El dolor punzante recorría todo su cuerpo y las memorias llegaron a él antes de poder despertar del mal sueño. El rostro desfigurado por la ira y el más feroz odio de Daryl O´Brien, una vez más llegaba hasta el en medio de esa pesadilla. Golpes, insultos, el rencor que le azotaba la carne y la dejaba expuesta al rojo vivo lo hizo estremecer. Abriendo los ojos de golpe, se incorporaba a prisa para luego mirar a su hermano menor sentado junto a él mirándolo fijamente. Había ido entre la conciencia y la inconciencia durante ese par de días e incluso, estaba seguro de haberse debatido entre la vida y la muerte; había sido secuestrado por ese rubio infeliz a su salida del aeropuerto y llevado a un lugar nauseabundo y horrendo en donde fue casi asesinado por O´Brien. Mirándose a si mismo, pudo verse diversos vendajes y lo que parecían ser férulas en sus piernas; realmente, había sido brutalmente herido. Mirando alrededor aquella habitación, buscaba incesantemente a su esposa, sin embargo, M
El sol de aquella mañana brillaba en lo alto, las nubes se movían lentamente en los cielos celestes. La brisa matutina que le golpeaba con gentileza el rostro, se sentía como una suave caricia de manos tersas y femeninas. Mirando a Madison aun durmiendo abrazada de aquel pequeño niño, Daryl O´Brien suspiro.Había sido una mañana idéntica a esa cuando le pidió ser su novia. Ambos, eran más jóvenes, llenos de sueños y de esperanzas en un futuro que no sería nunca más, Madison era su alma gemela, y había estado enamorado durante demasiados años de ella; tantos, que aquellos recuerdos se sentían demasiado lejanos. Dejándose llevar por los recuerdos de lo que fue y no será. Daryl remembro sus viejas memorias mientras miraba hacia el horizonte y apreciaba aquel hermoso día.— Vamos, sube más rápido, me dijeron que en la cima de la colina hay un precioso lago y quiero saber si es verdad — le decía Madison aquella mañana de verano en que lucio aquel hermoso vestido color celeste que hacía jue
El sol había salido, era un nuevo día. Jericho Black hablaba por teléfono con uno de sus hombres de confianza cuando vio entrar en su despacho a aquella mujer a la que había aprendido a aborrecer tanto. Brianda, caminaba con elegancia y arrogancia por aquella oficina mirando con desprecio a su casi ex marido. Realmente había llegado a despreciarlo.— ¿Qué demonios haces aquí? — cuestiono Jericho con enojo al mirarla sentarse en su silla tras el escritorio.— Eliott desapareció y nos dejó a mi sobrina y a mí en México, vacío las cuentas y no tengo idea de donde este, así que vengo a que me des dinero, deliberadamente ignoraste mis mensajes y aquí me tienes — dijo la frívola mujer con indiferencia.Jericho la observo detenidamente, Brianda era una gran belleza, siempre lo había sido, aunque nada en comparación a la hermosura y prístina perfección que tuvo Eleonor. Se había casado con esa frívola y vanidosa mujer tan solo porque era buena en la cama y entre sus piernas se olvidaba de tod
“El manto de la noche cubre, incluso, a la más alta de las montañas, devorando a la luz del día que muere para dar paso a las penumbras. El ocaso de una vida es igual…la muerte consume a la vida como el fuego a una blanca vela, sumergiendo al alma dentro de su sueño eterno con la promesa de su Dios que hablo de la vida eterna en su dulce paraíso. Todas las penas y sufrimientos, se olvidan una vez que te sometes a la tierra y los gusanos comienzan a tragarse los vestigios de lo que una vez fuiste. Memorias, existencia, todo aquello que forma a un alma, se pierde una vez que la eterna noche cubre a la cálida luz y te ofrece el descanso dentro de su eternidad helada para nunca más volver…o, al menos, así debería de ser. Yo soy aquel que camina entre las penumbras de la eterna noche, aquel que temen los hombres y cuya historia cuentan las madres a sus hijos para que teman a la oscuridad. Yo soy aquel que fue maldecido a vagar sobre el mundo sin descanso, aquel odiado por los bendecidos qu
