La nieve caía suavemente fuera de aquellas ventanas. Fuera, en las calles donde apenas se miraban algunas cuantas personas caminando aquí y allá, se podía apreciar el frío que estaba haciendo; eran los últimos días de diciembre y todo el panorama se sentía tan gris como el cielo sobre la ciudad. Madison dejaba caer una lagrima que cayó sobre el cristal de la pantalla de su teléfono celular. Hacía varios días que no sabía de Elijah y aquel fondo de pantalla en donde aparecía abrazada a su esposo, le rompía el corazón. La angustia de no saber de él la estaba lentamente matando. Todos sus amigos se habían movido a buscar e incluso, pagar a investigadores privados con tal de dar con el paradero del apuesto hombre de ojos dorados. Jericho había visitado el hospital días antes para hablar con su hermano gemelo y tambien estaba más allá de la preocupación por el bienestar de su hijo. Mirando sobre su hombro, pudo ver a la silueta durmiente de Emerson; no había tenido deseos de verlo y hablar
Las cascaras de una naranja caían sobre aquella bolsa plástica con sumo cuidado. Blancas manos la retiraban de la fruta sin prestar atención a nada más. Sus ojos casi turquesa miraron por un segundo al joven removerse.Aún mantenía demasiado lucido en su mente la decepción de esos ojos celestes, Emerson Chadburn no era una mala persona, lo había deducido hacia poco. Frunciendo el ceño, pensó en lo horrible que era nacer en una familia adinerada, no había nadie en quien realmente pudieras confiar; todo eran mentiras, conspiraciones y un sin final de traiciones que venían de todos lados. Las personas eran capaces de cometer los peores actos y decir las más terribles mentiras solo por dólares y un poco más de "prestigio. Realmente lamentaba que su mejor amiga y el joven que yacía convaleciente en esa cama, hubieran tenido que sufrir tanto tan solo por los intereses de otros; para nadie ya era un secreto lo que Jericho Black había hecho a los gemelos y por ello, se había ganado el desprec
El ruido de aquel infernal aparato atronaba en sus oídos provocando que sintiera jaqueca. Sus ojos se sentían demasiado pesados para poder abrirlos. Un frio terrible envolvía su cuerpo, uno como nunca antes había sentido y que le calaba hasta lo más profundo de su ser. Voces que resonabas como ecos demasiado lejanos, se escuchaban al mismo tiempo demasiado cerca suyo. Un escalofrió lo recorrió de punta a punta y por más que intentaba moverse, no podía hacerlo. La desesperación se adueñaba de él y comenzaba a llamar a su madre y a su esposa; se sentía solo, mucho más que nunca y un temor a no poder abrir sus ojos nunca más, lo invadió. Tan solo recordó las hermosas sonrisas de su bella esposa y le rogo a su amada madre le permitiese volver a su lado.— ¡Epinefrina, traigan epinefrina! La adrenalina no produjo ningún efecto, lo perdemos — grito Bernard apresurando a su personal.Los médicos y enfermeras se apresuraban y acercaban hasta el Doctor, dueño de aquel hospital, todo lo necesar
Los pasos pesados y masculinos resonaban en aquellos pasillos haciendo un eco infernal que rebotaba en las paredes. Algo no se sentía bien, no lograba mirar a algún vecino fuera, ni siquiera estaba en su puesto el amable portero que los recibía siempre. El sepulcral silencio reinaba en aquel edificio de departamentos en donde Madison Harrington estaba viviendo y eso le provocaba una angustia terrible que comenzaba a apresurar sus pasos hasta convertir su tranquila caminata en una carrera contra el tiempo. Manchas de sangre comenzaban a verse hasta finalmente llegar a aquella atroz carnicería que se había desatado y culminado fuera del departamento de la hermosa joven. El sudor frio comenzó a acumularse en su frente y rápidamente marco aquel número en su celular para alertar lo que sus ojos estaban viendo.— Escucha, algo pasó, la puerta del departamento de Madi está abierta, y, dios, dios, el cuerpo de su guardaespaldas y varios de mis hombres están afuera, los asesinaron con un certe
