El ruido de aquel infernal aparato atronaba en sus oídos provocando que sintiera jaqueca. Sus ojos se sentían demasiado pesados para poder abrirlos. Un frio terrible envolvía su cuerpo, uno como nunca antes había sentido y que le calaba hasta lo más profundo de su ser. Voces que resonabas como ecos demasiado lejanos, se escuchaban al mismo tiempo demasiado cerca suyo. Un escalofrió lo recorrió de punta a punta y por más que intentaba moverse, no podía hacerlo. La desesperación se adueñaba de él y comenzaba a llamar a su madre y a su esposa; se sentía solo, mucho más que nunca y un temor a no poder abrir sus ojos nunca más, lo invadió. Tan solo recordó las hermosas sonrisas de su bella esposa y le rogo a su amada madre le permitiese volver a su lado.— ¡Epinefrina, traigan epinefrina! La adrenalina no produjo ningún efecto, lo perdemos — grito Bernard apresurando a su personal.Los médicos y enfermeras se apresuraban y acercaban hasta el Doctor, dueño de aquel hospital, todo lo necesar
Los pasos pesados y masculinos resonaban en aquellos pasillos haciendo un eco infernal que rebotaba en las paredes. Algo no se sentía bien, no lograba mirar a algún vecino fuera, ni siquiera estaba en su puesto el amable portero que los recibía siempre. El sepulcral silencio reinaba en aquel edificio de departamentos en donde Madison Harrington estaba viviendo y eso le provocaba una angustia terrible que comenzaba a apresurar sus pasos hasta convertir su tranquila caminata en una carrera contra el tiempo. Manchas de sangre comenzaban a verse hasta finalmente llegar a aquella atroz carnicería que se había desatado y culminado fuera del departamento de la hermosa joven. El sudor frio comenzó a acumularse en su frente y rápidamente marco aquel número en su celular para alertar lo que sus ojos estaban viendo.— Escucha, algo pasó, la puerta del departamento de Madi está abierta, y, dios, dios, el cuerpo de su guardaespaldas y varios de mis hombres están afuera, los asesinaron con un certe
Abrió sus ojos celestes de manera abrupta, completamente aterrado de su última visión antes de cerrarlos. Buscando con la mirada a la hermosa pelirroja que casi siempre estaba acompañándolo, pudo mirarla sentada a su lado como siempre, aunque, durmiendo. Sus ojos enfocaron la habitación, todo estaba en orden, era el mismo cuarto de hospital, las mismas cortinas, la misma puerta. Aquella escena donde Daryl golpeaba a su Eimy, había sido solo una pesadilla; mas no así lo era lo que realmente estaba pasando fuera de ese hospital: Madison había sido secuestrada por Daryl.Levantándose de la cama a duras penas, Emerson dio unos pasos hacía la ventana; los primeros que daba desde que llego a ese lugar. Mirándose en el reflejo que le devolvía el cristal, noto su palidez. Su salud había decaído demasiado quizás, producto de las muchas tensiones que estaba atravesando, había sido un golpe tras otro desde que se enteró de la verdad oculta entre Madison y Daryl, sus dos personas más importantes,
El olor a guardado y humedad inundaba sus fosas nasales repentinamente, el dolor punzante de su cuerpo parecía irse disminuyendo paulatinamente. Sus ojos pesaban tanto que le costaba el poder abrirlos y poder ver a claridad el lugar en el que se encontraba. Palmeando con su mano a duras penas, pudo sentir un pequeño cuerpo junto al suyo y entonces, recordó de golpe lo que había ocurrido.Daryl O´Brien había entrado de manera ruda y repentina en su habitación donde dormía junto a su pequeño Oliver, asustada, había intentado con todas sus fuerzas oponerse a él, pero no habría logrado hacerle frente; el rubio estaba como enloquecido, su fuerza rebasaba lo normal como si estuviera en medio de un shock de adrenalina o bajo las influencias de una poderosa droga. Los había sacado de la cama a ella y Oliver ordenándole a alguien invisible que los mantuviese a salvo. Extrañamente, no la había lastimado ni a ella ni al niño y el dolor de su cuerpo debía deberse a la dura madera en la que se hab