La noche había caído y la pelirroja marcaba desesperadamente todos los números que recordaba en ese momento. Moviendo incesantemente el pie con ansiedad, maldecía por lo bajo a Emerson y tambien a Elijah Black. De alguna manera, habían logrado escabullirse a pesar de la seguridad del edificio y ahora nadie tenía idea de donde se encontraban. El auto en que se habían marchado del hospital, no tenia placas ya que el niño bonito había pagado demasiado para tener la libertad de andar como si nada en todas partes. — Maldita sea Emerson, cuando regreses te golpeare yo misma — dijo Eimy con mal humor, pero más aun, con angustia.Después de ver lo que Daryl O´Brien era capaz de hacer, la pelirroja no se hallaba tranquila, ahora, no solo estaba angustiaba por Madison, sino, por los idiotas que se habían fugado, especialmente el joven, quienes aún no se encontraban en buen estado de salud. Nuevamente marcando y dando la descripción de vehículo ahora a Erick, se dejaba caer en el pequeño sofá de
Cuando el tiempo se termina, y tenemos que abandonar el mundo que conocemos, siempre añoramos por un solo instante más aferrándonos a la vida que vivimos con desprecio. Pasamos nuestros días lamentándonos por nada y por todo a la vez, dejando escaparse los minutos y las horas como el agua que se va entre nuestros dedos, siempre pensando en que habrá un después. Ni dólares, ni riquezas; nada de nuestros lujos u opulencias, ni siquiera, las personas a las que eternamente nos aferramos, nos acompañan en el segundo en que nuestro corazón se detiene y nuestros ojos se cierran eternamente a la luz. Sin embargo, hay una sola cosa que se queda con nosotros, lo único que nos acompaña de la mano en nuestro camino a las tierras inhóspitas de la muerte y nos hace aferrarnos aún más a la vida que estamos perdiendo: Los momentos. Memorias doradas que son lo único que nos llevamos con nosotros cuando la carne perece, y que nos acompañan hasta el instante mismo en que exhalamos nuestro último aliento
El viento que soplaba frio en la azotea de aquel hospital, elevaba el humo de su cigarrillo dibujando formas distorsionadas con él. Su pie de movía nerviosamente en ansiedad debido a su preocupación por Elijah Black y su escape; todos estaban agitados buscando en toda la ciudad, al menos, sabia aquello gracias a Belmont. Sus labios perfectamente pintados de carmesí y sus ojos grises, se movían de un gesto a otro que iba desde la molestia a la angustia en un instante. Chelsea había conocido de primera mano a Daryl O´Brien y por ello, sabia lo peligroso que era, su demencia no parecía tener límite alguno y el peligro que cualquiera en sus manos podía correr, era inminente. Caminando de un lado a otro, presa de sus muchas angustias y pensamientos, vio como Belmont subía con su hijo en sus brazos.— ¡Mama! — grito su pequeño Cole brincando desde los brazos del fuerte moreno a los suyos. Su corazón se sintió aliviado por ello.— Dios mío, que grande que te has puesto, estas realmente preci
El tic-tac de aquel antiguo reloj resonaba en el silencioso espacio de aquel elegante salón en la mansión Chadburn. Su dedo se movía incesante y desesperante sobre el descanso de la silla de ruedas, casi al compás de aquellas manecillas que seguían mostrando el paso de los minutos y las horas sin piedad alguna. Eran ya cerca de cuatro días desde que su hermana mayor había sido secuestrada por el peor de los hombres y casi se sentía sin esperanzas de volverla a ver. En aquellos entonces, hacia demasiados años ya, había sido un verdadero tormento verla padecer y sufrir tanto debido a Daryl O´Brien, ese hombre al que todos querían olvidar y al cual solo le deseaba los peores males que existiesen.— Mi joven amo, debe de comer algo, apenas si ha probado bocado alguno y se está debilitando, sus hermanos no estarán complacidos de verle más delgado y ojeroso — decía Belmont intentando animar al pequeño Maddox que no miraba hacia nadie ni nada en específico.Maddox había escuchado al moreno d