Abrió sus ojos celestes de manera abrupta, completamente aterrado de su última visión antes de cerrarlos. Buscando con la mirada a la hermosa pelirroja que casi siempre estaba acompañándolo, pudo mirarla sentada a su lado como siempre, aunque, durmiendo. Sus ojos enfocaron la habitación, todo estaba en orden, era el mismo cuarto de hospital, las mismas cortinas, la misma puerta. Aquella escena donde Daryl golpeaba a su Eimy, había sido solo una pesadilla; mas no así lo era lo que realmente estaba pasando fuera de ese hospital: Madison había sido secuestrada por Daryl.Levantándose de la cama a duras penas, Emerson dio unos pasos hacía la ventana; los primeros que daba desde que llego a ese lugar. Mirándose en el reflejo que le devolvía el cristal, noto su palidez. Su salud había decaído demasiado quizás, producto de las muchas tensiones que estaba atravesando, había sido un golpe tras otro desde que se enteró de la verdad oculta entre Madison y Daryl, sus dos personas más importantes,
El olor a guardado y humedad inundaba sus fosas nasales repentinamente, el dolor punzante de su cuerpo parecía irse disminuyendo paulatinamente. Sus ojos pesaban tanto que le costaba el poder abrirlos y poder ver a claridad el lugar en el que se encontraba. Palmeando con su mano a duras penas, pudo sentir un pequeño cuerpo junto al suyo y entonces, recordó de golpe lo que había ocurrido.Daryl O´Brien había entrado de manera ruda y repentina en su habitación donde dormía junto a su pequeño Oliver, asustada, había intentado con todas sus fuerzas oponerse a él, pero no habría logrado hacerle frente; el rubio estaba como enloquecido, su fuerza rebasaba lo normal como si estuviera en medio de un shock de adrenalina o bajo las influencias de una poderosa droga. Los había sacado de la cama a ella y Oliver ordenándole a alguien invisible que los mantuviese a salvo. Extrañamente, no la había lastimado ni a ella ni al niño y el dolor de su cuerpo debía deberse a la dura madera en la que se hab
El dolor punzante recorría todo su cuerpo y las memorias llegaron a él antes de poder despertar del mal sueño. El rostro desfigurado por la ira y el más feroz odio de Daryl O´Brien, una vez más llegaba hasta el en medio de esa pesadilla. Golpes, insultos, el rencor que le azotaba la carne y la dejaba expuesta al rojo vivo lo hizo estremecer. Abriendo los ojos de golpe, se incorporaba a prisa para luego mirar a su hermano menor sentado junto a él mirándolo fijamente. Había ido entre la conciencia y la inconciencia durante ese par de días e incluso, estaba seguro de haberse debatido entre la vida y la muerte; había sido secuestrado por ese rubio infeliz a su salida del aeropuerto y llevado a un lugar nauseabundo y horrendo en donde fue casi asesinado por O´Brien. Mirándose a si mismo, pudo verse diversos vendajes y lo que parecían ser férulas en sus piernas; realmente, había sido brutalmente herido. Mirando alrededor aquella habitación, buscaba incesantemente a su esposa, sin embargo, M
El sol de aquella mañana brillaba en lo alto, las nubes se movían lentamente en los cielos celestes. La brisa matutina que le golpeaba con gentileza el rostro, se sentía como una suave caricia de manos tersas y femeninas. Mirando a Madison aun durmiendo abrazada de aquel pequeño niño, Daryl O´Brien suspiro.Había sido una mañana idéntica a esa cuando le pidió ser su novia. Ambos, eran más jóvenes, llenos de sueños y de esperanzas en un futuro que no sería nunca más, Madison era su alma gemela, y había estado enamorado durante demasiados años de ella; tantos, que aquellos recuerdos se sentían demasiado lejanos. Dejándose llevar por los recuerdos de lo que fue y no será. Daryl remembro sus viejas memorias mientras miraba hacia el horizonte y apreciaba aquel hermoso día.— Vamos, sube más rápido, me dijeron que en la cima de la colina hay un precioso lago y quiero saber si es verdad — le decía Madison aquella mañana de verano en que lucio aquel hermoso vestido color celeste que hacía jue