieles amigos de Madison Harrington, iban en una especie de caravana justo detrás de él, les había avisado a todos y tambien, había puesto a las autoridades sobre aviso. Detendrían a Daryl O´Brien a cualquier precio.En el hospital, Oliver habría sus ojos con temor de hallarse de nuevo en aquel horrible ático que olía a humedad y vieja suciedad. Mirando el techo blanco, giró a du
En aquella mansión vieja y con olor a humedad, donde el dolor de una vida había quedado permanentemente marcado, Daryl mantenía sus ojos cerrados. Al fondo, en aquel viejo aparato demasiado antiguo, se reproducía un enorme disco negro de vinilo que dejaba escuchar a Mozart y su réquiem. La vida, la muerte, todo lo que el montón de experiencias que había amado y sufrido, se arremolinaban en sus pensamientos en un círculo sin fin. Recordando algún cuento que leyó de niño, sentía que Madison y Emerson eran su rosa, aquella que nunca debió arrancar de su sitio. Había visto a Madison morir en vida, marchitarse como una flor en medio de su desierto, así como a Emerson morir en carne con amargura, consumido por una venganza que nunca se concretó. La vida, nunca era justa, más bien, era una cruenta y sanguinaria batalla donde solo el más apto lograba sobrevivir. El fuerte, devoraba al débil, el fuerte lo obtenía todo para sí mismo, mientras que el débil, tan solo se arrastraba a esperar su mu
Una fuerte lluvia de nuevo se dejaba sentir en la ciudad. Con sus manos unidas en oración, Eimy suplicaba por el regreso sano y salvo de su mejor amiga y tambien, de Emerson. Había estado casi al colapso nervioso desde el día en que la joven fue secuestrada y tan solo se había mantenido fuerte para cuidar de su gemelo; sin embargo, con la huida de este, se sentía en una especie de limbo en el que iba de una emoción a otra sin parar. Toda su vida había sido una joven de carácter reacio, sus padres nunca fueron su mejor ejemplo, entre juergas y discusiones por dinero, creció sin sentir nunca estabilidad en su vida, y quizás, eso mismo era lo que había anhelado tener siempre. Con la llegada de Madison y su ingreso a la universidad, lejos de sus padres y su inmadurez, finalmente sentía que su vida comenzaba a tomar un orden; entre todo lo difícil que era mantenerse ella sola, sus amigos y estudios le daban aquella calma que nunca antes había podido tener.Nuevamente, comenzaba a llorar en
El relajante sonido del viento entre las hojas de los árboles, lograba tranquilizarla. El aroma a flores frescas y la cálida brisa gentil que le acariciaba la cara, la hizo abrir súbitamente los ojos. De pronto, se hallaba en aquellas hermosas colinas donde hacia años había descubierto un precioso lago de aguas cristalinas junto a Daryl O´Brien. El corazón se le apretaba en el pecho, inflamado en aquellas memorias hermosas que alguna vez la hicieron realmente feliz.Acariciando con las yemas de los dedos la hierba fresca y humedecida por el roció matutino, Madison caminaba con pasos lentos subiendo poco a poco aquella colina donde una vez prometió toda su vida a ese primer hombre al que amo con todo lo que una vez fue. Mirando hacia los cielos, se quedó brevemente embelesada por la belleza de estos, tan azul celeste como nunca antes los vio, que se sintió demasiado conmovida y de pronto, las lágrimas comenzaron a brotar desde sus ojos celestes.Retomando su marcha, Madison Harrington