El dolor punzante recorría todo su cuerpo y las memorias llegaron a él antes de poder despertar del mal sueño. El rostro desfigurado por la ira y el más feroz odio de Daryl O´Brien, una vez más llegaba hasta el en medio de esa pesadilla. Golpes, insultos, el rencor que le azotaba la carne y la dejaba expuesta al rojo vivo lo hizo estremecer. Abriendo los ojos de golpe, se incorporaba a prisa para luego mirar a su hermano menor sentado junto a él mirándolo fijamente. Había ido entre la conciencia y la inconciencia durante ese par de días e incluso, estaba seguro de haberse debatido entre la vida y la muerte; había sido secuestrado por ese rubio infeliz a su salida del aeropuerto y llevado a un lugar nauseabundo y horrendo en donde fue casi asesinado por O´Brien. Mirándose a si mismo, pudo verse diversos vendajes y lo que parecían ser férulas en sus piernas; realmente, había sido brutalmente herido. Mirando alrededor aquella habitación, buscaba incesantemente a su esposa, sin embargo, M
El sol de aquella mañana brillaba en lo alto, las nubes se movían lentamente en los cielos celestes. La brisa matutina que le golpeaba con gentileza el rostro, se sentía como una suave caricia de manos tersas y femeninas. Mirando a Madison aun durmiendo abrazada de aquel pequeño niño, Daryl O´Brien suspiro.Había sido una mañana idéntica a esa cuando le pidió ser su novia. Ambos, eran más jóvenes, llenos de sueños y de esperanzas en un futuro que no sería nunca más, Madison era su alma gemela, y había estado enamorado durante demasiados años de ella; tantos, que aquellos recuerdos se sentían demasiado lejanos. Dejándose llevar por los recuerdos de lo que fue y no será. Daryl remembro sus viejas memorias mientras miraba hacia el horizonte y apreciaba aquel hermoso día.— Vamos, sube más rápido, me dijeron que en la cima de la colina hay un precioso lago y quiero saber si es verdad — le decía Madison aquella mañana de verano en que lucio aquel hermoso vestido color celeste que hacía jue
El sol había salido, era un nuevo día. Jericho Black hablaba por teléfono con uno de sus hombres de confianza cuando vio entrar en su despacho a aquella mujer a la que había aprendido a aborrecer tanto. Brianda, caminaba con elegancia y arrogancia por aquella oficina mirando con desprecio a su casi ex marido. Realmente había llegado a despreciarlo.— ¿Qué demonios haces aquí? — cuestiono Jericho con enojo al mirarla sentarse en su silla tras el escritorio.— Eliott desapareció y nos dejó a mi sobrina y a mí en México, vacío las cuentas y no tengo idea de donde este, así que vengo a que me des dinero, deliberadamente ignoraste mis mensajes y aquí me tienes — dijo la frívola mujer con indiferencia.Jericho la observo detenidamente, Brianda era una gran belleza, siempre lo había sido, aunque nada en comparación a la hermosura y prístina perfección que tuvo Eleonor. Se había casado con esa frívola y vanidosa mujer tan solo porque era buena en la cama y entre sus piernas se olvidaba de tod
“El manto de la noche cubre, incluso, a la más alta de las montañas, devorando a la luz del día que muere para dar paso a las penumbras. El ocaso de una vida es igual…la muerte consume a la vida como el fuego a una blanca vela, sumergiendo al alma dentro de su sueño eterno con la promesa de su Dios que hablo de la vida eterna en su dulce paraíso. Todas las penas y sufrimientos, se olvidan una vez que te sometes a la tierra y los gusanos comienzan a tragarse los vestigios de lo que una vez fuiste. Memorias, existencia, todo aquello que forma a un alma, se pierde una vez que la eterna noche cubre a la cálida luz y te ofrece el descanso dentro de su eternidad helada para nunca más volver…o, al menos, así debería de ser. Yo soy aquel que camina entre las penumbras de la eterna noche, aquel que temen los hombres y cuya historia cuentan las madres a sus hijos para que teman a la oscuridad. Yo soy aquel que fue maldecido a vagar sobre el mundo sin descanso, aquel odiado por los bendecidos qu